Crear una pantalla táctil con el éxito que tuvo la del iPhone original requiere mucha más investigación y pruebas de las que podríamos imaginar. Algo de lo que se dieron cuenta rápidamente en Cupertino es que por la forma de nuestro dedo no tocamos donde queremos tocar, algo que nuestro iPhone, también los últimos modelos, ha de tener en cuenta.
La forma de nuestro dedo tiene mucho que decir
Hagamos una prueba. Demos la vuelta a nuestro iPhone y tratemos de usarlo. Pulsemos algún botón, tratemos de teclear algo y notaremos rápidamente que parece que nuestra puntería se haya ido de vacaciones. No hay manera de dar con ningún botón. Tocamos demasiado arriba, o demasiado abajo, ¿qué está pasando?
Tal como nos recuerda Ken Kocienda en un tuit, la curvatura del dedo hace que sintamos que tocamos en la pantalla notablemente más arriba de lo que de verdad hacemos. Una buena pantalla táctil tiene que tener esto en cuenta y corregirlo, y este es el motivo por el que usar el iPhone del revés es casi imposible.
En ese proyecto ultrasecreto llamado iPhone, algo tan simple como subir ligeramente el punto de contacto con la pantalla al momento de pasar el toque al sistema operativo fue crucial para el éxito del iPhone. Gracias a este recurso nos encontramos ante un teclado virtual que de verdad podíamos usar y ante un iPhone que sabía muy bien dónde queríamos tocar.
Esta es una de las muchas curiosidades detrás del iPhone original. Otra es por qué los iconos de iOS miden exactamente 57 píxeles, algo que guarda una relación directa con la naturaleza táctil de su pantalla. Curiosidades que siguen presentas en los iPhone más actuales y que, sin duda, sorprenden al conocer sus razones.
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