La pugna entre Apple y Microsoft viene de lejos, muy lejos. Ambos gigantes pelean desde sus orígenes en el mismo mercado y los de la manzana siempre se han llevado el gato al agua en lo que respecta a la innovación. Los de Tim Cook han abierto nuevos nichos de mercado y sus rivales parecía que siempre iban a rebufo intentando seguir sus pasos, pero parece que Microsoft se ha rejuvenecido súbitamente con la llegada de Satya Nadella, y sus nuevos aires.
La presentación en la misma semana del nuevo MacBook Pro y el arriesgado Surface Studio nos da una buena perspectiva de cómo afrontada cada uno la batalla de la innovación. Desde luego, Microsoft ha logrado sorprendernos, pero... ¿Triunfará con su apuesta? y lo que resulta más interesante ¿Deberá tomar nota Apple de este movimiento?
Todo se toca
Surface Studio es sin duda una apuesta innovadora que convierte la descomunal pantalla en una gran superficie táctil a la que se accede accionando las bisagras. Caramba, es como un iPad descomunal pero corriendo una plataforma sobremesa y sin ser un dispositivo móvil. Es evidente que este extraño dispositivo se las juega cara a cara con el iMac pero en realidad la apuesta de los de Redmond va mucho más lejos: pretenden arrastrar a los usuarios hacia los equipos dos-en-uno.
La idea parece ser superar el concepto de ordenador desktop y apostar por lo táctil como interfaz adicional, es decir, que no sustituye al ratón ni, por descontado, al teclado. Tras dejar a todo el mundo boquiabierto con el Studio, todos los ojos se dirigieron a Apple, que a las pocas horas presentó su nuevo MacBook Pro y su aproximación hacia lo táctil mediante la innovadora Touch Bar. Aquí también se toca, pero menos.
La fina línea que separa la innovación de la utilidad
Está claro que si Microsoft quería sorprender, lo ha logrado, y si Apple quería innovar, también lo ha logrado, lo que sucede es que ambos gigantes parece que juegan con las cartas cambiadas. La gran diferencia es que de Apple se esperaba con ansia la innovación y de Microsoft se vaticinaba una línea más o menos continuista. Pero lo cierto es que los dos han innovado, y mucho, lo que sucede es que Apple parece haber calculado con más precisión sus pasos.
Nos quedamos, a este respecto, con dos datos: si creemos a Phil Schiller, Apple ya probó la posibilidad de una gran pantalla táctil pero la descartó y con un argumento demoledor: la experiencia de uso era mala. Y de eso Apple sabe un rato. El segundo dato llega del ratio récord de reservas del nuevo MacBook Pro: según parece, al comprador le encanta la Touch Bar y su nueva relación con el usuario. Una vez más, el dilema vuelve a estar sobre la mesa: lograr un equilibrio entre innovación y utilidad.
Parece claro que Apple ya ha elegido su baza presentando una innovación a medida y que no asuste a los usuarios. En realidad, esta fórmula la ha aplicado siempre en la evolución de sus productos y no se puede decir que le haya ido mal. Microsoft, sin embargo, se ha lanzado a la piscina empujando al usuario hacia una nueva forma de uso rodeada todavía de incógnitas. Pero ojo, que hizo lo mismo con Surface y este equipo también ha llegado para quedarse.
¿Qué quiere el usuario realmente? ¿Algo novedoso o algo que le resulte útil aunque no sea tan rompedor?
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