Quizás recuerdes aquella época en la que la gran revolución tecnológica eran las criptomonedas. Yo lo recuerdo muy bien, porque en 2013 fui una de esas personas que se animó a guardarse bitcoins en una cartera para luego olvidarse de ella. Era poco dinero pero se quedó atrapado, encerrado en una caja fuerte digital que ya no podré abrir nunca.
Imagina que te ocurre eso, pero a una escala mucho mayor. No con 0,005 bitcoins fruto de un regalo como a mí, si no con 7.000. Lo equivalente a casi 227 millones de euros. Y ahora imagina que de repente encuentras el modo de recuperarlos... y no quieres hacerlo: esta es la historia de Stefan Thomas.
El desencadenante de todo: un vídeo sobre los bitcoin
Stefan es un programador que, en 2011, era uno de los pocos expertos en el entonces nuevo fenómeno de los bitcoins. Muchos querían aprender cómo funcionaban, así que una empresa llamada WeUseCoins le pidió a Stefan que hiciese un vídeo explicando el concepto de bitcoin de la forma más sencilla posible. Este es el vídeo:
No está mal: en menos de dos minutos tienes un resumen conciso de como funciona el bitcoin y las ventajas que ofrece frente a las monedas tradicionales. Al menos, en el contexto de hace más de una década. Cuando WeUseCoins quiso pagar a Stefan por producir ese vídeo, éste pidió el dinero en bitcoins. Y así fue: el trabajo se recompensó con 7.002 bitcoins.
Cada uno de esos bitcoins tenía un valor inferior al de un dólar en esa época, así que no estábamos hablando de una suma demasiado grande de dinero. Stefan decidió guardarlos en una unidad USB cifrada, especialmente pensada para poder almacenar criptomonedas y que puedes usar perfectamente con un Mac. En este caso concreto eligió usar una IronKey S200 apuntando su contraseña en un trozo de papel, y haciendo dos copias de seguridad por si acaso.
Puedes imaginar lo que pasó luego. Esas dos copias fueron borradas por accidente, y el papel con la contraseña se perdió. Y lo que empezaron siendo menos de 7.000 dólares pasaron a ser 140.000 en apenas meses. No debe de sentar demasiado bien.
Diez intentos, quedan sólo dos
Stefan se puso a trabajar. La unidad IronKey S200 acepta que introduzcas diez contraseñas equivocadas antes de bloquearse definitivamente, y a lo largo de los años ha gastado ya ocho intentos. En ese tiempo, los 7.000 bitcoins ya tienen un valor que supera los 220 millones de euros. Con ellos podrías comprarte tantas acciones de Apple que pasarías a tener más poder en la compañía que Al Gore. O eso, o comprarle un iPhone 15 a todos los habitantes de Sabadell. ¿Por qué? Porque podrías.
Con la lógica idea de poder acceder a todo ese dinero, Stefan contactó con un especialista y con una empresa experta en descifrado de este tipo de unidades, para ver si encontraban un modo de poder acceder a los bitcoin. No ha habido avances definitivos (al menos que se sepa), pero una empresa llamada Unciphered contactó por iniciativa propia con Stefan con buenas noticias.
Resulta que esa empresa había invertido muchos recursos para descifrar llaves USB seguras como las de IronKey, y lo habían conseguido. No les resultó sencillo: tuvieron que recurrir a técnicas de tomografía y herramientas con sensores láser para estudiar individualmente todos los componentes del chip que funciona como el enclave seguro de esos USB, para después atacar con fuerza bruta usando 200 millones de intentos para sacar esa clave. Pero lo lograron.
"Gracias pero no, gracias"
Y aquí es cuando viene lo sorprendente de este relato: cuando representantes de Unciphered aseguraron a Stephan que podían ayudarle a acceder a esos 7.002 bitcoin, Stefan les dijo que no. Alegó que aún estaba hablando con otra empresa y un especialista independiente para poder resolver este asunto, y que prefería esperar a sus respuestas. Unciphered ha comentado que no cree que lo logren, con lo que la rivalidad es evidente.
¿Por qué Stefan tiene la tranquilidad de poder rechazar esta oferta de Unciphered? Lo probable es que no necesite ese dinero. Estamos hablando de un experto veterano en criptomonedas que también ha invertido dinero en otros proyectos similares, y que por lo tanto no le tiene que ir demasiado mal económicamente. Fue CTO de Ripple, nada menos.
La moraleja de la historia es, supongo, no perder la calma cuando te encuentras privado de una cantidad de dinero que pasa de ser irrisoria a ser absurdamente grande. La situación económica de Stefan habrá tenido que ver con esto, claro, pero al mismo tiempo tuvo la templanza de no agotar sus opciones y recurrir a profesionales. Y vete a saber: quizás si espera más tiempo esos 230 millones acaban convirtiéndose en todavía más dinero.
Ahora bien, una recomendación: quizás hubiera sido buena idea guardar la contraseña en el llavero de iCloud y no en un papel, para así evitar perderla y conservar un alto nivel de seguridad.
Imagen | Hendrik Morkel
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