El momento en el que cambié mi Apple Watch anterior estaba claro: cuando se me cayó al suelo de canto rajándose por completo la pantalla. Pero con su antecesor (sí, también era un Apple Watch), no fue tan claro. Tic tac, tic tac... la vida útil de tu reloj inteligente se acaba y a veces cuesta darse cuenta. Estos son los síntomas que determinan que tu Apple Watch se está quedando atrás.
Más allá de caídas y golpes que puedan deteriorarlo parcial o completamente dejándolo inutilizable (mi anterior Apple Watch seguía funcionando con la pantalla rota, pero al tocarla notabas la grieta) o empeorando el uso de forma significativa, hay otras señales menos claras que afectan a su rendimiento y la experiencia de usuario.
¿Cuánto le dura la batería?
Vaya por delante que la autonomía del Apple Watch nunca ha sido su punto fuerte. De hecho y salvo la notable excepción del Apple Watch Ultra, lo normal es que dure como mucho día y medio. Eso recién sacado de la caja y sin tocarlo mucho. Con un uso estándar, a mí suele durarme un día aproximadamente.
Pero entre que el espacio disponible para la batería no es mucho (lo que aboca a no esperar una gran autonomía de inicio) y que estas se van deteriorando con el tiempo, el resultado es que conforme pasan los años, tendrás que cargarlo antes. Aunque no hay una línea clara, aproximadamente a partir del tercer año la bajada es significativa.
Como pasa con el iPhone o el Mac, siempre puedes optar por sustituir la batería pero, ¿merece la pena? Cada usuario es un mundo, pero probablemente no... por las siguientes razones.
La obsolescencia del hardware
La siguiente cuestión tiene que ver con el hardware integrado: al deterioro propio del uso se une que el software que integran está diseñado (si está actualizado) para funcionar con los últimos componentes. En la práctica, esto se traduce en que la experiencia se acaba empañando con aspectos como la lentitud.
A su favor, Apple destaca por su buena integración entre software y hardware, pero a partir de aproximadamente el quinto año, se va notando el paso del tiempo para tareas básicas. Por supuesto, también irás viendo los nuevos modelos y sus nuevas funciones, que aunque estén implementadas en la correspondiente versión de sistema operativo, quizás no sean compatibles con el hardware de tu reloj. Si eres una persona entusiasta del control de tu salud y tus entrenamientos, es probable que los eches en falta.
Hay otro escenario que hay que tener en cuenta: aunque el último Apple Watch SE integra el mismo procesador, almacenamiento y los chips W3 y U1 del Apple Watch Series 8, en el Apple Watch SE original el chip integrado era el S5, una generación menos que el que montaba el Apple Watch S6. Es decir, que aunque lo compraras nuevo, su hardware no tenía lo último de lo último, por lo que la obsolescencia le llega antes.
Adiós, actualizaciones
Aunque al principio de los tiempos del Apple Watch su ciclo de actualizaciones era notablemente más corto que el de los iPhone y Mac, ahora los últimos relojes inteligentes de Apple tienen soporte para cinco años de actualizaciones.
Concretamente, el Apple Watch original y la primera generación ofrecían tres años de actualizaciones, el Series 2 alargó su ciclo hasta los cuatro años y a partir del Series 3, los Apple Watch ya ofrecen un lustro. Pero tarde o temprano te quedarás sin poder actualizar tu reloj, con todo lo que supone en materia de funciones, mejoras de funcionamiento y seguridad.
Eso sí, tu reloj seguirá siendo completamente funcional... por si solo. Porque esto también tiene letra pequeña: piensa en la dependencia entre reloj y iPhone, por lo que hay ciertas funciones y sincronizaciones que se implementan en las últimas versiones de WatchOS y iOS a la vez, pero si puedes instalar solo la del teléfono y no la del reloj, en la práctica te quedarás sin poder disfrutarlas.
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