Detesto cuando alguien me llama fanboy. Admito que mis opiniones eran bastante más parciales hace quince años, pero a mis 38 años considero que mi preferencia sobre Apple no parte de una confianza ciega en la compañía. Procuro seguir la actualidad de Windows y Android con atención, ya que en su competencia pueden surgir ideas muy buenas.
Es por este motivo que cuando me propusieron usar un teléfono Android como dispositivo principal durante un mes, no dudé ni un segundo en aceptarlo. El cambio representaba un reto para cambiar de aires y verificar teorías, y tras terminarlo confieso que he tenido algunas sorpresas. Voy a contaros la experiencia y las conclusiones que he sacado tras olvidarme de usar mi iPhone 13 Pro Max una temporada.
El hardware: un Xiaomi 12 que me ha recordado las bondades de tener un móvil más pequeño
El móvil Android que he estado usando durante un mes es el Xiaomi 12, un gama alta con un tamaño comedido y unas especificaciones que deberían cubrir mis necesidades (y que ya cautivado a otros usuarios de iPhone). El unboxing ya me ha provocado diferencias: el móvil viene con su propio adaptador de corriente y cuidado: ¡una funda incluida! Recordando los 55 euros que me costó la funda oficial de mi iPhone, la verdad es que es todo un detalle por parte de Xiaomi. Así puedes proteger tu móvil desde el primer segundo, aunque luego busques otra funda.
También se incluye un cable y un cargador USB-C, de un tamaño mucho mayor que el de los iPhone para ofrecer una carga ultrarápida. Del móvil en sí mismo me atrajo su tamaño y ligereza, un soplo de aire fresco después de estar acostumbrándome al cuarto de quilo que pesa mi iPhone con su funda. Su material trasero es un cristal pulido que no deja marcas de nuestros dedos y es agradable al tacto, con unos marcos laterales en aluminio que estéticamente también cumplen. En otras palabras, el Xiaomi 12 es uno de esos teléfonos que te animan a usarlo sin funda.
Sobre el cargador USB-C incluido en el teléfono, lo he utilizado sólo un par de veces con la intención de poner a prueba esa carga rápida. Sí, el teléfono carga excepcionalmente rápido: sólo con media hora de carga puedo pasar del 5% al 80%. Perfecto si lo quieres tener cargando mientras te preparas para salir al trabajo. Y cuidado con esto: ¡puedo cargar mis AirPods colocándolos en la parte trasera del móvil!
Pero la mayor ventaja que he tenido aquí no es esa rapidez de carga, si no la razón por la que he usado el cargador del móvil tan pocas veces. No me ha hecho falta, ya que en mi mesa de trabajo y en mi mesilla de noche tengo bases de carga inalámbrica. ¿Para qué añadir otro cargador adicional? Ya podía usar los que tenía para mi iPhone. Y para momentos de necesidad, el cargador USB-C de mi iPad Pro (30W) también carga el Xiaomi 12 a una velocidad decente. No necesito más, simplificar y reutilizar es ganar. Sí, por eso estoy a favor de que la UE fuerce a Apple a adoptar USB-C. El cargador y cable del Xiaomi 12 han estado casi todo el tiempo guardados en la caja.
Obviamente la autonomía de este Xiaomi 12 es más baja que la de mi iPhone 13 Pro Max que cargo una vez cada dos días, pero al menos he visto que puedo aguantar una jornada entera con él. Y de nuevo, la carga vía cable USB-C me daba empujones rápidos si lo necesitaba.
Más detalles: el Xiaomi 12 cuenta con un sensor de huella dactilar bajo su pantalla. Lo que en la rumorología de Apple llevamos años comentando, en Android ya es una realidad desde hace tiempo. Puede que la precisión de este sistema de autenticación sea menor, pero en mi caso me ha funcionado sin errores durante todos los días de mi prueba. La velocidad del desbloqueo tampoco tiene nada que envidiar a los iPhone. Es muy cómodo, ergo me pregunto por qué en Apple no han colocado algo así ya en algunos de sus dispositivos. Supongo que el tiempo hará que terminemos todos usando Face ID.
Por último, los altavoces de este Xiaomi 12 tienen una calidad bastante menor a la de los iPhone y es algo que he notado enseguida. No es un desastre, pero sí que se aprecia el bajón. De todos modos no es algo que me haya afeado demasiado la experiencia.
