Hace unos días presentó Apple sus resultados financieros de su segundo trimestre fiscal del año. Más allá de las claves principales, como el crecimiento en todos los segmentos, la confirmación del cañón que es la división de Servicios (iCloud, Apple Pay, Apple Music, App Store...) y los buenos números del iPhone X, hay datos en forma de evidencias de lo que está por venir. O como mínimo, de fuertes indicios.
Hablamos de los números de su inventario, que han pasado de los 4.400 millones de dólares con los que cerró el trimestre anterior a los 7.700 millones de dólares de este último. No es normal que de un trimestre a otro, y más teniendo en cuenta que no es trimestre de lanzamientos, el valor de este aumente un 75%. Apple habló de este incremento como "una cuestión temporal" fruto de decisiones de compra basadas en las condiciones del mercado.
Pistas y paneles
Por supuesto, Apple no dio ni dará más detalles de en qué se ha gastado tal cantidad de dinero. Pero podemos intuirlo siguiendo el rastro de miguitas de pan que es el contexto de la industria tecnológica.
No hay un lanzamiento de una nueva categoría de producto (como el del iPad en 2010 o el Apple Watch en 2014) a la vista. En ambos ejemplos hubo filtraciones más o menos acertadas, pero siempre se supo de antemano que iba a llegar, como con la predicción de Gruber o la multitud de rumores sobre un reloj.
El mayor desafío de este año será, presumiblemente, el de pasar de pantallas LCD a aumentar la apuesta por OLED. El iPhone X abrió la veda y en los últimos meses hemos escuchado incesantes rumores sobre acuerdos de Apple con proveedores como Sharp y LG para poder abastecer la demanda potencial de esos iPhone con pantallas OLED. También se ha hablado de Samsung, quien ahora tiene la exclusividad, y de quien a su vez depende LG. Una LG, por cierto, a quien Apple habría ayudado económicamente para poder afrontar los pedidos de OLED con tal de asegurarse el abastecimiento.
Una maraña de proveedores y operaciones en torno a un componente que presenta más dificultades que los tradicionales (paneles LCD) en la que encaja perfectamente ese comentario de Apple: "decisiones de compra basadas en las condiciones de mercado".
Un aumento así en el inventario apunta a compra de paneles OLED para dos nuevos iPhone tras el verano
Volvemos a ese incremento de 3.300 millones de dólares en componentes en el inventario. La pantalla OLED del iPhone X, según el desglose publicado por iChunt, tiene un coste de 80 dólares. La regla de tres dice que, de haberse dedicado esa partida íntegra a pantallas, el volumen sería de algo más de 41 millones de paneles. Una cifra muy elevada para tratarse de únicamente un modelo.
Esto último da alas a la teoría de que Apple presentará tres iPhone en septiembre: uno con pantalla de 6.1" LCD, y otros dos de 5.8" -como el X actual- y de 6.5", ambos OLED. Si finalmente llegan, podremos entender del todo de dónde sale una partida tan grande en componentes a principios de este año.
Son los suministros asimétricos: se compra un componente en un trimestre concreto para producir producto durante varios trimestres. Algo con lo que pueda jugar una empresa y hace aún más difícil para las empresas prever con precisión la cadena de suministros. Una de las complicaciones ocultas en toda empresa, ya sea Apple o ya sean los restaurantes de barrio.
A veces, la diferencia entre ganar o perder dinero la marca el arte de gestionar un stock correctamente, hablemos de paneles que se puedan quedar obsoletos o de filetes de ternera que caducan antes de que nadie los pida para comer. A falta de saber el desenlace, Apple esta vez ha jugado su carta con muchísima antelación.
En Applesfera | 2018 será el año del OLED: Samsung fabricará 200 millones de esos paneles para Apple.
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