Apple se gasta cada año unos 30.000 millones de dólares en I+D y Google le paga casi la mitad de eso, entre 15.000 y 20.000 millones para seguir siendo su buscador por defecto. Este negocio parece que puede irse al traste. Y no porque la Unión Europea haya impuesto que Apple dé al usuario libertad para cambiar de navegador o elegir el motor de búsqueda preferido. Si no porque OpenAI acaba de entrar en el negocio. Ahora sí que se pone interesante.
OpenAI acaba de presentar su nueva herramienta y puede hacer temblar los cimientos de Google y Microsoft. Nos referimos a SearchGPT, un buscador, como su propio nombre indica, que todavía no es una aplicación propiamente dicha pero que lleva detrás casi un año de trabajo. Se trata de un prototipo temporal con características de búsqueda basada en IA "que ofrece respuestas rápidas y oportunas con fuentes claras y relevantes".
Lo más inusual de todo es que este buscador, en su estado actual, prioriza a determinados medios. Es decir, ofrece búsquedas relevantes a partir de ciertos sesgos, lo que desembocará en una falta de igualdad de oportunidades. La empresa de Sam Altman ha anunciado en la iniciativa 'Preferred Publishers Program' (PPP), que se alían con marcas como el grupo Prisa, Associated Press, TIME y otros medios como Financial Times, Axel Springer, Dotdash Meredith, The Atlantic o incluso Le Monde.
OpenAI mantiene su estrategia con Apple
En la actualidad, Apple y OpenAI mantienen una relación amistosa. Si bien los mayores avances de Apple Intelligence se han desarrollado dentro de Apple, la nueva Siri podrá hacer un uso integral de la versión más avanzada de ChatGPT, es decir, GPT-4o, de manera totalmente gratuita y transparente para los usuarios.
Sin embargo, puede que esta relación no termine aquí y que Apple y OpenAI vayan un paso más allá: ambos se llevan bien, tal y como dejaron ver en la WWDC24, y pueden establecer nuevas condiciones que apunten a un futuro donde ambos puedan reforzar sus posiciones en sus distintos sectores. Si bien los criterios de posicionamiento de SearchGPT no son claros, es evidente que desde OpenAI quieren que los resultados estén "curados" por la IA, auditados por un sistema que recompense aquellos más relevantes.
La empresa de Sam Altman dice que está defendiendo el periodismo, protegiendo a las fuentes originales. Pero sirva como contrapuento que, en la actualidad, el medio New York Times sigue de litigios contra OpenAI. La razón es clara: haber entrenado a ChatGPT sin contrato de por medio, sin haber recibido permiso expreso para acceder a su base de datos, algo que ha terminado con la exigencia de "miles de millones de dólares en daños y perjuicios legales y reales".
En resumen, OpenAI tiene por delante muchos escollos que solventar, pero es evidente que estamos ante el nacimiento de algo grande, un cambio de paradigma que puede desplazar placas tectónicas como son el propio buscador de Google —ya optimizado con Gemini—, el Bing de Microsoft —ya alimentado con Copilot—.
Vivimos una etapa interesante en la que una cosa está clara: OpenAI se está haciendo de oro, pese a que sobre el papel es una máquina de quemar billetes. Y la causa es sencilla: están explotando al máximo sus modelos para entrenar IA. La ambición nunca les ha detenido, que se lo digan al cofundador de OpenIA, Ilya Sutskever. Y que esta empresa deje de ser mero proveedor y se lance con su propio buscador —o incluso navegador— parece cuestión de tiempo.
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