La configuración y primeros impactos: yo no he pedido todas estas aplicaciones
Las primeras horas de uso del móvil también me hicieron advertir más diferencias, empezando por la pantalla. Los colores del panel AMOLED del Xiaomi 12 parecen estar más forzados y son más vivos, algo que he notado especialmente en las interfaces oscuras de aplicaciones como Telegram. El resultado, aunque técnicamente se podría calificar de demasiado forzado, me gusta: los colores son vivos y los elementos quedan nítidos. Pero lo atribuyo más quizás a manías personales que no a una mejor calibración.
Donde no he encontrado sentido alguno es en la decisión de colocar laterales curvos en la pantalla. ¿Por qué? Hace que acceder a algunos elementos de la interfaz sea más difícil, y no le veo ninguna utilidad más allá de una estética de iluminar esos laterales al recibir notificaciones a la que tampoco veo sentido. Curvar la pantalla porque puedes, sin más. Mejor no hacerlo excepto cuando sea útil de verdad.
Configurar el teléfono fue sencillo. Tengo una cuenta de Google y uso a diario muchos de sus servicios, así que en pocos minutos tenía un Android funcionando sin problemas e incluso ofreciéndome trasladar automáticamente parte de los contenidos de mi iPhone.
El primer impacto realmente negativo llegó cuando me paseé por las secciones del sistema. Aplicaciones que yo no había pedido como Netflix, YouTube, Instagram, Spotify y varias aplicaciones de Xiaomi estaban pre-instaladas. Reviví algo que Apple me había hecho olvidar: el bloatware. Me pasé mi rato limpiando el terminal de aplicaciones que no quería, aunque también tuve miedo de eliminar algunas de ellas por si formaban parte del propio Android.
Aquí no quiero defender demasiado a Apple, porque en Cupertino también pecan un poco de esto: los nuevos iPhone tienen Pages, Numbers, Keynote, Garageband, iMovie, Consejos, Clips... son aplicaciones que el usuario general no utiliza y suele desinstalar. También podemos añadir Fitness, Bolsa y Watch dependiendo de las necesidades de esos usuarios.
Otra de las tareas que hice en este momento fue explorar las preferencias del sistema (muy parecidas a lo que tenemos en iOS, por cierto) en busca de desactivar cualquier opción de privacidad que rastreara mis datos para personalizarme la publicidad. Ignoro si eso debe de haber provocado algún efecto tangible, viendo los anuncios que me aparecieron y que os comento después.
Aparte de algunas aplicaciones de bancos que requerían demasiadas complicaciones (cosa que hizo que tuviera mi iPhone metido en la mochila y sólo para consultar esas aplicaciones), instalé todo lo que necesitaba para convivir un mes con Android. Mi Apple Watch ha seguido en mi muñeca para seguir controlando mis constantes vitales y poder pagar desde la muñeca, pero el resto de la experiencia ha sido puramente Android y Xiaomi.
El software: Android 12 con MIUI 13
Mientras la experiencia del uso del iPhone depende enteramente de iOS, en el Xiaomi 12 hay que tener en cuenta dos cosas a nivel de software: por una parte Android y por otra la capa de personalización de Xiaomi llamada MIUI.
A nivel de diseño MIUI 13 es muy parecido a iOS, y por lo tanto navegar entre sus secciones se me ha hecho muy intuitivo. Pero irremediablemente te topas con lo que considero un gran inconveniente de este sistema: tienes aplicaciones nativas de Android puro (Chrome, Google Calendar, Google Play) y aparte tienes algunas aplicaciones hechas por Xiaomi.
¿Con qué ecosistema te quedas? Me parece una forma confusa de ofrecer software en un teléfono: el usuario se va a encontrar con dos aplicaciones de calendario y no va a saber cuál usar. Obligas a hacer limpieza o a que el usuario se estudie bien con qué servicios funcionan las aplicaciones.
Sobre la pantalla de inicio, el sistema de Android me ha parecido que tiene su sentido. Una o varias pantallas donde puedes colocar los iconos/carpetas de las aplicaciones que quieras o widgets, como el de buscar en Google. Y luego ya aparte, una librería con el resto de aplicaciones que hay instaladas en el sistema.
