Dejar objetos de valor en el coche no es buena idea en general. Sin embargo, hay casos como el que cuenta el usuario JBake en Reddit en los que está justificado. Lo que no cabría esperar es ser víctima de un robo por parte de los propios empleados de un servicio de alquiler de coches. Un AirTag fue parte tanto del robo como de la solución.
El gran error: dejar el AirTag con el coche abierto
JBake estaba de viaje de trabajo en una ciudad muy alejada de la suya, por lo que no tuvo otra que alquilar un vehículo. Una mañana observó que aquel coche se había quedado sin presión en los neumáticos por culpa de un clavo insertado en una de las ruedas. No sabemos si fue algo intencionado o si sencillamente se clavó por accidente mientras circulaba con él, pero no es importante. Sí lo es que esto fue el desencadenante de un robo. Y no del coche precisamente.
El protagonista de esta historia no quiso tomar riesgos y decidió cambiar aquel coche de alquiler por otro. Así que eso hizo al acudir al servicio de rent a car de las inmediaciones del aeropuerto y al que había acudido días antes para el primer alquiler. Bajó del coche y, aconsejado por un empleado del concesionario, dejó todo en el coche mientras acudía al mostrador de atención al cliente. Ahí se incluían las propias llaves del coche, un AirTag y un cable de carga.
JBake estuvo haciendo cola diez minutos para cambiar de vehículo cuando, después de ser atendido, regresó al coche y se llevó una sorpresa. Habían desaparecido el AirTag y el cable de carga. Esto le extrañó mucho, dado que pese a tener las llaves puestas, en el vehículo había otros objetos como garrafas de agua que dejaban claro que su arrendatario iba a regresar.
"¿Dónde está mi AirTag"
El AirTag se puede localizar fácilmente con la app 'Buscar' del iPhone, por lo que a JBake no le costaría demasiado dar con su nuevo paradero. Más cuando apenas habían pasado unos minutos desde que lo abandonó en aquel primer coche de alquiler. Sin embargo, reconocía estar "volviéndose loco durante 15-20 minutos mientras buscaba el AirTag".
En la app 'Buscar', el accesorio seguía marcando el coche como última ubicación. Trató de buscarlo sin éxito hasta que un empleado del rent a car se le acercó con su cable de carga en la mano, pero sin el AirTag. "¿Dónde está mi AirTag?", le espetó JBake. No hubo respuesta.
No quedó otra que marcar el AirTag como perdido y, tras hablar con un par de empleados, acabó haciéndose a la idea de que seguramente el ladrón le había quitado la pila al accesorio y se había ido lejos. Podría sospechar de los empleados del rent a car o del propio aeropuerto en el que se ubicaba el establecimiento, pero no había ya nada que hacer. O sí…
Y de repente, una alerta en el aeropuerto
Pocos minutos después de asumir aquella pérdida y salir de la zona, JBake recibió una alerta en su iPhone. El AirTag estaba cerca, en el mismo recinto del aeropuerto. Así pues, decidió volver al mostrador y allí los empleados se acercaron corriendo para preguntarle si lo había encontrado. Él les contestó que no, pero que sabía que estaba cerca y había vuelto por si, como le habían comentado previamente, lo había alguien depositado en el mostrador. Pero no.
Igualmente, JBake quiso dirigirse al mostrador por si acaso. En ese camino, volvieron a saltar alertas de que el AirTag estaba cerca, muy cerca. Tanto es así que a medida que se acercaba iba recibiendo señales de que se encontraba a apenas unos pocos metros. Todo indicaba que estaba en el mostrador.
La sorpresa fue que, al llegar a aquella mesa y preguntar a una empleada acerca de si alguien entregó un AirTag, esta negó. Miró en la trastienda y en cajones, pero no. Incluso llegó a ofrecerle su propio bolso personal para que revisase que ella no lo tenía. "Sospechoso", afirma JBake, quien en ningún caso había acusado a aquella empleada y su actitud era cuando menos extraña.
"No sé cómo pudo llegar ahí"
JBake, sin ánimo de querer acusar a la empleada, insiste en que el AirTag está en ese escritorio. Le muestra incluso el iPhone a la empleada para que sea testigo, pero ella sigue insistente en que allí no hay ningún AirTag.
Total, que ya cansado de aquella discusión, JBake decide emitir una alerta sonora en el AirTag. De esas que emite el propio accesorio cuando está cerca del iPhone. Y como era de esperar, suena y lo hace en ese mismo escritorio. "Casualmente" la empleada acaba encontrándolo detrás del escritorio, afirmando no tener constancia de cómo había podido parar ahí.
Finalmente el protagonista de esta historia acabó recuperando su AirTag y, aunque no hay pruebas concluyentes de culpables, sí tiene una teoría porque, dice, "no hay otra forma de que haya ido a parar allí". Y es que seguramente un empleado lo encontrase en su primer coche de alquiler y se lo diese a aquella chica del mostrador con la intención de esconderlo. Esta última intentó hacerse la tonta, pero no le salió bien.
La lección de toda esta historia es evidente y es con la que también concluye su propio protagonista: "ladrones, no robéis AirTag". Como se puede apreciar, es muy sencillo encontrarlos. Y si no es así, se desactivan y quedan inutilizables para cualquiera que no sea su legítimo propietario.
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