Desde que se presentó el nuevo Apple Watch Series 5, ha habido quienes han calificado la nueva generación como un Series 4S. Una especie de modelo intermedio que mejora en ciertos aspectos del anterior pero sin ser un gran paso adelante. Tal y como sucedía con los iPhone en sus ciclos “S”. En mi caso, llegué a pensar algo parecido. Que las novedades presentadas eran más bien discretas. Como si Apple se hubiera tomado unas vacaciones este año ante la ausencia de competencia real.
Sin embargo, tras un mes de uso diario mi opinión ha cambiado por completo. El Apple Watch Series 5 es el reloj del futuro que ya puedes poner en tu muñeca.
Un compromiso que salta por los aires
Desde que el Apple Watch hizo su debut hace más de cuatro años, su pantalla ha dividido al público en dos tipos: quienes esperan que permanezca encendida de forma constante y quienes no lo ven necesario. En el primer grupo suelen estar aquellos que han utilizado un reloj de toda la vida y esperan, lógicamente, que un reloj inteligente también muestre algo en todo momento. Y no una pantalla negra.
En el segundo grupo, están los que priorizan una mayor autonomía a una pantalla siempre encendida. Con la condición de que al girar la muñeca, la esfera esté ahí activa. En inglés se refieren a esta situación como un trade-off, un compromiso en el que cedes en una cosa para obtener otra a cambio. En este caso, una esfera que se desactiva al no estar en uso para aumentar la autonomía. Esta propuesta suena razonable y es la que hemos admitido como algo no ideal, pero necesario.
Con el Apple Watch Series 5, ese compromiso ha saltado por los aires. Este dispositivo no es el primero en conseguir esta función. Pero sí lo hace gracias a una combinación de tecnología novedosa. Tal y como explicó Pedro Aznar en su análisis:
Esta nueva pantalla está compuesta mediante la intersección de varias tecnologías, que dan lugar a una pantalla LTPO. Con ella, se puede variar la frecuencia de refresco en cuestión de milisegundos, pudiendo pasar de 60HZ (lo normal) a 1HZ en modo ultra bajo consumo.
Además de la nueva pantalla, el Apple Watch Series 5 cuenta con un controlador energético nuevo y un sensor de luz ambiental mejorado. Suena todo muy complejo cuando en realidad el resultado es tremendamente simple: una pantalla que cuando no está en uso, muestra la información esencial. Y lo hace sin apagarse del todo, enseñando aquello que realmente necesitas.
Pero entonces, ¿qué pasa con la batería? En los primeros días con este reloj, noté cómo la autonomía era sensiblemente inferior a la del Series 4. Eso sí, cumplía lo prometido por Apple de un día entero de uso ininterrumpido. Pasados los días y con la actualización de watchOS 6.0.1, la batería mejoró de forma notable, recuperando casi los niveles de la generación anterior. No son pruebas exhaustivas ni siguiendo el mismo patrón de uso, pero reflejan las sensaciones que tuve antes y después de la actualización.
Al igual que ocurre con cualquier modelo de Apple Watch, en el Series 5 la autonomía no es un problema. Pasados los primeros días tras la actualización, dejé de preocuparme por ella.
Más utilidad en la muñeca y cambios en los hábitos diarios
En el día a día, el Apple Watch Series 5 se vuelve un dispositivo más útil. Aunque la activación de la pantalla vía giro en la muñeca ha funcionado bastante bien hasta ahora, hay una serie de casos de uso en los que no funciona. Bien porque resulta imposible moverla, bien porque no lo mueves lo suficiente como para que se active.
Algunos ejemplos en los que me he encontrado en esta situación: al conducir y querer saber la hora que es; cuando vas por la calle y tienes las manos ocupadas de bolsas de la compra, carrito del bebé y / o correa del perro; mientras estás haciendo ejercicio en el gimnasio o en casa y no puedes mover el brazo; al estar escribiendo en el ordenador y querer echarle un vistazo rápido al reloj sin soltar el teclado y ratón.
La esfera California mostrando el nivel de actividad con la pantalla atenuada.