Eso puede ser una arma de doble filo: en las pantallas principales que te configuras colocas las aplicaciones que más utilizas convenientemente organizadas, pero acabas olvidando de las docenas de aplicaciones que sigues teniendo instaladas en la biblioteca y que ocupan espacio. En iOS también tienes una biblioteca de aplicaciones, aunque en las pantallas principales tienes todo lo que hay instalado por defecto para que te hagas una idea de lo que hay en el iPhone. Aún con todo, la pantalla de Android tiene su sentido y sólo hace falta algo de costumbre para que cojas soltura con su interfaz principal.
Algo que me ha sorprendido gratamente es la velocidad a la que las aplicaciones se abren y se instalan: entiendo que el Xiaomi 12 es un móvil de gama alta pero mi iPhone 13 Pro Max tarda mucho más en descargar e instalar una aplicación. Puede que haya razones de seguridad detrás, pero igualmente me alegré de ver cómo aplicaciones como Slack se instalaban en apenas uno o dos segundos y se abrían instantáneamente.
Más buenas sorpresas: me ha gustado mucho la respuesta háptica del teclado en pantalla de Android al escribir. La sensación era muy buena, te daban ganas de no dejar de escribir. iOS no ha tenido esto hasta iOS 16, tardaron demasiado en incluirlo. Y me alegro que por fin haya sucedido.
Sobre la interfaz me he llevado algunas sensaciones positivas más en cosas como el botón para navegar hacia atrás, mostrándose permanentemente en la barra inferior de la pantalla como parte de la interfaz nativa de Android. Me ha costado acostumbrarme, pero al final no tener que levantar el dedo hacia la esquina superior izquierda de la pantalla constantemente (cosa que pasa en iOS) me parece estupendo. La parte mala es que cuando una aplicación como Twitter también tiene su barra inferior, acabas con dos barras de botones inferiores una encima de otra que estéticamente no quedan demasiado bien:
Algo que me ha hecho muy, muy feliz es el modo en el que Android (o al menos MIUI 13) gestiona el sonido del sistema. En cuanto pulsas el botón lateral del móvil para subir o bajar el volumen tienes ahí directamente un botón para activar el modo No Molestar (muy cómodo), y además si pulsas un botón con los puntos suspensivos te aparecen controles de volumen diferenciados para los contenidos multimedia y para los sonidos del sistema. ¡Bravo! Sencillo y efectivo, mientras que en iOS te confundes navegando entre opciones y preferencias. Apple, ¿por qué haces complicadas cosas tan simples? Ejemplos como este claman al cielo.
Un punto que hay que discutir irremediablemente es el de la multitarea. Android tiene un botón en la interfaz dedicado plenamente a mostrarte las aplicaciones que tienes abiertas, algo que en iOS se hace mediante un gesto en pantalla. Y mientras Apple te dice que lo mejor es dejar que iOS vaya cerrando aplicaciones a medida que tu las vayas abriendo, en Android tienes un botón para cerrarlas todas de golpe. Un enfoque diferente sobre el que podríamos debatir horas y horas, aunque la realidad indiscutible es que hay una manía de los usuarios para cerrar todas las aplicaciones de iOS constantemente (no es necesario) mientras que en Android lo haces de un plumazo. ¿Incorrecto y nacido de un hábito subconsciente? Puede. ¿Cómodo? Sin duda.
Luego a medio camino del experimento pensé: ¿qué puedo hacer en Android que sea imposible hacer en iOS? Busqué esas cosas que Apple no permitía y que ahora tenía vía libre a hacer.
Lo primero que intenté es instalar un nuevo launcher, que viene a ser otra pantalla de inicio con apariencia y funciones diferentes para así personalizar el modo de usar el móvil. Probé suerte con el launcher de Nothing, presente en su Phone (1). Fue sencillo activarlo por defecto, y efectivamente es como si pasaras a tener un Android diferente. ¿Que te cansas del aspecto de tu teléfono? Pues pones otro:
No es que tuviera una experiencia maravillosa, pero sí que me gustó poder comprobar cómo con uno de estos launchers podrías cambiar bastante el uso de la sección principal de tu móvil. Me recuerda por ejemplo a cómo puedes cambiar las funciones de las esferas y complicaciones del Apple Watch con diferentes diseños, cosa que por fin podemos empezar a ver en pantallas de bloqueo con iOS 17.
