Algunas de las historias que hay tras los empleados de Apple son verdaderamente fascinantes. Descubrir el verdadero rol de ese misterioso empleado 3.2, o la gran Shaan Pruden, que lleva prácticamente toda la vida en la empresa, hablan sobre Apple a un nivel más profundo y nos llevan a entender mejor la filosofía de figuras como Steve Jobs o Tim Cook.
¿Y si te dijéramos que uno de los principales impulsores de la presencia de Apple en México es ahora un empresario y chef de costillares barbacoa? Es de locos, pero esa es literalmente la vida de Dan DeFossey. No sabemos si habrá coincido alguna vez con Arturo Delgado, el fanático que nunca se ha perdido el lanzamiento de cada nuevo iPhone, pero sí podemos asegurarte que en México vive uno de los ex-empleados más peculiares que haya tenido la compañía de Cupertino en su plantilla.
Educando en marketing desde Long Island hasta Ciudad de México
Tal y como revela su LinkedIn, Dan DeFossey trabajó para Apple desde junio de 2007 hasta noviembre de 2009 como manager en el departamento Apple Retail Junior Internship Program. Tras un arranque en política local, Dan venía de ser maestro y miembro del America Corps, en Texas. Su expertise en este área le valió un puesto en Apple a tiempo completo. Y no se lo pensó: se mudó a Nueva York, hogar desde su infancia —nació en 1979 en Long Island—
Durante aquella etapa elaboró y gestionó "un programa para vincular las tiendas minoristas con la comunidad local empleando a estudiantes de secundaria en un seminario intensivo de doce semanas para enseñar habilidades críticas de negocios y servicio al cliente". El proyecto piloto fue un éxito y se graduaron el 100% de los participantes de este programa.
Al siguiente mes, antes de la campaña de navidad de 2009, se mudó de su piso en Nueva York a trabajar en México City. Su puesto en Apple fue otro: trabajó hasta septiembre de 2012 expandiendo su "programa de marketing educativo a América Latina, ejecutando un presupuesto de 1,5 millones de dólares que elevó los ingresos del equipo de 6 millones de dólares a 50 millones de dólares en tres años".
De hecho, también lideró la expansión a Brasil, gestionó "varias campañas corporativas para aumentar las ventas individuales a estudiantes y educadores", lo que resultó en un aumento del 300% en las ventas, siempre bajo las propias declaraciones publicadas en su perfil.
Anexo a esto, fue uno de los responsables líderes en expandir la presencia de Apple en los campus de todo México, diseñando negocié contratos, hasta inaugurar quince nuevas tiendas en el campus. También el propulsor del Programa Campus Rep de Apple en México y, según parece, sus conferencias anuales de liderazgo lograron una satisfacción general del 99% por parte de los participantes". Ahí es nada.
Sin embargo, todo cambió apenas unas semanas después, cuando dejó abandonó sus lazos con Apple y aprovechó sus contactos con agrupaciones e universidades de México para dar el salto a la consultoría por libre. Así estuvo un tiempo, hasta septiembre de 2013, momento en el que arranca su nueva carrera: vender comida al estilo estadounidense en las zonas más populares de Ciudad de México. Y el éxito ha sido tal que hoy día cuenta con una de las cadenas más exitosas del país. Eso sí, los comienzos fueron realmente duros.
De Apple a la barbacoa
Un buen día, su amigo Roberto Luna estaba de excursión en Ciudad me México y le dijo "deberíamos hacer algo más con nuestras vidas". Aquello se convirtió en un proyecto que crecía y crecía en su cabeza: "No teníamos idea de cómo operar un restaurante y básicamente estábamos aprendiendo sobre la marcha". Compraron un airstream —típica caravana-bar— en Texas, se lo llevaron a Ciudad de México y en menos de un mes abrieron su primer restaurante BBQ al estilo Texas.
¿Qué hacía un "maldito americano" en tierra ajena? Pues eso, abrir un 'Pinche Gringo'. Así se llamó el local. Aunque el arranque fue una ruina: Defossey y su amigo Luna no ganaban más de 30 dólares al día y algunos platos venían devueltos. Pero siguieron practicando, logrando mejores proveedores —importando cervezas locales de Texas— y aumentando en clientela.
Y si bien le pusieron cariño y una clara intención de hermanar culturas, la brecha era evidente: como dijo para IndiaTimes, “No tengo tortillas. No tengo agua jamaica, ni chiles. Y lo más sacrílego es que no tengo limas y a los mexicanos les encanta poner limas en las cosas". Pero el país le acogió y él y su equipo respondieron. El éxito llegó apenas un año después.
Hoy el Grupo Chilangogringo factura unos 10 millones de dólares al año, posee siete restaurantes y varias tiendas de sandwiches. Su local más grande puede albergar a 2.000 personas y cuenta con su propio bar de copas. Este 2024 planea expandirse con otros dos locales. Todo lo aprendido en Apple le ha servido, dice, para aprender a gestionar personal, a lograr una comunicación más efectiva y a minimizar costes y riesgos.
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