"Me llevé el mayor susto de mi vida": este usuario puso un AirTag a su gato y aprendió una gran lección

El gato se perdió y a su dueño le demostró que el accesorio de Apple no es infalible

Airtag Romeo
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Romeo no tiene a Julieta, pero sí a un dueño preocupado por sus escapadas por el patio vecinal. Es como se llama el gato de Enrique, un amigo de esta redacción que nos ha contado cómo un AirTag le dio el mayor susto de su vida y terminó descubriendo que, pese a su éxito en tantos casos, en el suyo no cumplió.

Su gatito es muy independiente. Tanto que cada mañana le permite salir por el patio común de su urbanización para que se dé un garbeo. Siempre regresa puntual a media mañana para comer, aunque hubo un día que no. Aprovechando que en su collar llevaba el AirTag, Enrique trató de averiguar su posición. Y estaba lejos. Muy lejos.

El siempre puntual Romeo no acudió a su cita

Tan sólo en una ocasión, Romeo no durmió en casa. O eso nos cuenta Enrique. Fue hace unos años cuando, buscando a su Julieta (una gata en celo y que desconocemos su nombre real), decidió trasnochar en algún lugar inhóspito del barrio. A raíz de aquello y una posible enfermedad, decidió castrarlo y "no volvió a estar fuera de casa más de dos-tres horas".

Enrique tiene un patio común en su urbanización con muros altos y tejadillos en los que a Romeo le encanta estar, ya sea tomando el sol o tratando de alcanzar un pájaro con sus patitas. El pasado mes de octubre, como cada mañana, le abrió la puerta a eso de las 9:00 para que se diese su paseo. A las 12:00, hora aproximada de su regreso habitual, Enrique le tenía preparada una latita con comida.

"A veces resulta alucinante lo puntual que es Romeo, parece que tiene un reloj", nos cuenta Enrique para decir que, cuando dieron las 12:15 y Romeo no había aparecido, empezó a extrañarse. Salió al patio y miró en todos los lugares habituales donde solía reposar el pequeño, pero no le vio. "Llovía un poco, así que pensé que quizás se había refugiado en algún tejadillo".

Tras inspeccionar también debajo de esos tejadillos, Enrique recordó algo que en esta situación sirve para llevar a la calma y que en su caso hizo que entrase en pánico. Recordó que Romeo llevaba un AirTag en su collar, abrió la app ‘Buscar’ de su iPhone y vio dónde se encontraba.

"Pensé que iban a hacer brujería con mi gato"

Romeo

"No entendía nada", comenta Enrique recordando como en la app 'Buscar' aparecía que Romeo estaba en el barrio de al lado. "A unos 10 kilómetros más o menos". No es que fuese imposible que el gato hubiese podido caminar tanto en algo más de dos horas, pero sí era extraño sabiendo de su comportamiento.

Enrique reconoce que su primer pensamiento fue que le habían robado a Romeo. No es un gato de raza, sino mestizo. Sin embargo, era negro y en épocas cercanas a Halloween hay quien los utiliza para rituales en los que acaban sacrificándolos. De hecho, es la razón por la que no se permiten adoptar gatos negros en esas fechas. Y precisamente esta historia se produjo en semanas previas a ese día.

Obviamente era una suposición que, aunque un tanto paranoíca, reconoce, tenía más sentido que pensar que se había escapado. No era habitual en él ausentarse más allá de aquella hora habitual y ni mucho menos marcharse tan lejos.

"Y cuando arranqué el coche…"

Fuese un secuestro o no, Enrique pretendía ir a buscar a Romeo a la dirección que aún le marcaba el AirTag, aunque hacía ya varios minutos que la posición no se había actualizado. Tenía el coche aparcado en la puerta de casa y, nada más arrancar, se produjo "una aparición divina" que no era otra que la de Romeo.

Romeo Gato

El travieso Romeo debió haber salido del patio interior hacia la calle y, ya fuese por distraerse o sencillamente desorientarse, no había llegado a tiempo. El caso es que nada más verle paró el motor del coche y salió rápidamente hacia Romeo. Este le reconoció al instante y, "tan seco como es él", ni siquiera reaccionó de forma especialmente cariñosa. Enrique sí, que "se lo comió a besos" tras el susto que le había dado.

Eso sí, hubo un detalle importante del que se daría cuenta Enrique no mucho más tarde de aquel momento. El gato venía sin collar y por tanto sin AirTag. Y todo lo que podamos decir de lo sucedido durante ese paseo matutino de Romeop y la pérdida del collar con AirTag no son más que conjeturas.

Enrique sospecha que alguien robó el collar y el AirTag. Su teoría se sustenta en que Romeo nunca sale de aquel patio (o en rara ocasión). Sus vecinos le conocen y pone la mano en el fuego por su inocencia, aunque no por un transeúnte cualquiera que se cruzase con el felino y observase que llevaba el AirTag. Sustenta su teoría con que, pese a no ser "el gato más cariñoso del mundo", Romeo "es bastante amigable" y cualquier desconocido pudo haberse acercado a él y robarle.

Por desgracia, Romeo no sabe hablar como para explicarlo y a fin de cuentas tampoco importa ya demasiado. Sin embargo, esto nos deja varias lecciones. La primera es que al ladrón no le servirá de nada haber robado un AirTag, dado que Enrique bloqueó su uso cuando ya por fin encontró a su gato. Por otro, el propio Enrique aprendió como al final estos accesorios no son infalibles y de hecho Apple desaconseja usar AirTag en mascotas.

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