La aparición de los PowerBook G4 Titanium a mediados de 2002 los convirtió en un símbolo. De lucha. No hay nada más complicado que diseñar un portátil y que cumpla las exigencias ya no del usuario, sino del usuario profesional. Los Mac portátiles profesionales eran un auténtico campo de batalla: Apple ganó muchas durante varios años, pero también perdió algunas. Posiblemente, gracias a ambas hoy tengamos encima de la mesa un ordenador como el MacBook Pro con procesadores M1 Pro o M1 Max.
Sin duda uno de esos baches que Apple atravesó fue el cambio que la compañía necesitaba para atreverse con sus propios procesadores. El problema no fue con Intel, sino mucho antes: justo cuando Steve Jobs se dio cuenta que el rendimiento por vatio era el santo grial en los portátiles profesionales de alto rendimiento y que sin eso, nada de lo que diseñaran o imaginaran tendría sentido.
En la época de los procesadores PowerPC, Apple había prometido a los usuarios que tendrían portátiles PowerBook con los potentes G5 de la compañía, que ya montaban de manera profesional en los PowerMac G5. Sin embargo, el proyecto no pudo salir jamás adelante: el rendimiento por vatio era tan deficiente, que la potencia necesaria para conseguir la eficiencia de un portátil profesional era demasiado alta para un ordenador en movimiento.
Jobs buscó en Intel el aliado perfecto: una hoja de ruta bien trazada para sus futuros procesadores, un rendimiento por vatio varias veces superior a los PowerPC de la época y una compañía de la que podrían aprovechar lo que ya se venía haciendo para el mundo PC. Sin embargo, tenía muy claro que el problema era endémico: no lo iban a solucionar hasta que Apple no fuera capaz de fabricar sus propios procesadores y liberarse de una vez de cualquier compañía externa con procesos de producción y plazos muy diferentes a los de Cupertino.
De ese día, pasamos a la presentación del primer dispositivo con un procesador SoC diseñado por Apple, el auténtico chip original del que parten todas las maravillas que hemos visto desde que comenzó esta transición a Apple Silicon, el chip A4 que se incluyó por primera ver en el iPad original y posteriormente en el iPhone 4. Diez años después, Apple estaba preparada para una nueva transición a esta arquitectura: llegaron los M1 mientras la industria los recibía con cierta cautela, que cumplieron más de lo prometido.
Apple nos presentaba por primera y última vez un cambio en el corazón de sus ordenadores, quizás uno de los últimos grandes sueños de Steve Jobs en la compañía. Y hoy, por fin conocemos la respuesta de Apple al mundo profesional, una deuda que los de Cupertino tenían pendiente de responder y que al parecer, llevaban muchos años trabajando para contestarla de forma contundente.
Nuevas exigencias, nuevo diseño para contenerlo
El nuevo diseño de los portátiles de Apple se esperaba prácticamente desde el lanzamiento de los primeros MacBook Air M1 y MacBook Pro M1, pero en aquel momento Apple no quería experimentos y optó por utilizar el factor forma de los modelos anteriores para contener a sus nuevos procesadores. Esto ayudó mucho a poner el foco en la velocidad de los nuevos portátiles, y lo que la tecnología Apple Silicon era capaz de ofrecer, más que en su aspecto.
Con este nuevo MacBook Pro el cambio ha sido radical. Incluso la propia Apple en su web califica estas máquinas como "el primer portátil de una nueva especie", lo que dice mucho de las intenciones de la marca - al menos - con los portátiles profesionales: no van a pisar el freno para poder ofrecer a los usuarios profesionales todo lo que llevan pidiendo años. La diferencia es que ahora, fabricando por fin ellos el end-to-end con cada ingrediente de sus Macs, pueden ofrecérselo.
El nuevo diseño está fabricado en aluminio 100% reciclado y está disponible en los tradicionales colores plata y gris espacial (el modelo de análisis que veis, es el modelo plata). El tacto me da la impresión de que es algo más suave que en generaciones anteriores, pero en apariencia es idéntico a los materiales de gran calidad a los que nos tiene acostumbrados la marca. Todo lo demás, ha cambiado: nada más sacarlo de la caja y abrirlo, nos llama la atención el teclado, por primera vez montado sobre una superficie oscura que resalta esa parte. Esta parte está pensada para destacar el teclado y sobre todo, la retroiluminación de las teclas si lo utilizamos en condiciones de baja luminosidad.
