La “enemistad” de Bill Gates y Steve Jobs ha sido largamente documentada. Hace no mucho publicamos un artículo que, de hecho, recogía declaraciones cruzadas entre estas dos eminencias de la tecnología. Había algo de admiración, claro, pero tampoco escaseaban las rencillas. Y si Jobs hubiese escuchado las últimas declaraciones de Gates, existe un alto porcentaje de probabilidad de burla, de cachondeo con la postura algo más timorata del fundador de Microsoft.
Cuando hablamos de Inteligencia Artificial, en realidad estamos hablando, casi siempre, de algoritmos entrenados en PLN (Procesamiento del Lenguaje Natural) y herramientas creadas para aprovecharlos. Aprendizaje profundo basado en grandes masas de datos, muestreos y conclusiones que van afinándose iteración tras iteración. Steve Jobs ya atisbó el futuro de estos modelos y creía en ellos, en su capacidad nominal para ayudar a la humanidad a ir un paso más allá en el conocimiento. Bill Gates, sin embargo, prefiere pecar de cauto.
Steve Jobs creía en la Inteligencia Artificial
Steve Jobs nunca consideró la Inteligencia Artificial como algo pernicioso, sino como una extensión de nuestro conocimiento como especie y como sociedad. Dentro del popular Steve Jobs Archive, entre otras muchas frases hay recogidas las declaraciones que expuso durante la Conferencia Internacional de Diseño de 1983 y hay un apartado especialmente relevante, cuando recuerda que tuvo profesores mediocres y que él hubiese preferido leer a Aristóteles directamente, sin intermediarios:
"El problema era que no puedes hacerle una pregunta a Aristóteles. Y creo que, al mirar hacia los próximos 50 o 100 años, si realmente podemos crear máquinas que capturen un espíritu subyacente, o un conjunto subyacente de principios, o una forma distinta de ver el mundo. Cuando aparezca el próximo Aristóteles, tal vez si lleva consigo una de estas máquinas durante toda su vida, y escribe toda esta información, quizá algún día, después de que esta persona haya muerto, podamos preguntarle a esta máquina: ¿qué habría dicho Aristóteles?"
Este es un enfoque pragmático sobre cómo las máquinas podrían acompañar a las personas durante su vida sin entorpecer el progreso y desarrollo de ambos, tal y como hacen actualmente los chatbots. Es decir, una inteligencia entrenada puede aportar el conocimiento que el ser humano necesita para la toma de decisiones finales, basadas en la lógica y el contexto de cada situación. ChatGPT ahora son capaces de responder a ese "¿qué habría dicho Aristóteles?". Y Steve Jobs, hace exactamente 40 años, lo planteó así:
"Tal vez no obtengamos la respuesta correcta, pero tal vez sí. Y eso realmente me emociona. Y esa es una de las razones por las que hago lo que hago".
Bill Gates no tiene perspectivas tan halagüeñas
Una emoción que nos contagia. Sin embargo, Bill Gates lleva una temporada manifestando una actitud mucho más alarmista, menos ilusionada y más aterrizada sobre la parte perniciosa de este "poder". En el artículo 'Los riesgos de la IA son reales pero manejables' de su GatesNotes, el blog personal donde vuelca sus pensamientos más sinceros, dijo lo que sigue:
Existe un riesgo relacionado a nivel mundial: una carrera armamentista para la IA que puede usarse para diseñar y lanzar ataques cibernéticos contra otros países. Todo gobierno quiere tener la tecnología más poderosa para poder disuadir los ataques de sus adversarios. Este incentivo para no dejar que nadie salga adelante podría desencadenar una carrera para crear armas cibernéticas cada vez más peligrosas. Todos estarían peor.
Algunos renglones más arriba habla de "ponerse en el mejor escenario", en ser optimista, pero incide en que nuestra existencia puede ir a peor. Un condicional obvio: desde luego, todo siempre puede ser peor. Pero como han manifestado durante décadas pensadores como Steven Pinker, médicos como Hans Rosling o zoólogos como Matt Ridley, vivimos el mejor momento de nuestra evolución y tenemos más herramientas para frenar el caos creado por el posible descontrol ante una de estas IAs.
Una guerra de inteligencias Artificiales que enfrenten recursos, dando lugar a una especie de Guerra Fría, a un conflicto global sin muertes pero con millones de víctimas de secuestro de datos, es posible. Las armas cibernéticas, al fin y al cabo, tienen un alcance mayor que el de cualquier bomba atómica. Poer es algo extraño que estas alertas provengan de Bill Gates, siendo reconocido optimista que siempre ha creído en ese "mejor nacer dentro de unos veinte años" que hoy mismo.
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