Cuando Steve Jobs reunió al equipo que estaba desarrollando el Mac primigenio en un retiro en Carmel, California, poco sabían los asistentes que escucharían uno de sus discursos más contundentes. Era enero de 1983 y el proyecto estaba perdiendo fuelle. Por lo que Jobs necesitaba un revulsivo que entusiasmara al equipo para el trabajo final. Fue entonces cuando les dijo este lema: "Es mejor ser un pirata que unirse a la armada".
El significado de los piratas en medio del desarrollo del Mac
A comienzos de los años ochenta, Apple estaba creciendo de forma apresurada. Hasta tal punto, que empezaba a necesitar un CEO profesional. Pero eso no sucedería hasta meses después de esta reunión, cuando Jobs convencería a John Sculley que dirigiera Apple. Steve no estaba preparado para ese puesto y tampoco le interesaba. Prefería desarrollar productos y ahí el Mac acaparó toda su atención. En un momento dado, Jobs se encontró con que algunos miembros del equipo consideraban que el proyecto estaba perdiendo su espíritu irregular.
Ser un pirata significaba moverse rápido, libre de burocracia y políticas internas. Significaba ser audaz y valiente, dispuesto a tomar riesgos considerables para obtener grandes recompensas. A Steve tampoco le importaba robar buenas ideas de otros de vez en cuando, como en la cita de Picasso de que "los buenos artistas copian, los grandes artistas roban".
Así recuerda Andy Hertzfeld el discurso de Jobs en este retiro. Lo cierto es que esa sesión impactó enormemente al equipo, no tomándolo como algo literal sino simbólico. Y permaneció en la cultura de la compañía, impregnándose en la forma de afrontar los problemas y productos.
The Pirate Mac flag is flying at Apple HQ. #Apple pic.twitter.com/ojf5GI0jNV
— jontanner (@jontanner) April 1, 2016
Jobs supo imbuir a todo el equipo primero y, tras su retorno en los años noventa como CEO, a la propia compañía después. Un ethos con un fuerte anti-establishment que empuja a no conformarse con las cosas y a desafiar el orden establecido. Cuando el equipo del Macintosh original se mudó poco después a un nuevo edificio, colgaron de un mástil una bandera pirata creada por la diseñadora gráfica Susan Kare: el característico parche en el ojo era el logo de Apple.
El tiempo ha pasado y la Apple de entonces no es la de ahora, líder en capitalización bursátil y con unos resultados financieros a prueba de crisis y guerras. Su enorme influencia mundial sería un signo de que se ha convertido en el establishment contra el que tanto luchaba Jobs, de no ser porque se sigue percibiendo ese desafío.
Desafío a través de sus productos, con el salto a los procesadores Apple silicon desde Intel. Desafío a la creencia de que Netflix controla el entretenimiento y no hay nada que hacer, cuando Apple TV+ propone cosas distintas. Desafío a la computación tradicional con el propio iPad. Poco tienen que ver ambas compañías, separadas por mucho más que casi cincuenta años. Pero estos son solo unos pocos ejemplos de que el espíritu pirata sigue estando ahí latente.
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