Desde hace unas semanas estoy leyendo El Mapa del Tiempo de Félix J. Palma y hay una idea que me ha venido a la cabeza gracias a este libro. La novela está ambientada en el Londres victoriano de los años 1890, donde las bicicletas están empezando a experimentar un montón de avances tecnológicos que causarían furor entre la población. En esa época, el medio de transporte principal de las clases media y alta era el caballo o el carruaje, también tirado por caballos.
Hay varios pasajes en la novela que hacen referencia a la bicicleta desde varios puntos de vista: uno el del propietario de una de ellas que disfruta sus paseos y otro desdeñando este medio de transporte y calificándolo de ridículo. Es aquí donde me paré a pensar en las implicaciones que debió de tener este artefacto. Hubo una parte de la población que no veía ninguna ventaja en este medio de transporte. Nada que un caballo no pudiera hacer mejor:
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Es más rápido.
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El esfuerzo físico corre a costa de la bestia.
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Permite el transporte de mercancías y personas a grandes distancias.
Razones más que suficientes para afirmar que una bicicleta no era más que un trasto inútil. Una moda pasajera. A pesar de esto, las bicicletas acabaron imponiéndose como el medio de transporte favorito, desplazando la importancia de los caballos en la sociedad victoriana. Con el tiempo y la entrada de otros medios de transporte como el público o el coche, el caballo fue desapareciendo de las ciudades de todo el mundo.
La irrupción de la bicicleta a finales del siglo pasado levantó muchas ampollas
¿Cómo es posible que se dieran la vuelta a las tornas de esta manera? Porque la bicicleta ponía sobre la mesa una serie de atributos muy diferentes que estaban fuera del alcance de los caballos. Era pequeña, requería cuidados y mantenimiento mínimos, más cómoda en los desplazamientos cortos y, sobre todo, era muchísimo más asequible que un caballo. Además, aportaba un punto de sofisticación y modernidad a su propietario.
En retrospectiva, el declive del caballo como medio de transporte y el auge de la bicicleta tiene todo el sentido del mundo. Es un caso de disrupción de libro. Aunque claro, todo el mundo acierta las quinielas los lunes.
PC, iPad y productividad en la actualidad
El ejemplo puede trasladarse a la perfección a la situación que estamos viviendo en la actualidad en la informática personal. El PC (caballo) ha sido durante 30 años nuestro compañero de fatigas. Lo utilizamos para todo tipo de tareas, desde profesionales hasta entretenimiento. Diseño, hojas de cálculo, documentos, internet, redes sociales, juegos de todo tipo. Hay mucha gente que ha dedicado toda su vida profesional a tratar con ordenadores.
¿Tienes que hacer un informe para tu jefe? Ordenador. ¿Mirar la cartelera de cine? Ordenador. Cuando sólo tienes una herramienta como el martillo, todos los problemas se ven como si fueran clavos. La realidad es que, al igual que ocurría con el caballo, puede que el ordenador no sea siempre la herramienta ideal para todas las situaciones. Eso es lo que dijo Steve Jobs cuando presentó el iPad (bicicleta):
Para crear una nueva categoría, este dispositivo tiene que ser muchísimo mejor [que el Mac y el iPhone] en tareas clave. Mejor que un portátil, mejor que un smartphone. ¿Qué tipo de tareas?
Navegar por internet, gestionar el email, disfrutar y compartir fotos, ver vídeos, escuchar música, jugar y leer ebooks. Con el paso del tiempo y gracias a los desarrolladores y suites como iWork y Office, el rango de tareas que puedes hacer en un iPad ha crecido. Es por esto que la definición que teníamos antes de productividad ya no sirve, porque antes la productividad se medía en función de las cosas que podías hacer con un ordenador. Era lo único que teníamos a nuestro alcance para satisfacer nuestras necesidades informáticas. Ahora hay más opciones.
Un dispositivo para cada situación
Al igual que hace más de un siglo sólo disponíamos del caballo, el transporte de personas se medía con una única vara de medir. Al proliferar otros medios de transporte como la bicicleta, cada persona pudo elegir el que mejor se adaptaba a sus necesidades de cada momento. Lo mismo está ocurriendo con la productividad. PC, smartphone, tablet y ahora smartwatch, cada uno tiene sus puntos fuertes para ciertas situaciones, siendo más productivos que el resto. Apple cree más en el "juntos pero no revueltos" que en una convergencia à la Microsoft.
Puede que el iPad sea más productivo que un ordenador convencional en determinados momentos. Pero lo que creo que importa de verdad es que ha acercado la informática a millones de personas que antes se sentían intimidadas por un PC. Y eso es algo que no se había dado hasta ahora. Dicho esto y a escasas horas del inicio de la keynote de esta tarde, ¿qué tendrá pensado Apple para mantener y expandir la productividad de su tablet que está siendo arrebatada por smartphones de gran diagonal y ordenadores más ligeros?
En Applesfera | El iPad y los tablets aún estarían esperando su momento.
Imágenes | takuhitofujita y Old Bike de photodesk.at.
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