En apariencia, me parece que le sienta genial al nuevo MacBook Pro, dándole una apariencia de sobriedad apropiada para un portátil profesional. La zona sombreada en negro de las teclas no se ha conseguido mediante una pegatina, plástico o ningún añadido similar, sino que es parte de la carcasa para evitar que el color de este área se degrade. En tacto, la continuidad del aluminio desde la parte plata a la zona negra no notamos ningún salto o corte, por lo que es cómodo en los dedos.
Las teclas utilizan el mismo mecanismo de tijera que el Magic Keyboard de última generación, con un buen recorrido para ser teclados de perfil bajo y - como suele ser habitual en los portátiles de la marca - algo más de amortiguación en el tramo de impacto de las mismas. En dimensiones, separación y comodidad de uso, sigue siendo un muy buen teclado, cómodo para trabajar largas jornadas si es necesario y muy funcional. La retroiluminación es idéntica al de generaciones anteriores en cuanto a intensidad, que por supuesto puede ser regulada manualmente o de forma automática gracias a los sensores que incluye el nuevo Mac.
Uno de los cambios más visibles en cuanto al diseño es el ligero incremento del grosor, pasando de 1,62 cm de alto en el MacBook Pro 16" (2019) a los 1,68 cm en este nuevo modelo (también de 16"). Estos 0,06 cm extra parecen notarse más de la cuenta en fotos y videos de lo que ocurre cuando tienes delante la máquina real: trabajando con ella y llevándola de aquí a allá, sigue siendo práctica y las sensaciones son las mismas que con la generación anterior - teniendo en cuenta que es un portátil de 16", y pesa 2,1 kg (el modelo de 14" llega hasta los 1,4 kg).
Un cambio también visible que quizás ayuda en la percepción de que el ordenador tiene una apariencia distinta al que parecía ser el mapa de ruta de Apple, son los bordes redondeados en la parte inferior de la carcasa y en la pantalla. Es cierto que recuerdan a aquellos primeros MacBook Pro de primera generación en estos detalles, pero el conjunto del nuevo MacBook Pro deja claro la evolución que quiere llevar la marca a los consumidores Pro: un cuerpo resistente, de alta calidad y que no limita de ninguna forma los componentes internos para disponer de toda la potencia de los nuevos procesadores M1 Pro y M1 Max.
Una de las decisiones de este cambio, además de aligerar el aspecto al haber aumentado en grosor, es la mejora en la ventilación. En la parte inferior izquierda y derecha encontraremos unas entradas de aire que utiliza el sistema de ventilación para recuperar aire frio del exterior - también hay otra entrada en la parte central inferior - moverlo por la circuitería y expulsarlo por la zona inferior izquierda y derecha bajo la pantalla. El sistema de convección ha sido mejorado con unos ventiladores más grande (y que hacen menos ruido) permitiendo mover un 50% más de caudal de aire que en generaciones anteriores incluso en velocidades bajas.
En mis pruebas, en cualquiera de ellas, no he conseguido poner los ventiladores al máximo y prácticamente ni activarlos. Nunca me había pasado esto con ningún otro Mac con sistema de ventilación activa que haya podido analizar en estos casi dieciséis años en Applesfera. He tratado de forzarlo con las demos y recursos proporcionados por la compañía para el modelo de análisis, o con cualquiera de los benchmarks y pruebas diarias, pero literalmente, este Mac parece que no lleve ventiladores - cosa que demuestra varias cosas: la tremenda eficiencia energética del mismo, la capacidad de los nuevos procesadores y que el diseño termal de la caja funciona a la perfección - gracias, quizás a esos 0,06 cm de más que mencionábamos antes en esta generación.
El interior, tal y como comentábamos ayer en Applesfera, revela un trabajo de ingeniería que incluso permite más reparabilidad - algo inaudito en generaciones anteriores por la compactación del diseño - por ejemplo, permitiendo el cambio de baterías de forma fácil, ya que ahora van fijadas simplemente con una capa adhesiva (como ocurre en los iPhone). Los puertos laterales ahora son modulares, y también permitirán su reemplazo de forma sencilla en caso de deterioro por el uso.
