Para muchos puede ser algo natural, pero el proceso para trabajar en Apple, sobre todo en la sede central, tenía y tiene mucho de particular. De lo más reciente, se conocen algunas preguntas extrañas que realizan los entrevistadores. Sin embargo, es aún más curioso recordar que Steve Jobs se encargaba en muchas ocasiones de estar frente al entrevistado y, en última instancia, tomar la decisión acerca de si contratarle o no.
Se dice que Jobs dedicaba alrededor de un 20% de su tiempo en contrataciones, por lo que de este proceso hay muchas anécdotas. Algunas tan extrañas como la de la "prueba final" que consistía en llevar al candidato a un bar. Investigando todas ellas, nos hemos encontrado con que incluso había ciertas palabras que era mejor no pronunciar frente a Jobs. No al menos si se quería agradar al gran jefe y acabar formando parte del equipo de la manzana.
El rey del marketing no quería saber nada del marketing
Ser una de las empresas que más en serio se toma el marketing y que acumulan más éxitos gracias a ello no es algo en absoluto malo. De hecho, es lo que persiguen todas las empresas con sus acciones comerciales. Hasta las más pequeñas. Sin embargo, a Steve Jobs le descalabraban los términos "brand" (marca) y "marketing" (mercadotecnia).
Allison Johnson fue vicepresidente de marketing de Apple desde 2005 y hasta 2011, año en el que Jobs falleció. Durante ese tiempo estuvo en comunicación directa con él y hace años confirmó ese "odio" de Jobs a los términos de marca y marketing. En declaraciones que recogieron en Business Insider, Johnson las calificó como las palabras más "odiadas y temidas" por Jobs. Y más o menos entendibles, el por entonces CEO de Apple tenía razones para ello.
En palabras de Johnson, Steve consideraba que gran parte de la población asociaba esos términos a elementos artificiales que se publicitaban fundamentalmente en televisión. Los productos de Apple, creía, eran mucho más que eso. De ahí que quienes trabajaban cerca de Jobs prefiriesen no usarlas. Es algo que probablemente no descartase por completo a un candidato, pero desde luego que pocos convencerían a Jobs usándolas repetidamente.
Desenvolverse bien en un área informal era clave
El motivo de llevar a los candidatos a un bar que comentábamos en la introducción no era ni mucho menos casual. De hecho, guarda mucho sentido con eso de valorar mejor al candidato con una perspectiva global más allá de lo que él desea transmitir cuando se le realiza la parte formal de la entrevista.
Por mucho que se estuviese junto al mismísimo Steve Jobs, un bar es al final una zona de mucho más confort que una oficina. Un lugar en el que a priori no hay peligro y se da pie a conversaciones y actitudes mucho más naturales. Al final esto es igual de importante que las aptitudes profesionales y si se pasaba esa prueba, el candidato prácticamente estaba firmado para incorporarse a la compañía.
También había una variante del bar, que era la de pasear alrededor de las instalaciones de Apple. Se decía que aquellos que aguantasen más tiempo caminando junto a Steve, más probabilidades tenían de ser contratados (algo así como el ya icónico programa 'Next' de Neox).
Uno de los que tuvo ese privilegio (o desgracia, según se mire) de caminar junto a Jobs relató como su paseo apenas duró 100 metros. No sabe a ciencia cierta qué dijo o hizo, pero algo no debió convencer al CEO, quien se dio la vuelta tras dar unos pocos pasos. "Estaba muy claro que Jobs pensaba que yo era un idiota", comentó ese candidato frustrado.
Jobs intentaba "molestar" al candidato
Hay un libro de título larguísimo ("In the Company of Giants: Candid Conversations with the Visionaries of the Digital World") en el que se revelan algunas de estas anécdotas sobre las entrevistas que hacía Jobs. En él aparece una que va muy hilada a lo anterior, con respecto a conocer las reacciones naturales del candidato. Y para ello, Jobs reconoció que trataba de incomodarles. Por ejemplo, criticando sus anteriores trabajos o sus logros.
Lo que Jobs perseguía con esto es que el candidato respondiese sin titubeos y se defendiese exponiendo sus razones para ello. "Quiero ver cómo son las personas bajo presión. Quiero ver si se rinden fácilmente o si tienen convicción firme", decía el por entonces CEO de Apple en aquel libro.
A fin de cuentas, el objetivo último de esta estrategia era el de descartar a personas que sólo querían agradar. Estar ante un hombre como Jobs, ya no por su personalidad, sino por el rango empresarial que tenía en Apple, imponía. Agachar la cabeza y darle la razón es algo que, aunque doloroso, parecería la solución más fácil muchas veces. Aparte, podría existir cierta tendencia a pensar que si se le llevaba la contraria acabaría descartándoles para el puesto. Realmente, era todo lo contrario.
Era mejor no hacerle una presentación con PowerPoint o Keynote
Se ha dicho mucho que Steve Jobs odiaba las presentaciones formales. También tienen ese sentimiento algunas otras grandes personalidades de la industria como Jeff Bezos o Jack Dorsey. Para Steve en concreto, no sólo se consideraba aburrido, sino que decía muy poco de la persona que le hablaba.
"La gente que sabe de lo que está hablando no necesita PowerPoint", llegó a decir Jobs en su biografía autorizada escrita por Walter Isaacson. Para él, encerrarse detrás de una presentación era el camino fácil y una muestra de falta de conocimientos sobre el tema que se quiere exponer, considerando que era mucho más práctico una charla a viva voz sin elementos digitales para así dar fe de que uno sabe de lo que habla.
Si bien no es normal acudir a una entrevista de trabajo con una presentación, tampoco es que suene de lo más extraño. Podríamos pensar que es una buena forma de mostrar nuestra trayectoria profesional y exponer nuestros proyectos futuros para la empresa con la que deseamos trabajar. Sin embargo, estos precedentes nos hacen ver que no es tan buena idea si a quien se tenía en frente era Steve Jobs.
Imagen de portada | Ideogram
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