En el mundo de las pruebas de velocidad de smartphones, el de apertura de apps se ha convertido en un clásico. Ahora que el iPhone 12 ya se encuentra en el mercado, en el canal PhoneBuff han puesto a prueba su ya tradicional test. Y lo han hecho comparando la velocidad de un iPhone 12 Pro con un Galaxy Note 20 Ultra de Samsung.
Con el paso de los años, este tipo de tests han dejado de tener el sentido que una vez tuvieron. Eso sí, siguen dejando claro la superior integración entre hardware y software de los productos de Apple.
17 segundos de ventaja con la mitad de memoria RAM
Tal y como queda reflejado al comienzo del video, el Galaxy Note 20 Ultra de Samsung cuenta con 12GB de memoria RAM. Mientras tanto, el iPhone 12 Pro tiene solo 6GB de RAM (4GB en los modelos no "pro"), siendo exactamente la mitad que el modelo de los coreanos. El otro punto clave en la comparativa es el procesador, cuyas características son las siguientes:
- iPhone 12 Pro: procesador A14 Bionic de 6 núcleos de CPU y 4 de GPU, con fabricación en 5nm.
- Galaxy Note 20 Ultra: procesador Snapdragon 865+ de Qualcomm, 8 núcleos de CPU, 4 de GPU, con fabricación en 7nm.
De modo que el chip de Apple cuenta con dos cores menos, pero con un proceso de fabricación más eficiente de 5nm (pionero en la industria). En conjunto, tenemos que el iPhone 12 Pro con la mitad de RAM, menos núcleos (sin mirar la potencia en ambos casos), aunque con un proceso de 5nm superior y sigue batiendo al modelo de Samsung.
Es de sobra conocida que la integración que Apple tiene en sus productos le permite encajar mejor las piezas entre sí. La combinación de iOS 14 con el A14 Bionic es la ganadora de esta prueba, sin dejar lugar a dudas. Resulta llamativo lo que es capaz de hacer Apple con menos cores y mucha menos RAM que su principal competidor.
Más allá de la potencia bruta
De un tiempo a esta parte, los diferentes tests de velocidad y potencia que se realizan en los smartphones han dejado de tener el sentido que una vez tuvieron. En el pasado eran una pieza central en la experiencia de usuario a la hora de abrir y ejecutar tareas intensivas. Pero ahora que se ha alcanzado cierto umbral de rendimiento, han pasado a un segundo plano.
La velocidad de un smartphone se da por hecho en la gama alta. Ya no es un punto diferencial a la hora de elegir entre un modelo u otro. Pero eso no significa que su importancia haya desaparecido.
En el caso del iPhone, la potencia ya se da por hecho y las mejoras vienen también de otros apartados. Además de la seguridad, tenemos componentes como el neural engine centrados en tareas de aprendizaje automático. Gracias a él, el iPhone toma mejores fotos detectando texturas, escenas y elementos. Algo especialmente sensible en fotos con poca luz.
La adición del sensor LiDAR permite también aprovechar la realidad aumentada en una nueva generación de apps profesionales. Y en el modo retrato se obtienen unos resultados mejorados incluso en situaciones con poca luz. Hay cada vez más aristas en las que el procesador y otros componentes como la memoria RAM son difíciles de evaluar. Por eso, este tipo de pruebas han ido perdiendo importancia.
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