Los chicles no pasan por su mejor momento. Y en Estados Unidos achacan la debacle de ventas de la goma de mascar al iPhone. La tesis es sencilla: cuando estamos esperando en la cola del supermercado, ya no miramos al pasillo de compras impulsivas. Estamos mirando el iPhone.
Adiós a las compras impulsivas en el supermercado
Ya en 2017, las ventas de chicles en EEUU estaban en declive y nadie sabía por qué. Hasta que Euromonitor International aseguró ese mismo año que la culpa era del iPhone y del smartphone. En un estudio hecho desde 2007, el año del lanzamiento del proyecto ultrasecreto llamado iPhone, la firma encontró que las ventas de chicles habían caído un 15%.
El iPhone no deja suficiente tiempo libre para la gente para que necesiten mascar chicles.
Ese es el principal argumento con el que el iPhone habría disrupcionado una industria tan alejada de la electrónica como la del chicle. Mascar chicle era una de las formas favoritas de la gente para pasar el rato y pensar que estabas haciendo algo. El iPhone ha llenado todos esos pequeños huecos de tiempo libre a lo largo del día.
Ya no hay espacio para aburrirse, pues nos basta con acudir al bolsillo o bolso y obtener entretenimiento inmediato. Es por eso que en las colas del supermercado, lugares tradicionales donde se encuentran compras impulsivas como los chicles, ahora ya no miramos a nuestro alrededor. Sacamos el iPhone y nos zambullimos en cualquier cosa: noticias, redes sociales, mensajería y demás.
El impacto en el chicle es, por tanto, doble. Primero, su compra pasa desapercibida en la cola del supermercado, pues estamos con el iPhone en la mano y se reducen las compras irreflexivas. Segundo, porque cuando tenemos un mínimo hueco volvemos al iPhone para entretenernos en su infinidad.
Otras teorías que explican el declive del chicle
Aunque la teoría de que el iPhone y smartphone en general han acabado con nuestra impaciencia y las compras impulsivas tiene cierto sentido, hay otras posibles explicaciones. El espacio en los bolsillos parece ser una de esas claves que no se suele tener en cuenta.
Antes llevábamos todo tipo de cosas mezcladas en el bolsillo: llaves, monedas, cartera, chicles. Cuando llegó el iPhone y su frontal todo pantalla, comenzó a habitar uno de los bolsillos en solitario. Y eso provocó que hubiera una reorganización de prioridades en las cosas que llevábamos con nosotros.
Otra explicación se encuentra en el descenso de fumadores en EEUU a lo largo del tiempo. Una tendencia que se inició a mediados del siglo pasado y que lleva acentuándose en los últimos años. Muchos fumadores buscan disimular su olor a tabaco con chicles, por lo que un descenso de fumadores acarrearía una caída del consumo de goma de mascar.
Sea cual sea la razón, es cierto que el iPhone ha cambiado muchos aspectos de nuestras vidas. Algunos más evidentes y positivos. Otros no tanto. Y con ello llegan las consecuencias de segundo orden, totalmente imprevistas.
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