Cuando se acerca la fecha de una nueva Keynote de Apple sentimos que ya lo hemos visto todo y que no nos pueden sorprender con nada. Y no es porque se haya llegado a un punto en el que la innovación es imposible, sino que durante meses hemos sido "bombardeados" con filtraciones de los próximos productos de la manzana mordida.
Ese hermetismo que hacía de Apple una compañía tan mágica ha ido desapareciendo con los años y, con él, cierta ilusión. El ejemplo más cercano lo tenemos con el iPhone 11 (u XI, o como los de Cupertino quieran nombrarlo), cuya supuesta placa base y el diseño con la triple cámara trasera ya lo conocemos meses antes del lanzamiento oficial del dispositivo.
Los responsables de estas filtraciones suelen ser trabajadores de las plantas de montaje en China. Cuando ocurre, Apple investiga para saber quién ha sido el que ha publicado el vídeo/imagen/información, y en la gran mayoría de los casos lo consigue... aunque no suele haber un castigo.
Por qué Apple decide no hacer "nada"
Para los californianos una filtración es un asunto serio. Prueba de ello es que ha formado un equipo de 'Seguridad de nuevos productos' (NPS), una división interna cuya misión principal es detener estas cosas, y se ponen en acción cuando aparecen imágenes sobre un iPad o iPhone que todavía no se ha presentado.
Lo más curioso es que, como comenta Cult of Mac, el culpable no es arrestado por espionaje industrial ya que raramente se avisa a la policía. Involucrar a las fuerzas del orden lo único que haría sería generar todavía más información al respecto, además de confirmar que la información es cierta. Si no se hace nada, todo podría quedar en un rumor.
Además, Apple no puede despedir al filtrador porque trabaja para un tercero, es decir, para el proveedor y no para la propia compañía, por lo que no tiene ningún poder sobre él. Obviamente, se intenta hablar con el jefe o gerente para que tome cartas en el asunto.
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