Un gran producto o servicio se construye a través de grandes ingenieros, y el talento de esos ingeniero escasea. Tanto, que llevamos muchos años viendo cómo las grandes compañías tecnológicas se "roban" ese talento las unas a las otras. Incluso se negocia con la idea de dejar de hacer esta práctica, llamada comúnmente poaching.
Un ejemplo de este poaching tuvo lugar en 2007, y llegó hasta las más altas esferas de Apple y Google. Steve Jobs y el entonces CEO de Google Eric Schmidt intercambiaron palabras bastante tensas a raíz de un ingeniero que trabajaba en Cupertino.
Una sola línea de texto que causó despidos y disculpas
El asunto se agrava si recordamos que Schmidt también formaba parte del consejo de administración de Apple en esa época. Era como una traición doméstica entre dos compañías que mantenían una paz tensa más allá de la competencia entre sus productos. Resulta que Google intentó contratar a un ingeniero de Apple y Steve Jobs se dio cuenta de ello. Eso hizo que escribiera una carta al CEO de Google con un mensaje bastante claro:
"Me gustaría mucho que tu departamento de personal dejara de hacer esto", dijo Jobs en referencia a este intento de contratación. La autoridad de Jobs fue suficiente en ese momento: Schmidt reenvió el correo a los responsables de personal de Google pidiendo detener ese gesto lo antes posible, al mismo tiempo que exigía explicaciones.
El resultado fue tajante: la persona que intentó contratar al ingeniero de Apple fue despedida y un directivo de Google pidió disculpas formales a Steve Jobs. La carta forma parte de un juicio que se dio a cabo en 2012 y que reflejó Reuters, en el que también se revela que Intel hacía acuerdos "de palabra" para no contratar a personal de sus rivales.
Este tipo de prácticas siguen activas a día de hoy, con acuerdos y "guerras" de contrataciones de ingenieros entre las grandes compañías. Y es que cuando te quedas con un ingeniero que ha trabajado para tu rival no sólo te quedas con su talento: también te quedas con alguien que sabe secretos muy jugosos.
Imagen | Alex Dudar
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