Para estas situaciones, tener la pantalla siempre encendida del Series 5 es una gran comodidad. Más aún si desactivas la "privacidad" de las complicaciones para que se muestren con la esfera atenuada. Se trata de una opción para quienes prefieran ocultar su avance de actividad o la próxima cita del calendario. Pero al mismo tiempo, limita la utilidad de la pantalla LTPO del reloj.
Una ventaja encubierta y que acabo de redescubrir es el cambio de esferas. Desde hace varias versiones, se puede alternar entre ellas deslizando el dedo desde ambos laterales del reloj. Con cada versión de watchOS me sucedía lo mismo: probaba las nuevas esferas incluidas en la actualización y cuando me aburría, recurría a la esfera de Siri. Esta esfera era mi favorita porque aprende de tu uso y te muestra "cartas" con información o accesos directos a apps en los momentos adecuados. La próxima cita del calendario, una cuenta atrás con los minutos justos o la sugerencia de activar el entrenamiento de salir a correr. Todo en el momento preciso.
Con el Apple Watch Series 5 me he dado cuenta de que me gusta más variar entre esferas. No solo entre las nuevas (mi nueva favorita es California), sino también con alguna antigua. Esto se debe a que ahora me gusta que los demás puedan ver que el reloj está siempre encendido y quiero que encaje con lo que estoy haciendo en ese momento. A algunos les parecerá que roza lo vanidoso, pero en el fondo creo que todos tenemos en consideración cómo nos ven los demás. Al menos un poquito.
El Apple Watch siempre ha destacado por sus posibilidades de adaptación a nuestro estilo personal. Y con el paso del tiempo, he acumulado numerosas correas y esferas que se adaptan a ellas y las utilizo en situaciones concretas. El Apple Watch Series 5 deja de mostrar al mundo un bloque negro impenetrable. Por eso, ahora se expresa un poco más por ti cuando no lo estás mirando y hay que tenerlo en cuenta.
Mucho más que un reloj pero también un reloj de los de verdad
En este vídeo de presentación del Apple Watch Series 5, la compañía nos revela mucho acerca de sus intenciones. Según narra la compañía, este reloj da la hora, pero también hace llamadas, controla luces, abre puertas, se comunica con satélites, te despierta, paga por el metro, reproduce cualquier álbum de música, pone temporizadores, te indica tu ritmo al correr, te avisa cuando hay demasiado ruido, envía mensajes a tus amigos, monitoriza tus brazadas al nadar, acepta competiciones deportivas, controla tus entrenamientos, te dice qué dirección seguir, te recuerda que respires y te permite hacer un ECG.
Teniendo todo eso en cuenta, es evidente que el Apple Watch no es un reloj al uso. Es mucho más que un reloj tradicional. Un ordenador pegado a nuestra muñeca capaz de darnos una utilidad muy superior a la de cualquier reloj de agujas o de tinta electrónica. Pero también da la hora. Y con esta nueva generación, lo hace de una manera mucho más natural que antes.
Con todo lo expuesto aquí, hay una pregunta a la que llevo dándole vueltas varios años. Es la siguiente: ¿llegará un punto en el que los relojes tradicionales serán un nicho secundario? Antes estaba convencido de que los relojes tradicionales, tanto de uso casual como los mecánicos, siempre estarían ahí dentro de veinte, treinta o cuarenta años. Este Apple Watch Series 5 hace que me lo replantee.
A partir de ahora, todos los relojes de Apple contarán con las tecnologías que se acaban de presentar. Pantalla activa, ECG, detección de caídas, independencia del iPhone con el 4G etcétera. Es decir, que todos los relojes presentados a partir de ahora hasta dentro de diez años tendrán esta tecnología de base. Y seguirán añadiendo más con mayor o menor intensidad. El rango de precios será mayor y hacerse con uno será más atractivo. Puede que incluso llegue un punto en que se vea raro llevar un reloj y que éste no sea un Apple Watch.
Viendo esta última generación, no me cabe duda de que la compañía de la manzana está empujando hacia ese futuro. Con todas sus fuerzas.
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