Por el camino, Apple sacrifica la TouchBar, de la que parece querer desprenderse quizás también para futuras generaciones - cuya última aparición fue en el MacBook Pro M1 lanzado en noviembre de 2020, manteniendo el botón con TouchID mediante anillo circular, tal y como debutaron en los teclados del nuevo iMac M1 (2021) que funciona de forma precisa rápida y cómoda para utilizar o validar con nuestras credenciales de usuario cuando sea preciso.
Más conectividad, el mejor sistema de sonido y el regreso de MagSafe
Cuando llegó el USB-C, Apple optó por tirar de valentía y apostar por un puerto con gran futuro por su versatilidad y velocidad de transferencia de datos, llegando hasta los 40Gbps. Esto permitiría utilizar todo tipo de periféricos, también monitores externos e incluso se podía alimentar el Mac mediante estos puertos (cualquiera de ellos). Así ha sido con todas las generaciones posteriores, pero en este portátil profesional Apple ha decidido añadir varios puertos que los usuarios de este tipo de ordenadores en movimiento demandaban por comodidad: una ranura para tarjetas SDXC y un puerto HDMI.
La ranura de tarjetas SD soporta el estándar SD 4.0 y las últimas tarjetas UHS-I y UHS-II. Las primeras tienen una velocidad de lectura y escritura entre 50 y 104 MB/s, mientras que las segundas se mueven en velocidades desde 156 hasta 312 MB/s. Perfecta para cargar fotos desde una cámara de forma directa o también como "disco duro" extra para tener a mano archivos sin necesidad de tener que cargar con discos duros externos más grandes. El HDMI admite 4K a 60fps, sin duda algo cómodo para no tener que cargar con un adaptador, más teniendo en cuenta la orientación de estos portátiles.
Los tres puertos USB-C cumplen la especificación completa Thunderbolt 4 a 40Gpbs y nos permitirán incluso conectar hasta dos monitores de la talla de los Pro Display XDR si compramos este Mac con un M1 Pro. Estos puertos también pueden admitir carga, es decir, en cualquiera de estos tres puertos podemos conectar un cable USB-C y cargar el portátil, siempre utilizando el adaptador de 140W que viene incluido con el portátil (que también es USB-C). Si utilizamos un cargador con menor potencia, el MacBook Pro reconocerá el cable conectado, pero nos indicará que no está cargándolo porque requiere más potencia.
Y el regreso de MagSafe, ¡quien nos iba a decir que viviríamos para ver una tercera generación de MagSafe en un MacBook Pro! Aquí permitidme que me ponga nostálgico porque la sensación cuando usé el conector magnético por primera vez en este nuevo Mac me recordó enormemente mi primer MacBook Pro de 2006. El mismo "¡clap!" al adherirse magnéticamente. Creo lo conecté y desconecté diez veces para volver a escucharlo. Es una de las "reincoporaciones" que más celebro tener de vuelta, pero es que además está mejorada: la pastilla ha sido rediseñada para que soporte mucha más carga, y que además lo haga de forma rápida (llega al 52% en 30 minutos según mis pruebas). Es algo más pequeña que en la última revisión MagSafe 2, pero también cuenta con los leds (uno por cada lado) que indica mediante los habituales colores semáforo como está la carga del Mac.
También el cable que une el extremo del conector MagSafe con el puerto USB-C que se conecta al cargador ha sido mejorado con un cable trenzado similar al que tenemos en los cables de carga de los HomePods mini y de los accesorios del iMac M1, construido para evitar que los tirones accidentales no sólo no se lleven nuestro preciado Mac detrás, también que se desgarren o se abran por el uso. He hecho algunas pruebas con esto y ha funcionado como recordábamos que funcionaba MagSafe, en todos los casos se ha desprendido de la carcasa sin apenas mover el portátil - a pesar de que la adherencia magnética es bastante fuerte una vez puesto, y no es posible soltarlo con facilidad o por error.
Otro puerto rediseñado (aunque no lo parezca a simple vista), es el conector de auriculares. Ahora, detecta automáticamente la impedancia de los auriculares conectados y puede modular automáticamente los niveles de los auriculares de alta impedancia conectados. Para los profesionales que busquen una salida de sonido más potente, lo que significa es que ya no necesitarán de amplificadores si quieren por ejemplo utilizar auriculares de estudio.
