El mundo del streaming está roto y lo estamos pagando nosotros. Para colmo, Apple TV+ es la peor parada

Esta semana, Disney+ acaba de confirmar un nuevo modelo de suscripción a su servicio con anuncios. Vientos de cambio peores que los de la borrasca Ciarán. La tarifa cuesta 5,99 euros al mes y deja al usuario sin la posibilidad de ver contenido sin conexión, a calidad de vídeo 4K HDR, sonido Dolby Atmos y sin publi. Amazon Prime Video va detrás, y su nuevo modelo, más restrictivo aún, impondrá la publicidad pagues o no. Algo que, se rumorea, también adoptaría Apple TV+ durante los próximos meses, según Mark Gurman.

El streaming es definitivamente la nueva tele: encorsetada en modelos arcaicos, adoptando producciones formulaicas como 'Sálvame Deluxe' u 'Operación Triunfo', e imponiendo los anuncios de champú. Todo bajo un lazo de tarifas "económicas" pero que implican un gasto mínimo de 70 euros al año —sin olvidar nuestros contratos con las teleoperadoras, el consumo eléctrico, o la propia inversión en productos—. Este es el actual estado del streaming en España.

La publicidad en el streaming

Netflix ya lanzó una categoría con publicidad. Le salió a cuenta, pese a ser un modelo piloto que no pensaba sostener en el tiempo. Ahora se plantean reducir la cuota de anuncios para los usuarios más hardcore.

En España, donde la tele por cable siempre fue un servicio reducto de capitales y donde abrazamos el todo gratis de la TDT —y la emisión en abierto de canales como las nuevas ofertas de Mega o Neox, Divinity, FDF y otros míticos como MTV, Paramount o DMAX—, nos enfrentamos ahora a una realidad cruel: para qué tanto streaming si al final acabas viendo un par de series por matar el rato.

Y tampoco olvidemos ese fantasma, que sobre el aire flota como un adagio. Ese sentimiento de culpabilidad de que, tras el confinamiento internacional, la cartelera de cine apenas se ha recuperado, con una contabilidad un 40% por debajo de las cifras pre-COVID. Quienes amamos el cine no contemplamos ver 'Los asesinos de la luna' en casa. Pero claro, ¿quién se plantea ir al cine si ya está "invirtiendo" unos 200 euros al año en plataformas que apenas aprovecha?

Pues porque son servicios ubicuos y fácil de usar, es algo cómodo que resuelve el entuerto de tener una tarde libre sin saber qué hacer. Sin embargo, la realidad se impone: la buena mayoría de servicios y plataformas de streaming ha incrementado su precio base entre un 30 y un 100%, mientras que la inflación real en nuestro país ha vivido un pico máximo del 5,7%. Estos servicios hacen el agosto cuando la necesidad muerde.

No contabilizamos a SkyShowtime, con un catálogo más volátil que la nitroglicerina pero joyas propias como 'Yellwstone' o la reciente 'Poker Face'. Ella todavía sobrevive como soldado de fortuna a 5,99 euros al mes, 46,99 euros al año y 3,50 euros durante los tres primeros meses si nunca has tenido cuanta con el servicio.

La peor parada, para nuestra sorpresa, es Apple TV+, con el mayor aumento de tarifas en la menor cantidad de tiempo. Otra plataforma se salva, la española Filmin, que al menos aguanta el tipo: su catálogo es un océano inconmensurable, incentiva compartir cuenta y aprovechar ofertas como el Black Friday. A cambio, son populares los fallos de su app, que no está disponible en consolas de nueva generación, los subtítulos "prestados" de otras plataformas o la disponibilidad de producciones a escasa calidad 420p.

El futuro no pinta tan brillante como nos lo ilustraron, cuando estrenos tan potentes como 'Better Call Saul' o Netflix quedándose con 'Black Mirror' nos atraparon sin permiso. O cuando HBO compaginaba 'The Leftovers' con 'Juego de Tronos' y 'Succession'. Prime Video es ahora un HUD de canales y HBO anda "prestando" joyas de su catálogo como 'A dos metros bajo tierra' a Netflix para ganar liquidez —en mitad de un escándalo sobre reseñas inventadas—. Es evidente que no podíamos vivir la promesa de un riego constante de "contenido de calidad" a bajo coste. El problema es que esa ruptura nos pica en el bolsillo.

Apple parece segura de su apuesta, pero si el plan falla quizá las inversiones millonarias, esas donde se "quemaron billetes" por encima de las posibilidades de unos inversores tan desencantados como ahora los espectadores, no vuelvan a producirse. Es posible que ya no veamos otra 'Fundación', otra 'SEE' u otra 'Pachinko'. Algo que sería interpretado como una derrota, tras las necesarias victorias en las huelgas de actores y guionistas.

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