Steve Jobs no abusaba de verborrea. Sus palabras, con tono calmo, casi siempre escondían un significado más allá de lo obvio. Pero olvidémonos de esa carta que corrió como la pólvora por internet, completamente falsa, que focalizaba la atención en un alegato cuasireligioso. Hace apenas un mes se dio a conocer el que, a la postre, fue su último email. Y es muy especial.
Una especie de recordatorio para sí mismo, de hecho. Porque tal vez Jobs, quien incluso quiso ser astronauta, era un magnífico comunicador, un orador cauteloso capaz de mover a masas con su aspecto humilde. Sin embargo, Jobs también se obligaba a recordar ciertas cosas, a escuchar esa parte de su conciencia que le recordaba por qué logró tantísimos éxitos a lo largo de su vida.
La última "carta" de Steve Jobs
La viuda de Steve, Laurene Powell Jobs, quien vela en buena medida por su legado, ha sido quien ha presentado este archivo, recordando la propia filosofía de su difunto marido. Una filosofía arraigada en esa percepción de que todo lo que nos rodea, "fuera del mundo natural, todo en el entorno construido y todos los sistemas que gobiernan nuestra vida en el planeta fueron construidos y diseñados por otros humanos".
Interdependencia, dicho en una sola palabra. Pero también interconexión, ya que todos estamos influenciados por esta conexión, pero también influenciamos sobre ella o modificarla. "Una vez que tienes esa idea, entiendes que tú, como ser humano, puedes cambiarla, puedes estimularla, tal vez puedas interrogarla y estirarla. De esa manera, sucede el progreso humano", concluye Powell Jobs.
A continuación, tal y como figura en el SteveJobsArchive, el jueves 2 de septiembre de 2010, a las 23:08, este es el email que Steve Jobs escribió el para sí mismo:
Cultivo poco de lo que como, y de lo poco que cultivo
no crié ni perfeccioné las semillas.
No confecciono mi propia ropa.
Hablo una lengua que no he inventado ni perfeccionado.
No descubrí las matemáticas que utilizo.
Estoy protegido por libertades y leyes que no he concebido, legislado, aplicado o juzgado.
Me conmueve música que no he compuesto yo mismo.
Cuando necesité atención médica, no pude
para ayudarme a sobrevivir.
Yo no inventé el transistor, el microprocesador, la programación orientada a objetos ni la mayor parte de la tecnología con la que trabajo.
Amo y admiro a mi especie, viva y muerta, y soy totalmente dependiente de ellos para mi vida y mi bienestar.
Enviado desde mi iPad
Y, la verdad, abruma. En muy pocas frases se aprecia una observación profunda sobre los distintos sectores y las necesidades, desde las más primarias, como comer o vestirse, desde la pura supervivencia, hasta otros aspectos como el laboral o el ocio, conectando su amor por su música favorita.
En resumen, Steve Jobs supo encapsular, en esta especie de poema en verso libre, la esencia misma de nuestra identidad como seres humanos. Que somos interdependientes.
Ver 3 comentarios