Hace ya 13 años que falleció Steve Jobs y cinco desde que el diseñador Jonathan Ive abandonó Apple. Sin embargo, sigue presente parte de su legado en las cajas de productos como el iPhone. Sí, esas mismas cajas en las que cada vez encontramos menos elementos tras el adiós del adaptador de corriente en 2020 y el de las pegatinas de Apple este año.
El caso es que, pese a ser cada vez más pequeñas y con menos accesorios, absolutamente todo en las cajas de Apple está medido. Desde el diseño hasta la distribución e incluso el olor. Sí, un olor muy característico y del que se han hecho incluso fragancias. Y todo, por supuesto, responde al marketing.
La obsesión de Jonathan Ive
Es de sobra conocido que cuando Steve Jobs aterrizó de nuevo en Apple en 1997 se fijó en Jonathan Ive. Un joven y tímido miembro del equipo de diseño de origen británico que derrochaba potencial. Tan bien lo vio Jobs que tardó poco en convertirlo en jefe de diseño y su mano derecha. Hasta su retirada de Apple en 2019, Ive fue pieza fundamental en los productos de Apple, cuidando lo que desde la nueva era Jobs y hasta el día de hoy sigue siendo un pilar fundamental en Apple: el diseño.
De la mano de Jony Ive nacieron todos los diseños populares que hoy conocemos, como el iPhone, el iPad, el Apple Watch, los AirPods. Incluso el Vision Pro, pese a que este fuese lanzado años después de la marcha del diseñador. También tuvo trabajo en el gigantesco Apple Park inaugurado en 2017 como nueva sede de Apple.
La obsesión de Jony Ive por los detalles llegaba hasta el extremo de diseñar al dedillo las cajas de los dispositivos. Con el iPhone se vivió un punto de inflexión y es que hasta entonces las cajas de los teléfonos móviles eran… eran cajas sin más. Aparecía impresa una foto del dispositivo, la operadora que lo comercializaba, así como un montón de información en texto sobre sus capacidades.
El iPhone brilló desde su primera generación cambiando por completo aquellos esquemas de diseño y apostando todo por un embalaje minimalista en el que antes de descubrir el producto ya nos enamora. Su diseño impreso en 3D a tamaño real, un letrero en los laterales con el nombre del producto y ya. Tan apreciada es esta idea de diseño que hasta existen coleccionistas de cajas de iPhone.
Los cuatro pilares psicológicos del packaging de un iPhone
Marketing y psicología van de la mano, puesto que crear una marca o un producto concreto exigen de conocer bien la mente de los consumidores. No se trata de engañarlos, como quizás pueda malinterpretarse de forma habitual. El marketing trata de convencer y para ello las mentiras tienen las patas muy cortas.
Por eso, en este caso concreto Apple ha tratado de cuidar hasta el más mínimo detalle para estimular al usuario antes incluso de que tenga el iPhone en la mano. Algunos expertos en la materia han hablado de ello en multitud de ocasiones y todo se acaba resumiendo en cuatro puntos clave:
- Emoción y anticipación: desde el momento en que un usuario tiene la caja en la mano ya siente esa alta expectación por conocer lo que hay dentro. En cierto modo ya lo sabe y la caja ya se lo intuye, ya que su diseño es una excelente antesala del producto que está a punto de ver.
- Minimalismo y calidad: el usuario no se siente en ningún momento engañado o agobiado por recibir una cantidad indecente de información antes de abrir la caja. No está ante un completo resumen del dispositivo, ni conoce todas sus aristas todavía. Tiene lo justo y necesario para saber ante qué se encuentra y con el añadido de tener una sensación de estar ante un producto de suma calidad, ya que lo más simple de él, que es su caja, ya se lo muestra con materiales y diseños muy cuidados.
- Estímulos sensoriales: el usuario se encuentra ante un momento que, aunque haya vivido antes, no deja de embriagar sus sentidos. Desde el olor que transmite la caja al abrirse hasta los sonidos tan característicos al retirar los protectores de la pantalla.
- Ritualización: sí, con el paso de los años eso de abrir la caja de un iPhone se ha convertido en todo un ritual digno de compartir. Tanto es así que las redes se inundan de los clásicos unboxing con cada generación. Una experiencia que se vive con intensidad incluso aquellos que están simplemente viéndolo a través de una pantalla.
Al final, lo que todo esto pretende es que crezca la conexión emocional del usuario con Apple hasta el punto de que abrir la caja del producto se convierta en parte indispensable de la experiencia. No hace falta esperar a encender el dispositivo, navegar por sus menús o hacer las primeras fotos con él.
Es quitar las pegatinas que protegen la caja y empezar a disfrutar de una experiencia única. Tal y como querían Steve Jobs y Jony Ive. Tanto es así que años después de sus etapas, Apple sigue esta línea con sus cajas. También otras compañías han imitado esta estrategia y la caja de prácticamente cualquier smartphone genera sensaciones similares.
Imagen de portada | Zana Latif en Pexels
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