Las conferencias de accionistas suelen pasar desapercibidas para el público. Salvo cuando vienen malas noticias, que entonces los comentarios negativos se acumulan unos sobre otros. Algo así le pasó ayer a Netflix, que por primera vez en una década pierde suscriptores, llegando a desplomarse hasta un 37% en bolsa.
La noticia llevaba tiempo esperándose. Cuando tarde o temprano el mito de Netflix y su infalibilidad fuera puesto a prueba. Ahora, la realidad ha alcanzado a la especulación, poniendo a la empresa de Los Gatos, California, en aprietos. Y Apple TV+ tiene mucho que decir al respecto.
Cómo hemos cambiado, con Apple TV+ entre los protagonistas
Netflix se las prometía muy felices cuando hace años apenas había competencia. En el pasado se creía que Netflix tenía una especie de monopolio a la hora de narrar buenas historias. Una capacidad enorme de recolectarlas y cultivarlas para después ponerlas frente a los ojos de millones de usuarios de una forma efectiva. Si querías hacer algo novedoso o atractivo en la industria, Netflix era tu cliente.
Pero en la actualidad el panorama ha cambiado, como consecuencia tanto de fusiones como de adquisiciones y la entrada de nuevos players, la situación es muy diferente. Disney compró las franquicias de Marvel y de Star Wars, llegando a construir un catálogo inabarcable. HBO es el hogar del contenido de Warner y Discovery tras su fusión en 2021. Amazon Prime Video tiene sus propias exclusivas dignas de ver.
Y luego está Apple TV+, que poco a poco va marcando el ritmo con sus estrenos, convirtiéndose en lo que fue HBO en los 90: poco contenido, pero de gran calidad. No en vano, este año CODA ganó el el Óscar a la mejor película haciendo historia para los servicios de streaming. El increíble final de temporada de Separación, la llegada a Marte en For all mankind, el buen rollo de Ted Lasso o la llegada de la psicohistoria con Fundación son unos cuantos ejemplos de lo que Apple está consiguiendo con su servicio.
El indudable éxito de Netflix en todo este tiempo ha atraído a numerosos competidores. La tarta del entretenimiento es muy suculenta como para que otros no se sintieran atraídos. Y su llegada está haciendo mella, pues acaba de reportar una caída de 200.000 suscriptores, la primera en una década.
El castillo de naipes de Netflix
Netflix había construido un castillo que en apariencia era sólido. Pero ahora se encuentra bajo el asalto de numerosos contendientes, aunque con sus propios problemas internos. Que no son menores, precisamente. La competencia aprieta. Y con ella, obtener el mejor contenido ya no es tan sencillo. Se vuelve complicado en las negociaciones. Hay muchas reuniones, condiciones, pujas que superan otras pujas. Netflix ya no es el chico popular de otros tiempos.
Tampoco tiene bolsillos infinitos y eso se ha notado. Al aumento de la competencia le ha acompañado un encarecimiento de la adquisición y creación de nuevo contenido. Según sus resultados financieros, estos costes se han encarecido una media del 2,9% por trimestre. Es decir, un 22,8% en solo dos años. De forma similar, los costes de marketing han aumentado un 4,7% de media al trimestre y un 37,3% en dos años.
El aumento general de costes no podía atajarse de otra forma que con subidas constantes del precio de la suscripción. Hasta el punto de que algunos usuarios consideran que no usarlo un mes puede compensarle cancelarla. A la subida de precio le sigue un problema de contenido, donde parece que prima más la cantidad que la calidad. Netflix tiene un catálogo amplio donde acaba resultando difícil tomar una decisión, pues el usuario no quiere invertir su tiempo en algo que no está seguro de que le guste.
Otro asunto pendiente es el problema de compartir cuentas de Netflix, que la empresa busca atajar. Se acabó el compartir cuentas entre varias personas de diferentes hogares y para ello ofrecerán aumentar la suscripción principal mediante las denominadas sub-cuentas. También están explorando planes más baratos apoyados en publicidad.
El posicionamiento de Apple es mucho más cómodo, pues no es su negocio principal. Tiene todo un ecosistema tecnológico a su alrededor, con una gran vaca lechera llamada iPhone. Puede seleccionar mucho mejor el contenido que quiere adquirir o financiar, pues no se juega su propia existencia. Puede ser exigente y no tiene la misma presión para crear contenido nuevo constantemente con el que rellenar el catálogo. Y el precio de 4,99 euros al mes lo hace casi una compra impulsiva de la que después te olvidas.
El aumento de costes y de precios apuntan en una misma dirección: el fin del crecimiento fácil para Netflix. A partir de ahora, la tarta ya no es solo suya y va a tener que enfrentarse a un puñado de contendientes mucho mejor preparados de lo que estaban hace unos años.
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