En junio la vida nos sonreía: teníamos la perspectiva de todo un verano por delante y la inflación no se había dejado notar tantísimo como ahora. En ese contexto instalé la primera beta de iOS 16 como un impulso irrefrenable que seguro que compensaba cualquier bug o pérdida de autonomía (voz del narrador: no fue así), por lo que ya llevo casi tres meses usando iOS 16... y ya puedo decir un par de cosas sobre lo bueno y lo no-tan-bueno de este sistema operativo.
La sorprendente utilidad
Tener de vuelta algo tan básico como el porcentaje de batería restante siempre a la vista ha sido una reconciliación, y las nuevas pantallas de bloqueo no están nada mal —si bien creo que se aprovecharán mucho más cuando las aplicaciones puedan ocupar la zona de actividades en vivo, por ejemplo para los resultados deportivos en directo—.
No obstante, la posibilidad de combinar de forma simultánea la escritura con el teclado y el dictado de texto es lo que más provecho me ha dado en este trimestre. Uso un iPhone de tamaño Pro Max, así que a menudo, sobre todo caminando por la calle, yendo de pie en el metro o cuando tengo una mano ocupada con una bolsa o algo similar, el dictado de texto es lo que utilizo para responder mensajes de WhatsApp o iMessage.
Sin embargo, hasta ahora solo era posible dictar el mensaje puramente por voz. Y luego, pasando de nuevo al teclado, hacer los ajustes necesarios o completar con palabras que hemos tenido que escribir porque el sistema no las detecta bien, como apellidos poco comunes, nombres de negocios creativos o anglicismos.
La posibilidad de simultanear estos métodos de entrada hace mucho más fácil usar el dictado, algo que muy poca gente usa, sobre todo en comparación con este prolongado amor por las notas de voz.
Ahora es muy sencillo responder sin tener que hacer equilibrios a una mano cuando tenemos la otra comprometida o simplemente cuando queremos ir más rápido, y corregir erratas sobre la marcha o ampliar con palabras que por el motivo que sea no queremos decir en voz alta.
Y lo que nos falta
Lo que menos me ha gustado de iOS 16 son sus carencias. Características que no han llegado pero llevan tiempo siendo demandadas. Por ejemplo, widgets interactuables. Cuando llegaron los widgets actuales en iOS 14, muchos pensamos que su evolución en iOS 15 sería hacerlos interactuables, como lo eran antaño en su rincón dedicado.
Sin embargo, no fue así. Y este año, tampoco. Poder tachar una tarea de la lista de ídems o eliminar un correo electrónico son tareas simples que podríamos hacer sin tener que abrir la app completa, pero Apple restringió estas posibilidades desde el primer día.
Otra carencia es la de unas mejores aplicaciones nativas. Puede que cumplan con lo más básico, pero Apple Music se siente pesada y mecánica frente un Spotify que vuela de lo ligero que funciona. iMessage tiene muchas menos opciones de personalización que WhatsApp, así como una búsqueda mucho más lenta. ¿Cuándo optimizará Apple sus propias aplicaciones?
Pese a estas carencias o aristas que pulir, iOS 16 sigue siendo una vuelta de tuerca a un sistema operativo que funciona como parte de un gran ecosistema y con la versatilidad que le da la App Store. Y a partir de hoy ya podrás instalarlo... siempre y cuando tu iPhone sea compatible.
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