Hablando de sonido, aquí no puedo evitar ser categórico: el nuevo sistema de sonido de este Mac es el mejor sistema de sonido que Apple ha diseñado en un ordenador, iPhone o iPad - mejorando incluso al que ya nos impresionó con el MacBook Pro de 16": seis altavoces, que por los despieces que hemos podido ver son enormes, permiten desarrollar un 80% más de potencia en los bajos con tweeter de agudos casi el doble de grandes que en el modelo anterior. La música o audioconferencias suenan con más fuerza e intensidad, más profundidad pero también con sonidos claros y detallados, más naturales.
Los micrófonos se han mejorado también en esta generación mejorando la reducción de ruido en la señal, con lo que oiremos menos ruido y podremos grabar más claramente con ellos, sin necesidad de utilizar ningún accesorio externo. Es importante recordar que macOS Monterey permite el aislamiento acústico de la persona que está utilizando el ordenador, separando su voz del resto de sonidos del ambiente - con lo que nuestras llamadas con este nuevo Mac se escuchan claras y con fuerza en casi cualquier situación.
Liquid Retina XDR con menos bordes, más brillo, mini LED y notch
La pantalla Retina surge una transformación radical y cuenta, al igual que lo hiciera el último iPad Pro M1 (2021) con la nueva pantalla que apple denomina Liquid Retina XDR, montando un panel mini LED capaz de lograr un ratio de contraste increíble de 1.000.000:1 y conseguir unos negros más puros que nunca en un portátil de Apple. Esto lo hace iluminando grupos de píxeles de forma independiente por la pantalla, en lugar de tener una retroiluminación uniforme de forma trasera. Al igual que vimos en el iPad Pro de esta generación, las diferencias son más que evidentes si comparamos este modelo con un MacBook Air M1 que contaba con la habitual pantalla Retina que cmontaban los portátiles de Apple hasta ahora:
Para poder probar la calidad del nuevo panel, utilicé Affinity Photo con la visualización EDR activada donde las fotografías se ven detalladísimas, con un contraste elevado y detallado en sombras y luces. Los colores son vivos, contundentes y permiten apreciar cada matiz de la fotografía, incluso en los degradados - suaves y continuos en pantalla. Hay fotografías como por ejemplo la de una calle de noche con el contraste de luces de coches y semáforo que es espectacular en esta pantalla, notando la diferencia entre zonas, colores y contraste.
Esta nueva pantalla cuenta con 10.216 mini-LEDs distribuidos en 2.554 zonas de regulación de intensidad lumínica en este modelo de 16" para conseguir este alto contraste y además sube hasta los 1000 nits (el modelo de 2019 tenía 500), pero con picos de brillo de hasta 1600. Como mejora en esta generación, también tenemos ProMotion en esta pantalla, utilizando la frecuencia de actualización adaptativa que va desde los 10Hz hasta los 120Hz.
La mejora con el refreso es quizás una de las características que más se nota en el día a día. Desde el uso de Mission Control para ver las ventanas, cambiar entre escritorios o sobre todo para navegar por internet, la suavidad de desplazamiento y el movimiento en el sistema es ahora mucho más impactante visualmente, siendo gestionado en todo momento por macOS para contener el uso de la batería: sólo subirá la frecuencia de refresco ante los movimientos rápidos de la interfaz.
En los juegos o aplicaciones, es el propio sistema operativo también quien ajusta esta frecuencia a los fotogramas por segundo a los que se mueve la aplicación, tal como ocurre y os conté - por ejemplo - en el análisis del iPhone 13 Pro Max. Esto significa por ejemplo que si estamos viendo Netflix, la tasa de refresco se equilibrará a los 24-30 fps a los que se mueve este contenido específico para evitar utilizar más batería de la cuenta en algo que el usuario no percibiría. Navegando en Safari o por el sistema operativo, subirá a unos 100 o 110 Hz.
Aquí llegamos a uno de los cambios que más polémica ha causado con estos nuevos portátiles: el uso del peculiar "notch" que debutó con el iPhone X y que aún sigue en los últimos iPhone 13. El diseño de estos nuevos MacBook Pro ha equilibrado los bordes superior e inferior al grosor de los laterales, consiguiendo un marco reducido en las cuatro lados de la pantalla que aporta una sensación de novedad (y que ya necesitaban los portátiles de Apple).
