Además de poder diferenciarse por el modelo de iPhone que tienes, a mí también me gusta diferenciar a los propietarios de un iPhone dependiendo de si además tienen un Apple Watch o no. La razón es porque el reloj añade varios factores más a tener en cuenta, como la gestión de las notificaciones o toda la monitorización de nuestra salud. Es un añadido que no hay que subestimar en absoluto.
En mi caso fui uno de los que se compró el modelo original, ahora llamado Series 0, en junio de 2015. Era el primero, la innovación, una nueva pata del taburete de Apple que ni siquiera la compañía aún sabía cómo iba a venderse. Y ese modelo duró hasta ahora, en 2018, cuando lo he sustituido por un Series 4. E incluso mi percepción del reloj ha cambiado con ese salto.
Cuando lo mejor del Watch es que canibaliza el iPhone
Con el Series 0, debido a su rendimiento (y aún más a medida que pasaba el tiempo), me limitaba a usar el Apple Watch para sus funciones más básicas. Notificaciones, actividad física y como mucho gestionar la reproducción de la música que estaba reproduciéndose en el iPhone. Nada más.
Sin embargo, con el Series 4 y a pesar de mi intención inicial de seguir utilizándolo de la misma forma que el Series 0, ha cambiado todo. Antes evitaba utilizar aplicaciones en él porque las consideraba demasiado lentas, y ahora me lanzo a consultarlas constantemente. Mapas, Podcasts con Overcast, Telegram, mando remoto del AppleTV, HomeKit, Tiempo, Bolsa...
De repente hay un montón de aplicaciones con las que ya no dependo enteramente del iPhone para consultarlas. Con sólo levantar mi muñeca puedo consultar rápidamente si he recibido nuevos mensajes (o incluso responder brevemente), puedo recibir indicaciones para llegar al lugar a donde me estoy dirigiendo a pie, puedo consultar las cotizaciones de varias empresas o puedo hacer llamadas de teléfono rápidas.
La batería del reloj me da para todo eso y mucho más, lo que al mismo tiempo me trae otros beneficios: dejo de consultar tanto el teléfono. Eso significa más comodidad a la hora de hacer ciertas acciones muy frecuentes en mi día a día, y un ahorro de batería considerable en ese mismo iPhone.
Además, en el Apple Watch las distracciones son mucho menores al no tener instaladas en él aplicaciones como Instagram, YouTube o Twitter. Todo se simplifica mucho más. Antes de coger el iPhone para hacer algo, me basta con hacer la pregunta de "¿puedo hacer lo que quiero hacer con el Apple Watch?" Y con el Series 4 puedo responder que sí muchas más veces que con el Series 0.
El mérito se lo llevan, sobre todo, las mejoras en el nuevo procesador y la autonomía de la batería. Y como usuario del modelo pequeño del reloj por tener una muñeca muy delgada, agradezco también el esfuerzo de haber reducido los marcos en favor de una pantalla OLED más grande. En definitiva, el Apple Watch Series 4 tiene una utilidad que va mucho más allá de un simple gestor de notificaciones y un entrenador personal. Si lo usas sólo para eso, lo estás subestimando.
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