Todo apuntaba a que mis ya finalizadas vacaciones serían de ensueño o, al menos, sin sobresaltos. Todo gracias a una desconexión en las montañas leonesas que tan bien conozco desde que tengo uso de razón y cuyas carreteras podría prácticamente recorrer con los ojos cerrados. Y bueno, no soy tan inconsciente como para hacerlo, aunque sí pequé de excesiva confianza en un nuevo tramo marcado con radar. Me di cuenta tarde y pensé "ya está, me han pillado".
En una carretera que tradicionalmente había tenido marcado un máximo de 90 km/h, se dispone ahora de un pequeño tramo a 70 km/h. De repente, vi un coche de la Guardia Civil convenientemente aparcado en un pequeño espacio de la mediana y di por hecho que tenían un radar móvil con el que habían dado caza a mi conducción a ochenta y pico por hora. Más cuando a las pocas horas recibí un alarmante email de la DGT. O eso creía yo.
La trampa que usan los estafadores para engañarnos
Precisamente unas semanas antes de irme de vacaciones había escrito un artículo hablando de las estafas por SMS que suplantan a la DGT informando de una presunta multa pendiente de pago. Fue el último de los muchísimos artículos que he escrito sobre estafas por Internet en la última década. La mayoría de esos fraudes son muy evidentes, pero me conozco incluso los que no son tan previsibles.
Por tanto, suelo ser el típico sabiondo que desconfía de todo. Y así lo hice con un email que recibí en mi iPhone procedente (presuntamente) de la DGT. Venía después de pasarme de velocidad en aquel tramo, ya que me olía la estafa, aunque había indicios para pensar que era real. El primero de todos es que mi app de correo ('Mail' de Apple) y mi proveedor (Gmail) no lo detectaron como spam, por lo que ya de primeras aparecía reluciente en mi bandeja de entrada.
El email no contenía faltas de ortografía, ni otros elementos sospechosos. Quizás lo más raro era que la imagen inicial del correo no había cargado y aparecía con un icono de interrogación, aunque tampoco le daba importancia en aquellos días debido a que estaba en zonas de poca cobertura y era habitual que algunos elementos pesados no cargasen en los emails.
En el contenido se me informaba de forma simple y rápida de una multa pendiente de pago. Sí, el mismo contenido que ya sabía que podía ser fraudulento.Sin embargo, hubo algo que me hizo saltar las alarmas: contenía un enlace que a todas luces parecía verídico. Un enlace en el que se podía leer de forma clara una URL que pertenece realmente a la web oficial de la Dirección General de Tráfico. Y aunque no llegue a pulsarlo con intenciones de pagar la multa, estuve a punto.
La trampa era muy evidente. En realidad el texto del enlace sí contiene una dirección web real, pero al copiar el enlace podemos descubrir que realmente nos llevaba a otro sitio muy diferente. Llevaba a una web fraudulenta que trataba de imitar la web de la DGT y en la cual se informaba de aquella multa pendiente, incluyendo una pasarela de pago con la que "regalar" nuestro dinero a los estafadores.
Por qué hay que desconfiar de estos emails y SMS
Lo que al final vengo a decir con este artículo es que cualquiera puede caer en un momento dado. No me considero ni mucho menos un gran experto en ciberseguridad, aunque como ya comentaba anteriormente, me conozco casi todas las técnicas. Por tanto, pertenezco a un perfil de usuarios complicado de estafar y, pese a todo, casi caigo.
Me pilló en un momento de atención baja, en plena desconexión por vacaciones y con una conjugación del universo que hizo que aquel email lo recibiese apenas unas horas después de haberme excedido en velocidad en un tramo de la carretera y haber visto incluso el vehículo de la Guardia Civil. Si a eso le sumamos que llegase a la bandeja de entrada directamente y que aquel enlace pareciese fiable, tenemos el coctel perfecto para picar.
Sin embargo, el principal motivo para desconfiar es que la DGT jamás envía este tipo de comunicaciones. Los avisos de sanciones llegan a través de carta certificada al domicilio o, en su defecto, es un agente el que te informa tras cometer la infracción. La única forma de consultar las sanciones pendientes desde el iPhone es a través de la app 'miDGT' o la auténtica web de la DGT.
Por cierto, si te quedaste con curiosidad acerca de si me sancionaron, debo decir que no. Es posible que los agentes no hubiesen colocado aún el radar móvil cuando yo pasé. O quizás termine recibiendo la sorpresa en próximos días mediante carta certificada. Quién sabe. Lo que sí he aprendido es a no dar por hecho los tramos de velocidad de carreteras conocidas y a observar todavía más el contenido que recibo por email.
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