A veces pasa y es engorroso: sin querer, guardas o mueves algún documento a la carpeta Aplicaciones. Te olvidas de él, y allí se queda. Que esos documentos (o cualquier otro tipo de archivo) estén allí no perjudica al sistema en absoluto, pero no es el mejor sitio para tenerlos.
Y cuando te das cuenta del lapsus quieres mover esos archivos, y al hacer un arrastrar y soltar desde la carpeta Aplicaciones al escritorio lo único que te levas ahí es un acceso directo o alias. El archivo original sigue en Aplicaciones, y se niega a salir de ahí. ¿Por qué ocurre eso?
Una cuestión de permisos
La respuesta es sencilla. La carpeta Aplicaciones es donde macOS tiene pensado guardar todos los ejecutables, y por razones de seguridad el nivel de permisos del directorio es ligeramente más restrictivo. Precisamente para que el usuario no se equivoque y se lleve aplicaciones fuera del directorio, lo que hace es crear accesos directos de los archivos en vez de clonarlos.
La solución es también muy simple. Copia el archivo que tienes en la carpeta Aplicaciones (CMD+C), pégalo en el escritorio o en cualquier otro directorio y una vez tengas la copia (y no un simple acceso directo), elimina el archivo original. Precisamente porque está en Aplicaciones, es posible que el Mac te pida la contraseña de administrador para hacerlo.
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