Una fuente anónima revela cómo fue reclutada para Apple: no estaba interesada pero acabó trabajando durante más de una década: "Steve Jobs me atrapó"

Una fuente anónima revela cómo fue reclutada para Apple: no estaba interesada pero acabó trabajando durante más de una década: "Steve Jobs me atrapó"

La autora del relato recuerda cómo llegó a Cupertino tras doctorarse en el MIT, sin interés de aceptar la oferta. Terminó quedándose toda una vida

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Steve Jobs Caminando Por Infinite Loop

Hay testimonios que ponen los pelos de punta, por vibrantes, emocionales y porque van más allá del mero trámite laboral. Una de esas icónicas historias que nos ayudan a imaginar, al menos en parte, cómo sería trabajar al lado de Steve Jobs, esa especie de fuerza de la naturaleza que nunca terminaremos de entender del todo.

Si bien la fuente es anónima, el siguiente relato ha sido confirmado y validado por Gloria Lin, ingeniera de diseño de producto en Apple entre 2011 y 2025, y por Denis Bykov, exgerente de proyectos de ingeniería que trabajó en Apple en 2016. Dicho relato, publicado hace siete años y actualizado hace uno en Quora, profundiza en las dinámicas laborales de aquella época, en 2003. Y nos ofrece una perspectiva hasta ahora inédita sobre cómo Steve Jobs contrataba a algunos empleados que quería tener sí o sí entre sus filas.

Una jornada particular con Steve Jobs

La autora de nuestra historia de hoy llegó a Cupertino con cierto escepticismo, sin una intención clara más allá de la curiosidad. Tras completar su doctorado en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), viajó para conocer las instalaciones y darse un paseo por aquel corazón tecnológico.

Un alto ejecutivo la entrevistó y pasó un buen rato rellenando formularios de aptitud, respondiendo todo tipo de cuestiones. Pero a mitad de la entrevista una voz salió desde atrás de la sala y cortó el aire. Era Steve Jobs. Interrumpió sin miramientos y le dijo al vicepresidente senior que se marchara, que saliera inmediatamente.

Jobs y ella se quedaron solos. Sonrió mientras leyó el formulario, un amasijo de notas que acabó tirando y acabó chocando contra una pintura colgada en la pared. La obra de arte acabó cayendo al suelo. Él ni se percató y luego dijo:

— ¿Quién eres?

— Mi currículum está sobre el escritorio.

— No te he preguntado eso.

Ella le contestó mientras Jobs seguía con la mirada clavada. Automáticamente, Steve volvió sobre la pregunta: "Si quisiera saber tu nombre, te habría preguntado cuál era. Te pregunté quién eras".

Ella no tardó en responder que, si bien no estaba interesada en la oferta de empleo, accedió a la entrevista porque no quería arrepentirse de haber rechazado antes de tiempo. Aquella actitud altiva y arrogante se lo estaba "poniendo fácil", recuerda. Pero Steve no tardó en contraatacar: "Sabes quién soy , ¿verdad?. Sabes que soy Steve, Steve Jobs". Ella asintió de forma reiterativa y él le invitó a salir de allí, a pasear y disfrutar de un día "increíblemente genial". Al fin y al cabo, ella nunca estuvo interesada en aceptar esa oferta de empleo.

Una caminata que marcó el futuro

Como los peripatéticos, ambos caminaron, paseando sin prisa. Ella no tardó en advertir que la gente incluso lo evitaba, pero Jobs seguía llenando cada pasillo con su presencia. En cierto momento, Jobs le preguntó por qué rechazaba, si era por su actitud grosera. "¿ De verdad eres consciente de que eres tan grosero?", recuerda la autora del relato. "Por supuesto, sé que fui grosero. Soy Steve, normalmente soy grosero", respondió Jobs, totalmente convencido y seguro de sí mismo.

Steve Jobs Pensando

Entonces Jobs habló de los logros de Apple, del iPhone y el iPad, con una pasión casi infantil, con genuina fe e ilusión en lo que decía. Poco después le presentó a Jonathan Ive. Charlaron con complicidad. Y al cabo de un rato entraron preguntando por Jobs: al parecer, alguien muy importante llevaba 90 minutos esperándole. Steve se disculpó pero aún tuvo agallas de hacerle esperar otro rato e invertir tiempo para hacer su última oferta: tres veces el salario mensual promedio, coche y oficina privada. "Te pagaré hasta los costes de la mudanza", alegó. "Ni siquiera sabes mi nombre todavía, Steve", respondió ella.

En ese momento algo extraño sucedió: Steve Jobs recitó su nombre completo y empezó a dar decenas de datos, dónde y cuándo fue a la escuela, su fecha cumpleaños, dónde se crió, sus calificaciones, etc. Aquello la dejó completamente descolocada. Lo suficiente para aceptar probar durante un mes y ver hasta qué punto esa especie de jugarreta era el principio de una historia diferente. "Te veré mañana", dijo él. "Lo sé", respondió ella, aún sabiendo que era viernes.

"Contratada por Steve"

Hagamos una pausa. Porque lo más gracioso de todo esto es que acababa de ser contratada pero ni siquiera sabía para qué. ¿Cómo siquiera iba a validar aquella oferta verbal con el departamento de Recursos Humanos? Tardó ocho o diez minutos en llegar a la primera sala donde fue citada y, para entonces, todo lo que acababa de decir Jobs ya había sido redactado por escrito. Tres personas la esperaban para hacer realidad aquellas locas promesas, desde la gestión del vehículo hasta traer sus cosas personales a la sede de Cupertino. Firmó el acuerdo de confidencialidad y cuando preguntó cuál sería su rol, la respuesta la desconcertó aún más: "contratada por Steve".

Original De Peter Belanger Para Macworld

En menos de 30 minutos le entregaron las llaves, la dirección del apartamento y le facilitaron un mapa del Infinite Loop, sede oficial de la empresa desde el regreso de Jobs en 1997 y a unos kilómetros del Campus 2, el que a la postre acabaría siendo el Apple Park. Ah, y un recordatorio letal: "no llegues tarde", algo que a Steve Jobs le ponía enfermo. Se dice que él se levantaba cada día a las 6:00 y entraba en la oficina a las 8:00 en punto.

Y así pasaron casi tres años, contratada hasta que volvió a mudarse. "Steve me atrapó", relata emocionada mientras recuerda que ama a aquel tipo tan intratable. Según sus palabras, aún sigue en las filas de la compañía: "cambió tantas cosas.... pero lo más importante es que me cambió a mí. Soy una mejor persona por conocerlo. Me dio una vida realmente maravillosa".

La fuente anónima finaliza recordando que Steve siempre trabajó más duro que nadie, asumiendo los riesgos, sin omitir los fracasos y creyendo en las personas. Su actitud abrasiva, hasta "mezquina", su lado oscuro, chocaba con ese impulso por sacar lo mejor de cada compañero, empujándolos a cumplir con plazos casi imposibles e innovando "más allá de nuestra imaginación más loca". Una anécdota fascinante que glosa mejor que ningún libro esa ética laboral y esa personalidad elusiva de la figura más relevante en la historia de Apple. Alguien que ha dejado una huella eterna.

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