A medida que los iPhone han ido creciendo de tamaño con los años, siempre he ido criticando ese aumento. Recuerdo cómo pasar del iPhone 4S al iPhone 5 ya me hacía fruncir el ceño, porque mi pulgar ya no llegaba cómodamente a la parte superior de la pantalla. Y ahora, en 2021, miras un iPhone 5 y te ríes de su tamaño, creyendo que es un smartphone de juguete.
Esa actitud también me ha hecho defender los iPhone SE como un teléfono adecuado en tamaño, y más adelante los iPhone 12 mini y iPhone 13 mini. Llegué incluso a decir con mucha seguridad que el sucesor de mi iPhone XS iba a ser uno de esos modelos 'mini'. Y al final, el teléfono que me he acabado comprando ha sido un iPhone 13 Pro Max. Os voy a explicar qué me ha parecido el cambio.
El peso es el que es, pero el resto son ventajas
Las razones por las que he cambiado radicalmente de preferencia os las expliqué en otro artículo: mis manos son muy pequeñas, e incluso el iPhone XS que he estado utilizando durante los últimos tres años me ha obligado a usar el móvil con ambas manos. Al haberme acostumbrado ya a eso, ya no importa un móvil de 5,8 o 6,7 pulgadas. No hay diferencia de uso al usar las dos manos ya.
Eso no quita que cada vez que me pase por una tienda en la que tienen los iPhone expuestos, mire con ojitos de cachorro los modelos mini. Pero sigo defendiendo mi compra después de estar tres semanas utilizando el Pro Max, concluyendo que ha sido la mejor elección después de comprobar que su enorme pantalla lo vale.
Aparte de poder gozar de ProMotion y sus 120Hz variables, algo que por sí solo ya me hace preferir la gama Pro, dicha pantalla de 6,7 pulgadas ya me permite ver ciertos contenidos en el móvil y no en la pantalla más grande del iPad. Si tengo que hacer un viaje corto y no necesito la tableta, ya me planteo descargarme series y películas en el iPhone para poder ahorrarme llevar otro dispositivo más grande. Ese misma excusa sirve incluso para los libros: el iPhone 13 Pro Max tiene un panel lo suficientemente grande como para poder leer eBooks. Incluso manipulo hojas de cálculo con él, poca broma.
Otra gran ventaja que he descubierto con los Pro Max es su enorme autonomía. Me he olvidado de cargar el móvil durante la noche, ya no lo necesito. De vez en cuando lo cargo en mi mesa de trabajo cuando lo necesito, y ya está. Y aún no me he arriesgado a hacerlo, pero sospecho que puedo aguantar dos jornadas sin cargarlo.
También puedo nombrar las cámaras y sus capacidades como otra gran ventaja, pero es algo que todavía no he terminado de exprimir bien. Sí que puedo adelantar que el modo noche es impresionante, logrando buena calidad en ambientes que están prácticamente en la oscuridad total. Tengo pendiente poder sacar partido de todo el resto de funciones.
Si tengo que nombrar un inconveniente, ese es sin duda el peso. Pasar de un XS a un iPhone 13 Pro que (con su funda) pesa literalmente un cuarto de kilo es una transición que aún ahora me está costando. Lo noto mucho cuando por ejemplo intento sujetar el móvil con una mano cuando estoy tumbado en el sofá o en la cama. Y sí, me molesta, no voy a decir que no, pero el resto de ventajas que tengo lo compensan.
Sigo pensando que los móviles pequeños son muy versátiles y muy adecuados. Pero tengo que admitir que, como usuario muy intensivo de móvil a nivel profesional, me ha venido bien abrazar los grandes terminales de gran pantalla. Y no creo que vuelva a móviles más pequeños, sobre todo viendo cómo el futuro es plegable. Sólo espero acostumbrarme a ese peso... y esperar que los fabricantes de pantalones confeccionen bolsillos a medida.
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