La primera vez que vimos el Mac mini, parecía imposible que un ordenador tan capaz cupiera en esa pequeña envoltura. Del tamaño de los primeros Apple TV, el Mac mini vino para cambiar las reglas de lo que significaba tener un Mac en varios aspectos: diseño, precio y también modularidad.
Modularidad en el sentido de que, con una setup ya montada, todo lo que teníamos que hacer para pasar de Windows a Mac era desenchufar nuestro antiguo PC, conectar nuestro nuevo Mac mini y encenderlo. Nada más. El precio del mismo ordenador era realmente atractivo y si a eso le sumamos que podías utilizar tu pantalla, altavoces, teclado, ratón, etc. el Mac mini se convirtió rápidamente en el Mac de entrada al ecosistema Apple.
Un Mac mini todavía más mini, pero mucho más grande en el mejor sentido
Cambiar una gigantesca torre por un precioso Mac mini era toda una experiencia. Ya no hacía falta tener aquellos escritores con espacio para la torre. Con una mesa amplia en la que exponer —claro que sí— nuestro nuevo Mac mini junto a monitor y demás accesorios había más que suficiente. Ganabas espacio y estética.
Y ahora saltemos a 2022. Con la transición a Apple silicon le han pasado varias cosas al Mac mini. La primera es que ha quedado prácticamente vacío en su interior. Los requerimientos de ventilación tan reducidos de los chips de Apple hace que los Mac mini M1 que se venden actualmente sean prácticamente todo espacio en el interior.
Por otra parte, el precio ha aumentado. Sigue siendo uno de los Mac más asequibles, sí, pero el precio es ya diferente. Algo que, si sumamos a la necesidad de comprar los periféricos para conseguir una experiencia similar a la que ofrece un iMac M1, hay que tener en cuenta.
Permitidme que plantee una idea, pues, un Mac nano. ¿En qué destacaría? En lo mismo que destacó el Mac mini en su momento, solo que yendo un poco más allá. Ya hemos visto proyectos DIY que han reducido el tamaño del Mac mini al de un Apple TV, más o menos. Si Apple planteara sacar la fuente de alimentación del equipo como ha hecho en el iMac, esto es más que plausible.
Un Mac que cabría en la palma de la mano. Un diseño que debería poder tener suficientes puertos y suficiente refrigeración, usando Apple silicon, como para cautivar a muchos. Y con la reducción de tamaño y material vendría también una reducción en el coste.
No sería un Mac pensado para un M2 Ultra, eso ya se lo dejamos al Mac Studio. Sería un Mac para un M2, ni siquiera Pro. Un chip con el que el 99 % de la humanidad tenemos más que de sobra para navegar por internet, ver contenido, tareas de ofimática, etc. Un Mac que tan rápidamente podríamos enchufar a un televisor y traernos un teclado y ratón, como configurar en un escritorio, prácticamente escondiéndolo detrás de la misma pantalla que decimos comprar.
Un Mac que volvería ser el modelo de entrada al ecosistema. Que destacaría en precio y también en tamaño y diseño. Un Mac que sería la evolución natural del Mac mini, aunque esto pudiera significar que el mini actual se saliera del catálogo, si al final se planteara un cambio de nombre. De hecho, con algo de atrevimiento, voy a ir más allá del nano y me permito proponer un nombre: Mac. Sin apellidos.
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