33 millones de dólares acaba de invertir Foxconn en un terreno de 4 hectáreas al norte de la estadounidense Houston. Se trata de una importante inversión del principal socio de Apple en la fabricación de dispositivos. Y aunque no es nada descabellado, sí es poco habitual que siendo taiwanés y teniendo su principal negocio en China haya decidido invertir en Estados Unidos.
Todo responde en realidad a una idea que comparte con Apple, que no es otra que la de hacer frente a la guerra comercial entre Estados Unidos y China. De ambos lados se tratan de torpedear los negocios de las grandes empresas tecnológicas y en el caso de Apple y Foxconn en particular, la fabricación y exportación de dispositivos como el iPhone podría estar en riesgo.
Un objetivo compartido: reducir la dependencia de China
Foxconn puede presumir de seguir siendo el principal socio de Apple en China, encargado de fabricar la inmensa mayoría de dispositivos de la compañía, incluyendo el iPhone. Sin embargo, China ya no quiere ser la gran fábrica del mundo. No a cualquier precio.
Más allá de que los jóvenes cada vez exigen mejores condiciones laborales, desde el Gobierno también se está tratando de impulsar a grandes compañías nativas como Huawei para hacer frente a multinacionales que, como Apple, tenían en el país gran parte de su negocio de fabricación y lograban grandes cuotas de mercado con sus dispositivos. Sin embargo, hace meses que Apple está de capa caída en China.
Con el fin de seguir fabricando con menores costes y explorar un mercado en pleno desarrollo, Apple de la mano de Foxconn lleva años abriendo y ampliando plantas en India. Más en concreto en Bangalore y Tamil Nadu, donde se asientan fábricas en las que se ensamblan prácticamente todos los dispositivos que se venden en la propia India, pero también hacia el resto del mundo. De hecho, el 23% de los iPhone 16 que se fabrican proceden de allí.
En el caso de Foxconn, su apuesta de diversificación no se queda en India. Como veíamos al inicio, acaba de hacer una gran apuesta en Estados Unidos con la que pretenden paliar la política arancelaria que promete la administración Trump. Las tasas a las importaciones chinas podrían llegar al 30% y tener parte del proceso en Estados Unidos evitaría ese problema al fabricante taiwanés. De paso, eluden también las propias políticas establecidas en China, como la prohibición de exportar minerales claves para la fabricación de chips.
Tal y como comentan en The New York Times, Foxconn lleva años preparándose para esto. En la nueva planta que pretenden abrir al norte de Houston se espera que fabriquen chips necesarios para los servidores de inteligencia artificial. Y no será el único lugar donde lo hagan de nuevas, ya que también abrirán otra planta en Jalisco (México) con idénticos fines. En Tailandia ya tienen también la aprobación para invertir 300 millones de dólares en una planta en la que diseñar piezas y chips para ordenadores.
No obstante, como ya apunta la citada fuente, no todas las inversiones de Foxconn han sido fructíferas. A veces se han quedado en papel mojado y en su lista de promesas incumplidas aparecen ambiciosos planes anunciados en los últimos 15 años para Brasil, India o la propia Estados Unidos. De esta última se esperaba que, tal como anunciaron en 2017, invirtiesen cerca de 10.000 millones de dólares en una planta de Wisconsin.
Imagen de portada | Generada con DALL-E 3
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