¿Y si te dijéramos que la tarjeta comercial más cara del mundo perteneció a Steve Jobs? Por encima de cualquier otro intelectual, pensador, científico o político: hace apenas unos días, una tarjeta comercial de Steve Jobs fue vendida por casi 170.000 euros al cambio. Ha batido todos los récords conocidos.
Lo irónico de todo esto reside en que hoy día es relativamente acceder a subastas de estas tarjetas, ya que Jobs difundió decenas de ellas mientras vivía. Sin embargo, entre los escasos recuerdos privados de Albert Einstein se encontró una tarjeta y solo se pagaron por ella, en 2001, 8.125 dólares.
Qué es una tarjeta comercial
Las tarjetas de visita fueron la base de la comunicación profesional hace algunos años. Confería cierto aire corporativo en el mundo yuppie de los 80, pero hacia los 90 su fama empezó a decaer y hoy apenas es un apéndice del mundo del marketing. Siguen siendo útiles como recordatorio, ya que contienen habitualmente la información de contacto y puede ser útil para tener esos datos por la mano.
Famosa es la escena de American Psycho escrita por Easton Ellis donde el protagonista, Patrick Bateman, se siente frustrado porque otros compañeros cuentan con tarjetas estéticamente mejores. Algunas de esas tarjetas se imprimían en cartulina, en papel rígido y se plastificaban para evitar su deterioro. Detalles como la tipografía, densidad o el gramaje del papel estaban directamente asociados al estatus de la persona que portaba dichas tarjetas. Y hubo un tiempo donde negarse a darla era, en sí mismo, símbolo de poder.
Para rematar esa sensación de exclusividad, algunos usuarios firmaban o imprimían tarjetas con la firma. Y estas son las más valiosas: una tarjeta de visita de SpaceX firmada por Elon Musk fue subastada por más de 36.200 euros al cambio.
Las tarjetas comerciales se revalorizan
Las tarjetas de visita son hoy una rareza que se usa cada vez menos, razón de más para coleccionarlas. Si echamos un ojo a un informe de NewAtlas, veremos que se han subastado tarjetas de personalidades como Bruce Lee, el expresidente de los Estados Unidos Barack Obama, el siempre candente Bill Gates o el legendario Wyatt Earp, un pistoledo legendario que trabajó como sheriff a principios del siglo XX. Pero Steve Jobs, con mucha diferencia, copa el listado con más de veinte unidades subastadas:
No pocas veces ha sido debatida la categoría de genio cuando se habla de Steve Jobs. Sus innovaciones históricas, su perspectiva única y forma de trabajar, en cambio, demuestran sobradamente sus capacidades. Además, muchas de sus costumbres, como sus rutinas diarias o la forma de vestir de Steve Jobs coincidía con la de Albert Einstein.
Lo que está claro es que Einstein tenía razón. O, mejor dicho, el Einstein que imaginó Christopher Nolan en su última película, algo descreído y sin tanta obsesión por la transcendencia. En esta película, Robert Oppenheimer vive torturado por haber sido el padre de la bomba atómica. Durante sus últimos años, poco a poco se desvincula de varios logros científicos, tal y como apuntan las memorias 'Prometeo americano', en las cuáles se basó Nolan para la cinta.
En dicha película, el mismísimo Einstein quita hierro a la situación diciendo "Te felicitarán, te dirán que todo está olvidado". Einstein, un pacifista consagrado, también rechazó los avances que impulsaron a la creación de la bomba atómica, y queda un registro de audio en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton. Pero aunque ninguno de los avances de ambos han sido olvidados, parece que sus figuras sí son menos "exitosas", en términos de popularidad, frente a la perenne imagen de Steve Jobs.
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