En la parte superior, como comentaba, sí contamos con un notch de la misma forma que apareció en los iPhone, justo en el centro de la pantalla, donde se encuentra alojada la nueva cámara 1080p FaceTime HD. Esta nueva cámara tiene una lente de cuatro elementos con mayor apertura (ƒ2.0), lo que permite mejorar las capturas en condiciones de baja luminosidad. También se ha duplicado (2.5 veces, según Apple) el sensor de imagen respecto al de la anterior generación, permitiendo doblar la resolución.
Esto es a nivel de hardware físico, pero no olvidemos las capacidades de cálculo de los nuevos M1 Pro y M1 Max, que ayudan al procesador de señal digital para que equilibre el balance de blancos, la reducción de ruido y la exposición de forma automática y utilizando los patrones de Machine Learning para detectar rostros, utilizando el Neural Engine. La verdad es que con el uso de videoconferencias con esta nueva cámara las imágenes mejoran tremendamente, con una claridad y detalles que se notan incluso en condiciones con muy poca luz - contrastando incluso las zonas de luz y sombra (algo que no se suele ver en las webcams al uso). Se echa de menos - incomprensiblemente - como no han añadido a esta cámara el Center Stage, el seguimiento de la persona mediante detección para en videollamadas tal y como ocurre en el iPad Air o el nuevo iPad mini (2021).
El notch, como comentaba, ha levantado comentarios sobre lo acertado de su uso o no aquí. Y son comentarios perfectamente comprensibles, principalmente porque Apple parece estar resolviendo un problema que no sabemos realmente cual es. En los iPhone, se entiende por el hecho de necesitar una cámara FaceID, pero este MacBook Pro no la incluye. Además, el borde en el teléfono de Apple es mucho menor que en este portátil. Si miramos el notch de cerca, veremos únicamente el objetivo de la cámara FaceTime HD y el led de uso. Al no usar FaceID, tampoco tenemos la cadena de sensores TrueDepth, que proyectan distintos tipos de leds para mapear matemáticamente el rostro. ¿Que hay entonces en ese notch del MacBook Pro y por qué es casi igual de grande que el del iPhone X?
Los comentarios de algunos usuarios es que la cámara y el LED podrían haberse camuflado en el marco superior, evitando así el notch. Disminuirlo de tamaño no hubiera servido tampoco de mucho, ya seguiría en mitad de la barra siendo la mitad de grande. Sin embargo, esta es una decisión técnica que sin conocer cómo está desarrollada la pantalla y el panel, no se puede contestar. Lo que sí ha hecho Apple es adaptar macOS Monterey para que la barra de menús sea ligeramente más grande en estos MacBook Pro, y se pueda "encajar" el notch en ella.
Desde macOS 12.0.1, cualquier MacBook Pro de esta generación aisla este notch e indica a los menús e iconos que viven en esta zona superior de la pantalla que ese espacio está aislado y no se puede utilizar (sin que las apps tengan que hace ninguna adaptación por su parte). Por parte de los menús de aplicación, si alguno de ellos supera el notch, se mostrará justo a continuación de él.
Es posible pasar "por debajo" del notch con el cursor, aunque teniendo un menú de aplicación seleccionado al borde izquierdo del notch, si lo desplazamos hacia la derecha el sistema operativo entiende que estamos moviéndonos por el menú y traslada el cursor al siguiente menú sin pasar por debajo él. Es algo bastante rápido y usarlo, aunque en las primeras ocasiones resulte algo curioso, después prácticamente que lo ignoras. Simplemente, te mueves por los menús.
En cuanto a los iconos en la parte derecha de la barra superior, también podemos tener todos los que queramos, pero tienen prohibido sobrepasar el notch. Si estos iconos llegan a él, irán ocultándose, dándole prioridad (según parece) macOS a los iconos del sistema. Por ejemplo, para esta prueba utilicé los menús configurases de iStat Menus, que permite agregar varios indicadores en esta zona.
Luego tendríamos el caso mixto: ¿que ocurre si los menús de aplicación sobrepasan el notch o toda la parte derecha contienen iconos de menús? Básicamente que los menús de las apps tienen preferencia, por lo que se muestran, dejando visibles los iconos según he comentado antes en la parte derecha. En realidad, el uso aquí es el habitual de una app con menús que llega hasta la zona de iconos, con lo que esto no es nuevo. La diferencia es que ahora hay una pequeña zona de esa barra que no se puede utilizar por el notch.
