El debate está servido. Los nuevos Mac Mini con procesadores M2 y M2 Pro lo tienen todo para triunfar: son baratos, solventes y la solución lógica para quien busca "potencia suficiente pero no demasiada". Yo mismo llevo 48 horas devanándome la cabeza sin aclararme, sin una conclusión clara.
En el siguiente artículo valoramos pros y contras y sentamos sobre la mesa tanto a los Mac Mini como a los Mac Studio... y tampoco nos olvidamos de otra opción lógica: los MacBook Air con procesadores M2.
Elegir o no elegir un Mac Mini M2 Pro, he ahí la cuestión
Hablemos de precios. El Mac Mini con el procesador M2 Pro más puntero, el de CPU de 12 núcleos, GPU de 19 núcleos y Neural Engine de 16 núcleos, da como resultado un equipo de 1.914 euros, IVA incluido. El Mac Studio más barato, el M1 Max de base, una auténtica bestia parda, parte de los 2.329 euros.
¿Y qué hay de diferencia? Bastante, pero todo orbita en torno al uso ¿Realmente aprovecharé ese plus si limito mi actividad al audio, podcasting, trabajar con archivos de texto, ver vídeos y algún juego ocasional, más por streaming que en local? La respuesta corta es "no". Es un dispendio absurdo y usualmente conviene derivar este gasto en un buen monitor de brazo ergonómico. La respuesta larga es "depende".
El Mac Studio es un equipo muy superior, no solo en tamaño y peso. En cuanto a conectividad el modelo base parte con 2 puertos USB-A, 6 entradas USB-C, conexión de Ethernet, salida HDMI (hasta para tres monitores) y un solvente lector de tarjetas SD, algo de lo que el Mac Mini prescinde. Y si hablamos de RAM, ya se sabe: hasta 128GB de memoria unificada pueden con cualquier reto.
Pero la gran pregunta, como postula Steve Moser, tal vez sea otra: ¿y no será mejor esperar a la próxima primavera, cuando probablemente Apple renueve sus Mac Studio y vistan por fin los procesadores M2 de segunda generación. Apple, una vez más, jugando con nuestra incertidumbre, tentándonos para que nuestra expectativa esté siempre dubitativa.
¿Y si apostara por un MacBook Air M2 en vez de un Mac Mini M2 Pro?
Pero volvamos al origen. Supongamos que ya he optado por un Mac Mini M2 Pro. Al fin y al cabo, es la elección lógica para quienes buscamos un gran desempeño, disponemos de un escritorio contenido y sabemos que esa máxima de "un lustro sin actualizar" es una entelequia que rara vez se cumple. Traigo malas noticias: hay otro púgil en la arena, otra consideración a tener en cuenta. Uno que erradica los cables sobre tu mesa de trabajo.
¿Qué tal estaría mirar hacia un MacBook Air? Si quiero comprar un MacBook Air con procesador M2 tendré que gastarme, de partida, 1.519 euros. Por apenas 50 euros más ya tengo acceso a un Mac Mini con procesador M2 Pro, netamente superior. Y este es el verdadero gamechanger en cuestión de músculo, sin duda. No pensemos en 40.000 millones de transistores, sino en la arquitectura y versatilidad que propone.
Pero es que si me quedo en el modelo más básico, el de 719 euros, a cambio sigo teniendo un equipo con mejor desempeño técnico, más competente: idéntico chipset con 2 núcleos más de GPU, más puertos de conexión y la infravalorada disipación activa, algo que solo te acuerdas de ello cuando las tareas empiezan a exigir RAM y toca ventilar.
El precio de una buena pantalla
A cambio tendré que hacerme con un teclado, un ratón y una pantalla decente, a ser posible con webcam incorporada—de altavoces no hablamos, los auriculares me bastan y sobran—. ¿Compensa? Depende de cuánto vaya a desplazarme, si apostaré por esa modularidad en el futuro. En ese caso, los inquietos tenemos otra alternativa sobre la mesa: un MacBook Pro, en 13 pulgadas y chip M2, por 1.619 euros. Porque, además, la pantalla de los MacBook Pro es, en una palabra, gloriosa. Y no es fácil encontrar un monitor análogo si no queremos gastarnos menos de 200 euros.
También hay que considerar otras dos variables: ergonomía y ubicuidad. Quienes escribimos mucho sabemos que siempre es mejor desgastar las teclas de un teclado mecánico que las membranas de escaso recorrido de un laptop. Y la muñeca de mi mano derecha siempre se llevará mejor con un Magic Mouse que con un trackpad, por muy ancho que sea. Pero un portátil te ayuda a cambiarte de sala en cuanto la luz natural no da la talla o si, simple y llanamente, te cansas de tu silla de escritorio y quieres pasar al sofá de tu cuarto de estar.
Como fuera, conviene recordar una máxima: si usas un portátil más de la mitad de tu tiempo anclado a un escritorio, incluso cerca de una toma de corriente, considera ese portátil como segunda opción y no como el núcleo operacional. Todo portátil, tarde o temprano, limita más que libera. Aunque ahora que lo recuerdo... ¿y si se va la luz en plena reunión? Además, este 2023 apunta a que viajaré más que durante 2022. Vuelven las dudas.
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