Pasado mañana terminamos un año de Apple que podemos calificar como uno de los más convulsos de su historia. Y mira que tenemos 2020 y 2021 como años pandémicos muy recientes, pero 2022 se ha hecho destacar tanto por sus buenas como por sus malas noticias.
Este año, además, también nos deja promesas y advertencias para el futuro. Varios factores externos llevan advirtiendo de que vienen curvas, y que por lo tanto la compañía puede tener un futuro muy diferente a la que el propio Tim Cook imaginaba hace pocos años.
Buenos productos, malas condiciones económicas
2022 ha venido presidido por los iPhone 14, sin duda. El teléfono de Apple viene con mejoras incrementales, pero que al fin y al cabo mejoran las ya buenísimas cámaras de sus predecesores e introducen gratas sorpresas como la Isla Dinámica.
El Mac Studio también ha sido uno de los puntazos de 2022: por fin, Apple Silicon demuestra su potencial con un ordenador dedicado ya a profesionales y un chip M1 Ultra que supera en ciertas condiciones a los Mac Pro Intel más potentes.
Pero 2022 también ha venido cargado de noticias mas agrias: la guerra en Ucrania, la inflación y la devaluación del euro frente al dólar han provocado una enorme subida de precios tanto en sus productos como en sus servicios. Eso podría haber provocado una bajada de las ventas, algo que rumores muy recientes ya comentan que podría obligar a Apple a tomar decisiones para el futuro.
El retraso en el lanzamiento de nuevos modelos de Mac también puede venir provocado por el COVID en China y la crisis logística mundial. No es que haya sido un 2022 escaso, pero las filtraciones continuadas sobre supuestas cancelaciones de lanzamientos para este año nos hacen sospechar de una Apple que no ha podido llegar a todo lo que quería.
El resultado: un annus horribilis en bolsa con una bajada del valor de mercado de un billón de dólares. De los 180 dólares que veíamos a principios de año en el valor de sus acciones a un mínimo de 125 dólares estos días.
2023, un año de recuperación
¿Y el futuro? Hay razones para pensar en un crecimiento más comedido a partir de ahora. Las nuevas leyes europeas van a obligar a Apple a usar USB-C en todas partes, lo que frenará las ventas de sus propios cables. También podríamos ver el fin de la App Store como tienda exclusiva para descargar aplicaciones en iOS y en iPadOS, lo que puede repercutir en un descenso de los ingresos en la división de servicios.
También hay que pensar en los movimientos para diversificar la producción: resolverán los problemas logísticos, pero lo harán a largo plazo. Y si 2023 sigue siendo un año de subida de precios, las ventas tampoco crecerían mucho más. A corto plazo, en 2023 y quizás en 2024, podríamos ver una economía y una Apple a las que aún costaría verlas crecer.
La esperanza la tenemos en los nuevos productos. Los rumores apuestan ya muy fuerte por un 2023 en el que veremos la llegada de un visor de realidad aumentada y/o virtual, algo que puede revolucionar ese mercado o remover sus cimientos. Eso podría hacer crecer el valor de Apple, un producto nuevo que llame la atención de todo el mundo.
A más largo plazo podríamos ser testimonios de ese fenómeno por una segunda vez con el coche de Apple. En Cupertino buscan meterse en un mercado muy complicado, pero aún así y suavizando sus ambiciones iniciales van a irrumpir con un producto que podría cambiar no sólo el coche si no toda la industria de la movilidad. Todo depende del ecosistema de servicios que vayan anclados a ese coche.
Con todo, y ojalá me equivoque, no apostaría por una Apple que crezca de forma espectacular durante los próximos doce meses. Se necesita tiempo para recuperarse de un 2022 que no ha sido simpático, y hay que prepararse para unos escenarios en los que las leyes y regulaciones pueden cambiar el escenario por completo.
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