En un claro intento por defenderse de las demandas de Apple y Microsoft contra Motorola Mobility, ahora propiedad de Google, la compañía de Mountain View ha enviado una carta al Comité Judicial del Senado estadounidense para tratar de convencerlos de que cuando una tecnología propietaria no estandarizada se vuelve muy popular, debe regirse por las mismas normativas que las controladas por los organismos de estandarización. O lo que es lo mismo en lenguaje no jurídico: quieren poder utilizar las innovaciones de Apple como han hecho hasta ahora sin tener que preocuparse por futuras demandas.
Paradójicamente, esta insólita solicitud llega en un momento en el que Google se enfrenta a un concienzudo escrutinio por parte de los reguladores tanto en Estados Unidos como en Europa por el presunto abuso que la compañía y su filial Motorola Mobility están haciendo de las patentes esenciales de estándares (SEP en sus siglas en inglés) tergiversando los términos de licencia FRAND que les obligan a ofrecer unas condiciones justas, razonables y no discriminatorias; algo sobre lo que ya os hablé extensamente en el pasado.
Google cree (aunque “necesita” sería la palabra correcta a utilizar aquí) que no solo hay patentes esenciales de estándares sino también patentes comercialmente esenciales; patentes que cubren características que se han vuelto tan populares y ubicuas que cualquier producto que carezca de ellas no tendría la menor oportunidad de competir. Aunque un primer impulso puede llevarnos a pensar que la reclamación de Google tiene sentido, esta conclusión se demuestra prematura y absurda a poco que piensas en sus verdaderas consecuencias para la industria.
Por definición, las revoluciones no se producen introduciendo pequeñas mejoras a las tecnologías existentes sino rompiendo con los paradigmas asumidos del mismo modo que Apple hizo en su momento con el iPhone en 2007 o el iPad en 2010. Es un error asumir que tan solo hay una forma de hacer las cosas, un modo de desbloquear una pantalla multitáctil, un modo de hacer scroll, un modo de diseñar un dispositivo. Ese pensamiento no es el que impulsa el avance de la industria sino precisamente el que la estanca. Si una compañía puede coger lo que le parezca de otra simplemente porque creen que es la mejor forma de hacer algo, ¿para qué molestarse en investigar otras si eso no va a darte ninguna ventaja competitiva?
El CEO de Apple Tim Cook manifestó hace unos meses que siempre ha odiado los litigios y que sólo quieren que la gente invente sus propias cosas. Para cuando acabe 2012 Apple habrá invertido más de 10.000 millones de dólares en investigación y desarrollo desde el lanzamiento del iPhone original. ¿Es justo que el resto se aproveche de su trabajo quiera Apple licenciarlo o no?
No, la respuesta es no. Las patentes esenciales de los estándares nacen con la intención de ofrecer una plataforma común para el desarrollo y la interoperatividad tecnológica (por ejemplo, las redes de telefonía); disfrutan de una serie de privilegios de los que depende su éxito y también de una serie de obligaciones. Pretender que las patentes que no han gozado de dichos privilegios y que han sido creadas por los esfuerzos de una única compañía en lugar de un consorcio de estas se rijan por las mismas obligaciones que las otras cuando demuestran ser un éxito no solo es una injusticia, es un error.
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Ya sabéis, otra patada al don’t be evil…
Vía | AllThingsD
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