Las personas "malcriadas" en su infancia suele mostrar estos siete rasgos cuando son adultos, según la psicología. Ahora entendemos lo de Steve Jobs

  • La polémica actitud de Steve Jobs y otros tantos adultos podría tener un origen claro y común: una mala infancia en la que fueron malcriados

  • Los expertos advierten de los rasgos adultos más comunes de haber sido malcriados y recomiendan prevenirlos desde niños

Steve Jobs
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No es nuevo saber que Steve Jobs tenía un lado oscuro, no hay más que conocer un poco de cómo era de agrio su carácter en muchas ocasiones. Lo que ahora sabemos es que podría deberse a una infancia complicada, que suena a excusa, pero hay muchos expertos que hablan de ello. No hay que olvidar que Steve Jobs fue un niño abandonado que acabó con una familia de adopción.

Los expertos del Rincón de la Psicología revelan algunas características de los adultos que pueden deberse a ser "malcriados". En todos los sentidos, desde una infancia compleja como la de Jobs hasta aquellos que sencillamente han sido consentidos en exceso por parte de su familia.

Corregir estas actitudes desde niño hacen un mejor adulto

Para los psicólogos, hay ciertos rasgos de una persona adulta que pueden derivar del comportamiento de su familia en la crianza cuando era niño. Por tanto, aconsejan a los padres tratar cuanto antes ciertas actitudes para evitar que en el futuro permanezcan ciertas actitudes negativas o emerjan otras nuevas como las siguientes:

Egoístas

Aunque durante cierta etapa del desarrollo es normal que un niño sea egoísta, no es una conducta adecuada una vez que se superan los 6 años de vida. Les puede perjudicar de cara al futuro y de hecho se describe como la principal actitud que da muestras de haber sido malcriado. Y aunque suene a tópico y parezca más fácil escrito que aplicado, lo cierto es que no queda otra que no darles todo.

No son empáticos

No quiere decir que no puedan ser personas simpáticas, sino que sencillamente no tienen empatía por los demás. Se pide desarrollar la comunicación asertiva desde pequeños para que ya en la vida adulta se tenga la capacidad de empatizar y ponerse en la piel de los demás.

Impulsivos

La impulsividad no es por sí sola negativa, pero puede jugar malas pasadas si las decisiones que se toman de adulto se sustentan en su mayoría de esta forma. Los expertos vinculan esto al egoísmo y piden no entregar a los pequeños lo que piden siempre al momento, sino enseñarles lo que es la "gratificación diferida", que no es otra cosa que posponer una recompensa pequeña del presente por una mayor en el futuro.

Indisciplinados 

Sin llegar a los extremos de exigencia que puedan ser perjudiciales, sí se recomienda ser estrictos con los niños desde pequeños, imponiéndoles unas ciertas rutinas y normas. De ese modo, lograrán adaptarse a los cambios mucho antes y tener una vida mucho más organizada y disciplinada.

Incapacidad de gestionar conflictos

El miedo al conflicto no es malo de forma general, pero tratar de huir de cualquier tipo de ellos sí lo puede ser. Y es por eso por lo que se hace nuevamente enfásis en la comunicación, en ayudar a expresar todas las ideas desde pequeño y respetar cualquier punto de vista. Un ejercicio que también se han de aplicar los padres y que ayudará a que en el futuro sepa resolver los problemas por sí solo o, al menos, a no huir de ellos.

No son corteses

El "gracias" y el "por favor" deben ser forjados a fuego en el cerebro desde pequeños. Es una cuestión de educación y respeto por los demás, sean conocidos o no. A menudo, los niños que no son educados en estas formas acaban teniendo una actitud déspota de adultos y, aunque sea de forma inconsciente, necesitando un trato especial.

Intransigentes

Vinculado de nuevo con todo aquello de los conflictos, la asertividad y el egoísmo, a menudo nos encontramos con adultos cabezotas que no son capaces de cambiar su posición ni siquiera cuando se les presentan evidencias de estar equivocados. Por eso los expertos inciden tanto en enseñar a comunicarse correctamente y a no tener miedo a equivocarse y cambiar de rumbo.

Obviamente, para corregir esas actitudes se necesita paciencia y en muchos casos ayuda de profesionales. De ahí que todos los expertos recomienden a las familias ponerse en manos de profesionales, tanto ellos como educadores como del pequeño. De ese modo se podrán adaptar las técnicas a las circunstancias de cada familia.

Vía | Trendencias

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