En el día a día, y como comento, después de la curiosidad inicial, el notch acaba "desapareciendo" de nuestro flujo de trabajo ya que el uso es muy natural tal como utilizamos cualquiera de nosotros el Mac. Además, hay que dejar claro que este notch jamás se ve en las aplicaciones a pantalla completa, ya que el notch queda fuera de la relación 16:10 de la pantalla. Cuando ponemos una película, videojuego o documento a pantalla completa, la franja a los lados del notch se vuelve negra mostrando las franjas superior e inferior (en el caso del documento con los menús de la app) y podemos disfrutar el contenido como siempre en esa relación de aspecto.
¿Es la mejor solución este notch en un MacBook Pro? Evidentemente, no. Todos hubiéramos deseado unos bordes alineados sin esta zona, además sin acabar de entender muy bien qué hace ahí y qué problema está solucionando. Sin embargo, la "molestia" del notch en mi experiencia de uso de varios días pasa a segundo plano con el uso diario, donde llega un momento en que, simplemente, "desaparece" para centrarte en tu flujo de trabajo donde esta zona no molesta en ninguna ocasión.
Apple Silicon ya es Pro: los M1 se desatan
Los nuevos procesadores M1 Pro y M1 Max son un ejemplo de la hoja de ruta de Apple con la que afronta el futuro y las novedades que están por venir. Para esta nueva generación de MacBook Pro, ha utilizado la escalabilidad de los M1 ofreciendo más potencia y rendimiento. El modelo M1 Pro que he podido analizar en este modelo, tiene 8 núcleos de eficiencia y 2 núcleos de alto rendimiento. Son sólo dos núcleos más que en el M1, pero tiene "truco": mientras que en el M1 Apple tenía 4 núcleos de eficiencia y 4 de alto rendimiento, en el modelo Pro no equilibra entre tipos y apuesta por tener mayoría de rendimiento (8) sobre los dos núcleos de eficiencia. Esto permite seguir manteniendo la eficiencia pero aumentar radicalmente el desempeño gracias a que los núcleos más abundantes ahora son también los más rápidos.
En un artículo que os ofrecimos hace unos días, nuestro compañero Julio César Muñoz nos explica detalladamente la parte técnica y la disección de cada uno de los SoC, donde lo importante no sólo es subir en núcleos: también mejorar los componentes que los rodean, como por ejemplo los "Media Engine" que controlan la codificación y decodificación de video. Estos descodificadores soportan codificación H.264 y HEVC desde el propio SoC, como el M1 - algo que acelera la reproducción creación de vídeo. Sin embargo, en estos modelos más avanzados, el M1 Pro y el M1 Max han sido mejorados pensando en el flujo de trabajo de los profesionales con ProRes, uno de los codecs más populares y de mayor calidad de la post-producción profesional.
Esto permite que este portátil con procesador M1 Pro pueda mostrar hasta 4 vídeos 8K en ProRes en tiempo real, por ejemplo. Para probarlo, utilicé Final Cut Pro con cuatro de estos videos 8K y ProRes, y el portátil lo movió sin ningún problema, con capacidad para ir a cualquier punto del vídeo de forma instantánea sin ningún tipo de retardo apreciable y con una soltura en apariencia más que sobrada.
De hecho, es también impresionante que en este punto, y forzando este video en tiempo real a que se reproduzca de forma cíclica, no se consigue ni siquiera que se escuchen los ventiladores. Después de varias pasadas por la previsualización del vídeo - sin buffering, por supuesto - paso la zona más caliente del portátil por la pistola térmica infraroja. Apenas llega a los 38º.
