El sushi no es sólo una de las comidas favoritas del confudador de Apple Steve Jobs, sino también de miles (seguramente millones) de personas en todo el mundo y sobre todo en Japón. Y si hablamos de manjar, lo primero que se nos suele venir a la cabeza el clásico de salmón. Incluso es uno de los protagonistas de los emojis de sushi (🍣).
Sin embargo, ni ese tipo es tan clásico, ni fue Japón quien técnicamente lo introdujo en el mercado. Fueron los noruegos, cuna precisamente del salmón y quienes realizaron una de las mejores campañas de marketing de la historia. Y no tanto porque se recuerde aquella campaña en concreto, sino por lo bien que caló su mensaje y lo asentado que está ya ese sushi de salmón.
Los japoneses temían comer salmón crudo por la contaminación
Hay algo clave en el sushi y es que de base siempre se ha compuesto por arroz, algas y pescado crudo condimentado. Y entre ellos destacaban algunos como el atún rojo. Sin embargo, pese a que el de salmón sea hoy uno de los más extendidos, no siempre fue así. Y todo por culpa de los prejuicios.
En los años 80 se comía salmón del Pacífico, pero no en formato de sushi, nigiri o sashimi. Se comía en bocadillos o en otros formatos alejados de los que hoy conocemos. De hecho, comerlo crudo no era habitual, sino que se cocinaba por el alto riesgo de encontrarse con parásitos.
Y entonces llegaron los noruegos, cuyo salmón estaba en excedentes en el país a principios de los 90. Viendo que en Japón cada vez se consumía menos la variedad del pacífico a causa de la sobrepesca, detectaron que existía una oportunidad de negocio importante. Así que no dudaron en ver al país nipón como un gran escenario al que exportar su pescado más tradicional. Noruego, sí. No japonés.
La diferencia entre el salmón noruego y el del pacífico es notable tanto a la vista como al gusto. Más allá de su origen, las diferencias principales radican en que, pese a tener una textura más grasa, el sabor del noruego tiende a ser más suave que aquel salmón del pacífico que se extendía en Japón antes de los 90.
La dura entrada del salmón noruego a Japón
Ya se sabe que los nipones son muy suyos y que poseen una cultura en la que en rara ocasión aceptan elementos de terceros. De ahí que a los noruegos no les resultase una tarea sencilla introducir allí un pescado que los japoneses trataban de forma muy distinta, comiéndolo salado, seco o asado.
El gran error inicial fue presentar el salmón noruego como un sustituto. Es algo que no llegó a calar entre la población japonesa, tal y como contaban algunos expertos como Bjorn Eirik Olsen. Los japoneses terminaban rechazándolo por su color, olor, sabor e incluso por la forma de la cabeza. Los noruegos pretendían que se siguiese consumiendo de idéntica forma al salmón del Pacífico y enseguida vieron que no era la vía adecuada.
A los noruegos les tocaba añadir algún elemento diferenciador de su salmón que remase a favor. Olsen explica que para ello decidieron reintroducirlo como un pescado diferente. Y para ello lo presentaron con una nueva marca: "Noruee saamon", de forma que perdiese así el nombre original con el que se conocía a Japón.
De primeras empezaron a recoger éxitos, aunque no duraría mucho porque enseguida explotaría el sector de las piscifactorias llevando enormes cantidades de pescado congelado a los supermercados de todo el mundo. Eran más económicos y ante una población empobrecida a causa de la recesión, las familias no podían permitirse otra cosa. Así que al final el salmón noruego acababa llegando a las casas congelado y listo para ser cocinado en parrillas o sopas.
Los niños popularizaron el sushi de salmón noruego
De aquella crisis surgió otra oportunidad y que acabaría asentando al salmón crudo como un ingrediente fundamental del sushi. Precisamente con una población empobrecida se pusieron de moda esos famosos restaurantes en los que los platos van pasando por una cinta y cada consumidor va cogiendo los que quiere.
La compañía de Olsen fue parte fundamental en llevar a esos restaurantes el salmón crudo, sirviéndose en esas largas cintas de platos con el sushi, nigiris y otros platos coronados por pescado crudo. El golpe de suerte para su industria fue que los niños al ver un color tan llamativo en el salmón acababan optando por esos platos y en consecuencia sus padres. Ahí empezó a popularizarse hasta nuestros días.
No obstante, la lección importante a fin de cuentas es la que esgrime Bjorn Eirik Olsen y es que "el salmón crudo noruego no fue una innovación en producto, sino en marketing". Supieron reinventar su concepto y diferenciarlo del sí tradicional salmón del Pacífico que se llevaba en el país nipón, logrando asentarlo hasta tal punto que en occidente e incluso los japoneses más jóvenes de hoy en día consideren que siempre estuvo ahí y forma parte de la tradición japonesa.
Vía | Xataka
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