For all mankind es una de mis series favoritas de los últimos años. De hecho, es una de las cinco mejores series de Apple TV+ por las que jamás me daría de baja. Se aleja de la ciencia-ficción habitual y, por una vez, tampoco hay un virus que haya arrasado la humanidad por enésima vez. En su lugar, tenemos un pasado alternativo construido de forma minuciosa.
Después de conquistar la Luna y de establecer una base permanente en ella, la tercera temporada desata la carrera por pisar Marte. Y la trama es genial, salvo por un pequeño detalle. Una minucia en realidad. Y es que no soporto a uno de los personajes principales.
Cuando una serie te encanta y odias a uno de sus personajes [OJO SPOILERS]
Empecé a ver la tercera temporada de For all mankind bastante tiempo después de que empezase. Eso sí, cuando arranqué, fui viendo un capítulo tras otro. Aún me tengo que poner al día con el último de ayer, aunque ya tengo una opinión bastante definida de uno de sus personajes.
En la anterior temporada Danny Stevens tenía un papel menor. Sí, tuvo su aventura con Karen Baldwin, mujer de Ed en un momento de debilidad. Danny era el hijo de Gordo y Tracy Stevens, los dos héroes que se sacrificaron para salvar Jamestown de una explosión nuclear. Curioso cómo de dos de tus personajes favoritos puede acabar surgiendo a tu némesis.
El único hijo de los Baldwin y muy amigo de Danny había muerto en un atropello mientras iba en bicicleta años antes. Su madre le había castigado por sus travesuras y se escapó para ver un partido de baloncesto. A la vuelta, murió. Ed estaba en aquel entonces solo y aislado en Jamestown. Todo como muy trágico.
Karen había cuidado también de Danny y su hermano Jimmy en ocasiones cuando eran pequeños. Ya de mayores, en la segunda temporada, Danny empezó a trabajar codo con codo en el bar de Karen, lo cual dio pie a la aventura. El lío de Karen y Danny se podría haber quedado ahí. A mí todo el asunto me pareció poco creíble, pero luego cobra sentido. A los creadores de For all mankind les encanta plantar semillas que florecen en temporadas siguientes.
El caso es que ya en la tercera temporada, arrancamos con el accidente en el hotel espacial Polaris. Un accidente en el que Danny salva a todo el mundo y se convierte en héroe, como sus padres. El asunto entre ambos personajes parecía olvidado. Pero la muerte del nuevo marido de Karen abre otra ventana de oportunidad a Danny, que ha tornado esa corta relación en una auténtica obsesión. Y aquí es donde para mí empiezan a torcerse las cosas con Danny Stevens.
Un tipo que lo tiene todo. Es astronauta, para empezar. Famoso por ser hijo de Tracy y Gordo. También es un maldito héroe como ellos. Una novia con la que se casa durante el mismo incidente en el Polaris (y donde sigue haciéndole guiños a Karen). Después, con una hija. Buen coche, dinero suficiente, casa, carrera profesional. Todo el kit. Y el muy desgraciado se empeña emborracharse, liarse con cualquiera en bares y hacer que le arresten para tirar todo por la borda.
Supongo que mi animadversión hacia el personaje tiene que ver con esa responsabilidad que viene cuando las cosas te van bien. Aprovecharlas al máximo, ayudar a los que te rodean y construir una vida satisfactoria. No todo el mundo tiene las mismas oportunidades que él y aún y todo consiguen salir adelante. Pues Danny no, Danny prefiere coger un bidón de gasolina, encender una cerilla y ver cómo arde todo.
No contento con todo lo que tiene y a pesar de que le expulsan de la NASA impidiéndole ir a Marte, recibe una segunda oportunidad para hacer las cosas bien con Helios. Y lo hace de la mano de, nada más y nada menos que, Ed Baldwin. Ed, que le tiene en gran estima como antiguo amigo de Shane (supongo que porque le recuerda a su hijo), es incapaz de ver en qué se ha convertido. También desconoce que su ex-mujer se acostó con este chaval al que trata casi como un hijo. Algo que Danny arde en deseo de contarle.
Por supuesto, Danny no es una persona que suelte su presa fácilmente. Comienza a espiar las comunicaciones entre Ed y Karen, que parecen recuperar su relación. Esa cara sin expresión, esos ojos fijos en la pantalla. Sin duda, Danny Stevens es un psicópata sin empatía ni sentimientos. Temo por la vida de Ed.
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