Esta noticia es algo que ya podíamos intuir desde la presentación del iPhone X. Ahora, el conocido estudioso de la cadena de suministros asiática de Apple, Ming-Chi Kuo, ha publicado una nota a los analistas acerca del nivel de avance del sistema TrueDepth que alimenta Face ID. Según Kuo, el iPhone X debutará con una tecnología que saca entre un año y medio y dos años y medio de ventaja sobre sus competidores.
¿Cuánto hay de cierto en esta afirmación? Veamos si hubo algún ejemplo similar en el pasado.
Déjà vu: esto ya lo hemos vivido con los 64 bits y Touch ID
Touch ID fue presentado en el iPhone 5s en septiembre de 2013. Además de este sistema de desbloqueo mediante huella dactilar, Apple estrenó el primer chip móvil de 64 bits. Un hito en la industria que mandó escalofríos a sus competidores. El chip A7 del iPhone 5s no sólo tenía soporte para los 64 bits sino que además contaba con el sistema operativo adaptado a él para hacer uso de esta nueva tecnología.
En diciembre de ese mismo año, Qualcomm anunciaba el primer chip con soporte para los 64 bits, el Snapdragon 410 de gama media. No vimos un chip similar en un smartphone hasta que HTC incorporó el Snapdragon 615 en su Desire 820 en septiembre de 2014. Pero aquí llega la segunda vuelta de tuerca: Android no comenzó a soportar esta arquitectura hasta Lollipop, que inició su lentísimo despliegue a finales de 2014.
Es decir, que todos los agentes involucrados en Android (Qualcomm, fabricantes, Google) tardaron 14 meses en comenzar a aprovechar las ventajas de la arquitectura de 64 bits. Mientras que Apple realizó el cambio de arquitectura de golpe en un sólo movimiento y sin depender de nadie (ventajas de la integración vertical de la compañía). Ahora y con la llegada de iOS 11, su sistema operativo móvil ha completado la transición dejando de dar soporte a equipos de 32 bits.
Volviendo a Touch ID, vivimos una situación similar. El iPhone 5s trajo un sistema de autenticación dactilar que por primera vez funcionaba como un usuario podía esperar. En abril del 2014, siete meses después del lanzamiento del iPhone 5s, nuestros compañeros de Xataka analizaban el Galaxy S5 de Samsung y decían esto sobre su lector:
El uso del sensor en el Galaxy S5 no se realiza simplemente dejando la yema de nuestro dedo sobre el botón de inicio sino que hay que deslizar el mismo de arriba a abajo.
Es decir, que funcionaba exactamente igual que los sensores dactilares que hemos visto en el pasado en ordenadores y móviles. Deslizando de arriba a abajo, con la conocida alta tasa de error y frustración del usuario. Samsung tardaría un año entero en presentar su propio sensor a la altura de Touch ID. Para entonces, habían pasado 19 meses y Apple había presentado el iPhone 6 y iPhone 6 Plus.
Face ID y TrueDepth tienen como mínimo año y medio de ventaja
Face ID funciona gracias, entre otras cosas, al sistema de cámaras y sensores capaces de percibir en tres dimensiones y que conocemos bajo el nombre de TrueDepth. Como vimos hace unos días, Apple no desechó en el último momento Touch ID para impulsar Face ID, sino que llevaban al menos cuatro años trabajando en este sistema (momento en que Apple adquirió la compañía detrás de Kinect de Microsoft).
Tal y como sucedió con Touch ID, que tuvo la contribución de la adquisición de AuthenTec, Face ID ha contado con varias adquisiciones a lo largo de los años. Pero de nuevo estamos ante una combinación de sistema de autenticación, procesador y sistema operativo trabajando al mismo tiempo. Todo para entregar una experiencia que Pedro Aznar afirma que es muy cómoda y rápida.
Siguiendo el mismo esquema que antes para ver la secuencia de acontecimientos que llevaron a la creación de Touch ID y de procesadores móviles de 64 bits en Android, veamos cómo quedaría la ventaja de Apple con Face ID:
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El primer intento de Samsung por imitar Touch ID no fue lo esperado y fracasó. Si tenemos en cuenta que quedan menos de seis meses para la siguiente generación del Galaxy S, dudo que dé tiempo a los coreanos a preparar algo funcional para el 2018. Saltamos de nuevo a finales de 2018 con el Note 9 o principios de 2019 con el Galaxy S 10.
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Procesador similar al A11 Bionic, necesario para dar potencia a sensores, aprendizaje máquina y velocidad. Ahora mismo, el Snapdragon 835 más potente en el Galaxy Note 8 es la mitad de potente tanto en mono como multi-core. Aún no conocemos la siguiente generación de Qualcomm para la gama alta, pero si tenemos en cuenta que incluso un chip A10 Fusion de 2016 pulveriza a la actual, podemos deducir que habrá que esperar al menos dos generaciones. Eso se traduce en año y medio más para ponerse a la altura.
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Aquí la duda es quién integrará antes el software para dar soporte a un sistema de reconocimiento facial funcional: ¿los fabricantes o Google? Los fabricantes ya están integrando sus propias soluciones de desbloqueo facial, pero no están, ni de lejos, a la altura de Face ID. Google, por otro lado, querrá empujar Android adaptándolo para que ningún fabricante de terminales se quede atrás. Difícil ponerle una fecha a esto, ¿tal vez el Google I/O de 2018?
Viendo las afirmaciones de KGI Securities, el caso de Touch ID y el chip A7, así como la tecnología desplegada por Apple para Face ID, no es descabellado pensar que Apple cuenta con 1,5 años de ventaja sobre su competencia más avanzada. Por lo menos.
¿Y sobre el resto de compañías? Sin el músculo de Samsung, diría que el resto de fabricantes están aún más lejos. Dos años y medio parece una buena estimación para que empecemos a ver marcas commodity con sistemas similares a Face ID.
En Applesfera | Las 17 cosas más absurdas que se dicen de Face ID (y que son mentira).
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