Precisamente por el uso de estos decodificadores extra que acompañan al SoC de los M1 Pro y M1 Max, los benchmarks sintéticos no muestran toda la capacidad real que son capaces de producir - ya que depende de la situación, tipo de ficheros y app - donde el chip evalúa la necesidad o no de utilizar estos descodificadores extra: no todo es potencia "bruta" de la CPU o la GPU. Sin embargo, para utilizarlos como referencia, veamos como quedan en los más comunes tests del mercado, empezaremos por el tradicional GeekBench 5:
Como veis, en resultado mononúcleo mejora las cifras que ya teníamos en los Mac mini, pero es muy similar teniendo en cuenta que ambos modelos cuentan con núcleos muy similares. Es sin embargo cuando hacemos el cálculo multinúcleo cuando la cifra se dispara, ya que en este M1 Pro contamos con 10 núcleos de CPU y 16 núcleos para GPU:
Hay que recordar siempre que la multiplicación de la potencia de los núcleos no es un cálculo lineal, sino el resultado de diversos tests emulados por software para calcular un rendimiento. Pasemos al cálculo con Cinebench R23, con situaciones algo más contextualizadas por las imágenes que se utilizan para obtener los resultados y el tipo de mediciones que utiliza:
En estos resultados el M1 Pro se sitúa justo entre el Core i9-9888H y el AMD Ryzen Threadripper de 16 núcleos, con un buen resultado que se queda justo en el punto intermedio entre ambas. Gracias también a Cinebench vemos que el efecto multiplicador de la puntuación del test es de 8.07x, es decir algo más de ocho veces el valor de la medición mononúcleo. Pasemos ahora a un test algo más real en caso de que queráis saber cómo rinde este Mac si usáis Xcode. Para ello, he usado Xcode Benchmark:
El proyecto que monta este test es gigantesco, y consigue una aproximación relativa del rendimiento de Xcode en situaciones extremas, que podemos comparar entre diversas máquinas. Contiene nada más y nada menos que 42 librerías CocoaPods con más de 70 dependencias y más de 6231 ficheros a procesar en total. En la propia página donde os podéis descargar el script por vosotros mismos para probarlo, también hay una tabla con resultados que ha enviado la gente.
En este MacBook Pro con procesador M1 Pro, he conseguido como veis en la imagen procesar este test completo en 97.913 segundos, uno de los valores más bajos de toda la tabla (valores más altos ganan más puntos por el incremento de hasta 96GB de RAM). Para probar aún más a fondo este portátil a nivel de Xcode, lancé un proyecto de demostración que lanza ocho simuladores de distintos dispositivos de forma simultánea (lo cual es una locura porque además es un proyecto con carga gráfica):
En las pruebas todos los simuladores iban a la perfección, moviéndose con fluidez incluso cuando cambiamos a otro escritorio o cambiamos la disposición de las ventanas. Podemos interactuar con ellas y el portátil permite hacerlo sin parones o saltos apreciables, y además, sin que se activen aún los ventiladores, lo cual me sigue sorprendiendo.
Pasemos a otro test real, con una prueba de compresión que se utiliza a menudo para medir la velocidad de codificación de Final Cut Pro: el test BryceX. Es un test que crea un proyecto en una resolución alta (5120x2700 a 24fps) y mide el tiempo en el que creamos el fichero final a partir del .fcpbundle que nos descargamos desde su web.
Después de tomar cinco muestras y sacar una media, el valor medio que nos deja es de tan solo 10,35 segundos para generarlo, desactivando la renderización en segundo plazo para evitar la generación de buffer y forzando el cálculo completo de todo el flujo. Para que os pongáis en contexto, esta misma prueba en el MacBook Air M1 me daba unos 21,12 segundos y en el MacBook Pro M1, 18,46 segundos.
Para revisar qué tal hace con el sonido, utilice Logic Pro y un proyecto ejemplo que permite posicionar el sonido en Audio Espacial y que contiene más de 1500 instrumentos, una demostración orquestal impresionante que el MacBook Pro reproduce sin problemas y de nuevo, sin activar ningún ventilador. Podemos saltar a cualquier punto de la linea de tiempo de forma instantánea (y por cierto, de nuevo, que impresionante calidad de sonido tiene este dispositivo):
Sin embargo, probaré también un test propio para quienes no entendemos tanto de música ni de composiciones musicales, y necesitemos datos algo más medibles para probar que tal se desenvuelve con esta app. Para ello, utilizo un proyecto de Logic Pro que añade instrumentos y los reproduce simultáneamente: se monitoriza el rendimiento del sistema hasta que el propio Mac nos dice que no puede ejecutar más instrumentos a la vez.
Para conseguir calcularlo, hice el mismo test que también probé con los M1 del año pasado: subí el buffer de entrada/salida a 1024 samples (el máximo) y marco los 8 hilos posibles que hay disponibles en cada uno de los diez núcleos de la CPU.
