Cualquier amante de la tecnología ha oído hablar de Intel, incluso tal vez recuerdes aquellos anuncios en la tele con la sintonía de "Intel Inside". La industria informática no se concibe sin esta corporación fundada en 1968 por tres eminencias, Gordon Moore (sí, el de la Ley de Moore), Robert Noyce (el prestigioso cofundador de Fairchild Semiconductor) y Arthur Rock (uno de los más audaces inversores de Apple). Si Intel muere, con ella muere un pedazo de la historia. Sería como ver desaparecer una isla del tamaño de Reino Unido.
Pero Intel está en apuros. Graves. A nivel industrial ha pasado de valorarse en 290 mil millones de euros a valer tan solo 87 mil millones. Menos de una tercera parte. En 2023 redujo beneficios hasta el 79% y en el 2024, el desplome en Nasdaq se saldó con 1.474 millones de euros menos en sus arcas. La primera consecuencia implicó uno de los mayores recortes en plantilla a nivel mundial, con 15.000 despidos. En resumen, su estabilidad financiera se tambalea tanto que medios como el Wall Street Journal ya anticipan el próximo paso: que sea absorbida por un gigante más estable. ¿Quién? Qualcomm.
Qualcomm estaría en negociaciones para la absorción parcial de Intel
Los rumores son claros: Qualcomm ofreció comprar Intel. La primera se beneficiaría de cientos de patentes y proyectos en marcha y la segunda alcanzaría la liquidez que lleva un lustro clamando. La gran pregunta es, ¿lo consentirían los reguladores anti-competencia? Se daría de bruces contra la ley antimonopolio Sherman, adoptada por el Congreso estadounidense en 1980. El interés puede ser real pero Intel ya rechazó vender su negocio de conducción autónoma, así que este paso es bastante inusual.
Sin embargo, si esta adquisición se materializa, supondría una revolución en el parque tecnológico. Quizá no a simple vista, pero modificaría la hoja de ruta de ambas empresas y, con ello, las del resto de fabricantes de microprocesadores del mundo. Y tal concentración de poderes generaría bastante inquietud en la administración del país, que siempre ha mantenido unas relaciones muy cordiales.
No en vano, Intel es uno de los proveedores clave de material para equipos militares y gubernamentales. La NSA, la CIA y el Pentágono está repleta de tecnología made in Intel y hace apenas unos días se supo que la administración Biden-Harris otorgó 3.000 millones de dólares por el chip Secure Enclave.
Qualcomm es una empresa norteamericana, con sede en San Diego, nacida bajo el amparo de Irwin Jacobs, ingeniero del MIT y buen amigo de la clase política de su ciudad. Intel es otro gigante norteamericano, uno de los pilares de la California techie. Y en economía hay una máxima que aún pervive: cuando uno de los nuestros flaquea, hay que ayudarle. O darle la extremaunción. Porque ante una situación desesperada, medidas desesperadas.
Si Intel desaparece, desaparecerá una historia demasiado relevante
Tras varias décadas de dependencia, Apple se independizó de Intel. Fue encontces cuando comenzó a fabricar sus chipsets Silicon basados en ARM que, si bien los diseñaba la propia Apple Inc, estaban fabricados por TSMC. Han pasado los años y Apple también se quiere independizar de Qualcomm. Si finalmente Qualcomm se hace con Intel, se quitará de en medio a su rival directo. Es como si el Real Madrid adquiriera el FC Barcelona o como si Apple compra Samsung. Un giro de guión histórico.
Qualcomm posee más de 15.000 patentes en todo el mundo (de protocolos tan básicos como Wifi, Bluetooth o LAN), ha invertido unos 50.000 millones de euros en I+D en todo el mundo y ha conseguido liderar para ser la marca predilecta de fabricantes como Samsung, Vivo, OPPO, Xiaomi... ya te haces una idea: todos los rivales chinos de Apple.
Y aquí es la clave de todo: si Intel desaparece, esto solo robustece la posición de Qualcomm y sus aliados, hasta el punto de comprometer la innovación de Apple con su socio, TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company Limited), la líder china. Estaríamos, una vez más, ante un terremoto geopolítico que enfrentaría a la empresa más poderosa de Estados Unidos en su territorio frente al émulo chino. Y el gobierno chino tendría que escalar medidas para no perder posiciones en esta frenética carrera.
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