La semana pasada leí algunos artículos en blogs estadounidenses con artículos menospreciando los sentimientos y las opiniones negativas que muchos profesan en relación al iPad. Dichos artículos no eran más que recopilaciones de casos de éxito de Apple (el Macintosh, el iPod, el iPhone…) que en su momento fueron subestimados por la prensa y el público, dando a entender que ahora estábamos en la misma situación con el iPad, y que, por supuesto, será un éxito.
Nadie duda de que no sea un éxito. Y es que, por méritos propios en el pasado (como bien podrían ser los ejemplos de alguno de estos artículos que comentaba), Apple ha conseguido que a sus incondicionales habituales se les sumen consumidores de tecnología atraídos por el efecto iPhone (o el efecto iPod, o el efecto MacBook…). Y es que, además, los productos de la compañía son terriblemente atractivos, algunos definitivamente muy alejados de su competencia.
Pero aún así, me parece injusto hacer un paralelismo con la situación actual de la salida del iPad y alguno de los momentos de los casos de éxito que he mencionado antes. Básicamente, no es la misma Apple. Creo que todos lo tenemos más o menos claro, pero pocos se dan cuenta de la magnitud del cambio.
El iPod no era ésto
Uno de los casos que más me gustaría diferenciar, es el lanzamiento del iPod. No sé cuantos de los que leéis esto ahora mismo estabais en la órbita de Apple hacia el 2001, momento del lanzamiento. Apple preparó a la prensa anunciando un producto sorpresa puntualizando “que no era un Mac”. Y allí, delante de todos, se sacó el iPod del bolsillo, dejando en jaque a muchos que no se esperaban un movimiento así.
Las críticas no se hicieron esperar: El iPod era caro, había opciones con más capacidad, y sólo funcionaba en Mac. Pero el iPod tenía su principal fortaleza en la característica más básica de todas: Reproducía MP3. ¿Sorprendidos? No lo hagáis, pensad una cosa: ¿Os imagináis que Apple hubiera lanzado el iPod para que sólo pudiera reproducir MP3 comprados en su tienda de música? ¿O que sólo pudierais escuchar vuestros MP3 haciendo jailbreak o instalando otro sistema operativo al dispositivo?
¿No os suena eso? ¿No es, exactamente, lo que está ocurriendo con el iPhone y el iPad?
El sentido de un producto
El iPhone ya tiene un camino recorrido, y fue lanzado en una plataforma tan cerrada, que incluso la propia Apple negó en un principio el poder desarrollar aplicaciones nativas para él. Se puede entender aquel hecho en un lanzamiento así, eran totalmente nuevos en la plataforma y no sabían muy bien hacia donde iba a apuntar el iPhone. Los usuarios, el mítico Installer, y varios millones de aplicaciones vendidas más tarde, han definido un nuevo negocio del que ni ellos mismos tenían ni idea.
Respecto al lanzamiento del iPad, personalmente me recuerda mucho a lo que fue el AppleTV. Quizás a otra escala, porque indudablemente el iPad es mucho más grande que el hobby de Apple, pero en definitiva no consigo dejar de verlo como un mero contenedor para vender aplicaciones. Al igual que el AppleTV, tal como sale de la caja, es un mero contenedor para contenidos de la tienda de Apple, aunque con trucos consigamos ver casi cualquier vídeo en él. Con trucos.
Pero hay un problema. En España, Apple lanzó el AppleTV olvidándose de un pequeño detalle: No podemos comprar películas vía iTunes. Y en España, Apple lanzará el iPad advirtiendo que la nueva tienda de libros on-line, de momento no funcionará en nuestro país. Aunque podamos sincronizar los ePubs con la aplicación iBooks… Pero decidme, ¿cuantos ePubs tenéis en vuestro disco duro ahora mismo? ¿Y podremos leer nuestros PDFs de forma sencilla en el iPad, de otro modo que no sea abriéndolos desde Safari?
En el tema de las aplicaciones, el caso es completamente opaco: Nada de aplicaciones que no estén en su App Store. Por eso os hacía el simil con el iPod: Un aparato diseñado exclusivamente para contener aplicaciones, que sólo permite utilizar las aplicaciones oficiales, a no ser que queramos entrar por la puerta de atrás con el jailbreak. Con trucos, de nuevo.
Ofensiva por innovación
Hace unos días, Steve Jobs manifestó que se sentía “traicionado” por Google: “Nosotros no hemos creado ningún buscador, y ellos sí que han entrado en los teléfonos móviles“. Los genios son así. Este hombre debería recordar que el mercado de la informática no es su feudo particular, y que si alguien tiene una opción alternativa (es evidente que Android ha plantado cara al iPhone OS), debe sacarla y presentarla para que nosotros, con criterio, escojamos una u otra. Aquí no hay más bando – no debería haberlo – que el comprar un producto por la utilidad que nos aporta en cada momento. Y si Apple no sabe exprimir la utilidad a sus magníficos productos, debería ponerse las pilas: Sacar las buenas ideas a relucir de una vez, y dejar a los abogados en casa. No se puede vivir de las rentas del iPhone toda la vida.
Es de necios entrar ahora a calificar el iPad: ¡Nadie lo ha usado! Es casi tan absurdo como otorgarle un Fiasco Award, como ocurrió el otro día… Perdonen señores, pero si califican de fracaso un producto antes siquiera de su salida al mercado, pierden toda la credibilidad, en mi opinión. Ellos sí que se merecen un Fiasco Award por ello. Personalmente, esperaré a que me convenza el producto cuando esté en la calle, aderezado por esas magníficas aplicaciones que algunos desarrolladores tienen preparadas.
Sin embargo, sería de irresponsables no plantearnos la situación de estos productos, paralelos completamente (en mi opinión) a la familia de ordenadores. Sobre todo por las personas que habitualmente somos afines a la compañía, y a los que hay que tener más en cuenta que nunca cuando vemos que un movimiento de Apple no acaba de convencernos (y que no tiene nada que ver con que cosechen éxito o no).
Hola, soy un Mac, pero…
No concibo utilizar otro ordenador que no sea un Mac, ni otro sistema operativo que no sea Mac OS X. Mucha gente piensa que Apple está dejando de lado a los Macs para centrarse en el mercado de dispositivos móviles, pero yo no lo veo así: Podemos tener unos peones magníficos, pero sin un Rey que los gobierne no dejan de ser meras figuras sin sentido.
Si tuviera que pedirle algo a Apple ahora mismo, le pediría evolución. Que sean capaces de evolucionar tanto como han evolucionado los seguidores de la marca, que incluso hemos sido capaces de gritarles a la cara por una tienda de aplicaciones, que luego se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos de su historia.
Quizás si nos hicieran más caso Apple iría mucho mejor. O no, posiblemente Apple se hundiría. Pero nunca tenemos que conformarnos con lo que nos den: Como veis, podemos marcar la diferencia.
Imágenes | Apple Campus 1 Infinite Loop, Steve Jobs vs Eric Schmidt (Flickr),
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