En este nuevo MacBook Pro con procesador M1 Pro y 32GB de memoria RAM unificada, consigo llegar hasta los 223 instrumentos simultáneos. De nuevo, para poneros en contexto, en el MacBook Air y MacBook Pro llegábamos a un máximo de 70. Pasemos a probar algo más lúdico, pero pongámoselo dificil: un juego en Steam (Shadow of the Tomb Raider) teniendo en cuenta que esta app sigue estando emulada por Roseta 2 y no es nativa:
Para esta prueba, se ha utilizado una resolución 2K, con frecuencia de actualización de 120Hz desde el juego, HDR activado y todos los parámetros en modo extremo: calidad de texturas ultra, filtrado anisotrópico 8x, todos los filtros activados... La media es de 37 fps, con picos de 64 fps.
La batería también forma parte de las características de los nuevos procesadores M1 Pro y M1 Max, que además utiliza el diseño de contención energética y los núcleos de eficiencia para reducir el consumo de batería al máximo - y de nuevo, los resultados siguen sorprendiendo (aún más si lo comparemos con los anteriores Mac con Intel).
En esta ocasión, para la prueba de descarga de batería, encendí el portátil a las 7:00 de la mañana y evité que entrara en reposo utilizando Jiggler, una pequeña app que evita que el Mac entre en reposo moviendo de forma natural el ratón de forma continua cuando lo toco. Además, puse en reproducción videos de forma ininterrumpida (Apple TV+, en streaming), usando Safari, Outlook, Teams, OneNote, Slack, Apple Music, Fantastical, Notas, Ulysses, Visual Studio, y diversas pruebas con Logic Pro, Affinity, Final Cut Pro, juegos casuales en Steam... Aún con toda esta carga, la descarga de batería muestra una buena progresión descendente (además con el brillo de la pantalla al 70%), llegando de las 7:00 hasta las 18:13.
En condiciones más normales, con navegación por internet habitual y un par de aplicaciones más, podemos apurar un par de horas más. En vídeo, si utilizamos Apple TV+ (que está optimizado por macOS) en mis pruebas he conseguido reproducir videos de forma ininterrumpida hasta casi las 23 horas (con el brillo al 50%). Son muy buenos resultados para una batería que cada año lo tiene más difícil contener el empuje de potencia, aunque la arquitectura ayuda con los núcleos de eficiencia y la pantalla ProMotion tiene sus propios métodos para subir o bajar el refresco cuando sea necesario.
Para acabar con las pruebas, el disco duro. Como siempre, el test Disk Speed de BlackMagic para medir la velocidad de los nuevos SSDs ultra rápidos que teóricamente pueden alcanzar velocidades de hasta 7,4 Gb/s en los modelos superiores (a más tamaño, más velocidad de lectura/escritura).
Como veis en las pruebas, 5,7Gb/s en escritura y 5,2Gb/s en lectura, un valor tremendamente bueno (el más alto que he obtenido hasta ahora) y también ayuda a la sensación de velocidad del sistema y a la carga del sistema operativo, perfecto para manejar grandes ficheros con aplicaciones que hagan un uso intensivo de ellos.
El MacBook Pro como queríamos que fuera el MacBook Pro
Esta nueva generación nos ha traído todo lo que los usuarios profesionales querían que tuviera, y Apple no ha hecho preguntas: lo ha puesto todo encima de la mesa y lo ha envuelto con la potencia desbocada de estos nuevos procesadores que sobre el papel promete, pero encima de la mesa sorprenden: todo lo que queramos hacer, lo haremos posiblemente mejor y con seguridad, más rápido.
La única concesión a nivel de diseño de este nuevo aspecto es el notch, que como hemos comentado, Apple parece tener controlado a nivel de sistema operativo y que en la práctica, "desaparece" con el uso diario: también porque está pensado para que no aparezca en nuestro flujo de trabajo, ni oculte nuestro contenido.
2021 Apple MacBook Pro (de 16 pulgadas, Chip M1 Pro de Apple con CPU de diez núcleos y GPU de dieciséis núcleos, 16 GB RAM, 512 GB SSD) - Gris espacial
Por todo lo demás, es un producto redondo en todos los sentidos: diseñado de dentro hacia fuera sin dejar nada a medias y con una potencia que está sorprendiendo a una industria donde los procesadores ya no llamaban tanto la atención. Un Mac profesional, para profesionales: empezando el modelo básico por 2.749€, por 200€ más duplicaremos el almacenamiento SSD a 1TB y por unos 900€ más contamos con el modelo que incluye un M1 Max con 32 núcleos en GPU - la potencia de los nuevos Apple Silicon al máximo nivel.
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