Otra cosa "prohibida": instalar una aplicación fuera de Google Play, directamente con un fichero ejecutable APK. Apple está luchando mucho a nivel legal para no llegar a eso, pero probando con una beta de Firefox el proceso es relativamente simple. Lo único que tienes que hacer es decirle a Android que tomas responsabilidad de los riesgos que tomas instalando aplicaciones cuyo origen no se puede verificar:
Hasta aquí las buenas sensaciones que he tenido, pero desde luego no todo ha sido un camino de rosas en mi aventura androide. Hay experiencias que he vivido que hicieron que volver a iOS tras un mes de pruebas fuera una buena noticia.
Las notificaciones, por ejemplo, han resultado ser una pesadilla. Aunque te niegues a activar las de las aplicaciones a medida que las abras por primera vez y te salte la petición, hay notificaciones de varios servicios activados por defecto que inundan tu centro de notificaciones: noticias, alertas de tiempo, vídeos, servicios de Xiaomi... un sinvivir que cuesta mucho silenciar completamente.
De hecho he tenido problemas con Twitter, ya que por alguna razón y desde que empecé a usar Android el servicio me ha activado las notificaciones de algunos usuarios individuales sin que yo lo haya pedido. Y no sólo en el Xiaomi, si no en el resto de todos mis dispositivos Apple. Tuve que estar un buen rato desactivándolo todo, usuario por usuario, tras volver a mi iPhone. ¿Ha sido Android quien ha activado eso? Como se suele decir ahora, no he podido encontrar pruebas pero tampoco tengo dudas.
El resultado es que cuando deslizas el dedo hacia abajo desde el borde superior de la pantalla te encuentras con un sinfín de notificaciones que me hacen resoplar al tener que lidiar con ellas. La barra superior del sistema también queda llena de pequeños iconos en base a esas notificaciones, una experiencia de uso que para nada es limpia. Mi smartphone debería tranquilizarme, no estresarme con tantos avisos e iconos. iOS hace bien en simplificar las notificaciones pendientes de atender que haya en la pantalla de bloqueo.
Otra sorpresa desagradable es la publicidad integrada en las aplicaciones nativas. MIUI 13 ofrece una aplicación "limpiadora" del móvil que no deja de avisarte para que la ejecutes, con el fin de que Android funcione de forma óptima. Es algo que iOS jamás haría (el sistema debería de limpiarse solo sin molestar al usuario, y creo que Apple aquí tiene razón en ese argumento). ¿Y qué ocurre cuando ejecutas ese limpiador y la limpieza termina? Catapúm, anuncio. Cuando me imagino anuncios en aplicaciones nativas de Apple como Ajustes o Buscar me entra un sudor muy frío.
Conclusiones: me quedo con el ecosistema de Apple, pero ahora entiendo mejor a Android
Este mes utilizando un Android me ha dejado buenas y malas sensaciones, y ha verificado o cambiado algunas opiniones que tenía del sistema. Ha sido una montaña rusa. A nivel de especificaciones no he tenido ningún problema: al final usamos el móvil para consultar los mismos servicios, las mismas redes sociales. Y para eso te vale casi cualquier gama consiguiendo un rendimiento decente. El dilema para mí no está en si Apple está más optimizado o si el Xiaomi tiene más RAM.
Lo que me ha quedado claro que si algún día decidiese pasarme a Android, buscaría una experiencia pura sin ninguna capa de personalización como MIUI. El que haya tantas redundancias entre esas capas y el sistema no me gusta, confunde. Y yo quiero simplicidad.
Además de eso, el que todo el sistema se apoye en servicios de Google me provoca cierta intranquilidad. No, no voy a decir que Apple es perfecta en ese sentido, pero Google es precisamente famosa por abusar de los datos que recoge de sus usuarios. Me da la sensación de que usar Android implica ceder a Google una cantidad de datos demasiado grande. Y aparte, Xiaomi tampoco tiene que quedarse corta con su capa MIUI a la hora de registrar datos.
Si a esto añadimos que el Xiaomi 12 cuesta más de 800 euros, pues para eso ya voy directamente a un iPhone. Quizás mi elección Android sería un gama media, de 300 o 400 euros, con Android puro. Pero para gastarte tanto dinero en un terminal ya elegiría directamente Apple.
Vuelvo a mi iPhone. Y vuelvo con la sensación de volver a casa, aunque también dejo atrás interfaces e ideas que me han gustado. Android tiene ideas que deberían avergonzar a los ingenieros de iOS, aunque iOS sea siempre mi elección por encima del ecosistema de Google. Al fin y al cabo se trata de aprender el uno del otro, y entre Apple y Google espero que eso siga ocurriendo.
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