La llegada del nuevo Mac Pro ha dado un respiro a todos los profesionales. Tras años sin recibir ningún tipo de noticias, Apple ha demostrado que sigue comprometida con el sector lanzando un ordenador que rompe esquemas de rendimiento, diseño e integración de sus componentes. En resumen: la Apple para profesionales ha vuelto. ¿Pero seguimos teniendo a los mismos profesionales de siempre?
Durante las primeras semanas de ventas del Mac Pro he estado escuchando las opiniones de algunas personas, y la mayoría de ellas eran quejas. El precio del Mac Pro es demasiado elevado, no deja lugar a expansiones internas de modo que la mesa quedará llena de dispositivos, hay demasiados puertos Thunderbolt 2 y muy pocos USB... y un argumento que ha quedado bastante en común con todos: comprar una torre profesional de Apple no era un sacrificio tan grande hace unos años.
Eso me ha hecho recordar la época en la que tenía a Apple recién descubierta. Eran los años de los primeros iMac translúcidos, las torres PowerMac G3 y los portátiles extremadamente grandes y pesados. La conexión más rápida que teníamos era el ADSL de 256 Kbps. En ese entonces, la diferencia de precio entre el iMac más básico y el PowerMac G3 no era tan grande como la de ahora.
El iMac era un ordenador pensado para todo el público, como ahora. Pero el PowerMac estaba enfocado no sólo a un público enteramente profesional, sino también a esas personas que podían y querían invertir en un ordenador de potencia superior. Había la opción de comprar el iMac más caro y potente, pero la idea de un PowerMac más rápido y expansible calaba más.
Comparar negativamente esa situación y la actual hace que obviemos demasiadas cosas, empezando con que el mercado de antes y el de ahora no son los mismos. Antes necesitábamos irremediablemente un ordenador para navegar por internet, y ahora basta con gastarse 249 euros en un iPod touch para conseguirlo. Puede que este nombre no guste a todo el mundo, pero ya estamos metidos de lleno en la era Post-PC. Una era que en los días del PowerMac ni siquiera nos imaginábamos, ciegos por la carrera de los MHz.
El mercado y el usuario profesional han cambiado demasiado como para mirar hacia atrás y hacer una comparación simple
Lo decía Eric Schmidt hace poco en Bloomberg: no es que los móviles y las tabletas estén ganando terreno a los ordenadores, es que ya lo han hecho. Ya han ganado. Lo extraño para el público general, el que utiliza la capa básica y estándar de la red y sus servicios, es que se compre un ordenador completo para hacerlo cuando con una tableta tiene muchísima más comodidad por muchísimo menos precio. Los iMac, el Mac mini y los MacBook se quedan como máquinas para los que tengan una necesidad mínimamente especial o para la gran mayoría de nosotros, aficionados a la tecnología. Pero hay que pensar en el usuario que se compra un dispositivo por necesidad, y el rey absoluto de ese mercado ya es el smartphone y el tablet.
Y naturalmente, el Mac Pro tiene una posición mucho más específica en este mercado dominado por lo móvil. Los aficionados que quieren potencia han optado por invertir en un iMac de gama alta: relativamente asequible, alta potencia, una pantalla de 27 pulgadas que hace unos años era algo inalcanzable por el público no profesional... el todo en uno de Apple se ha convertido en la elección de los usuarios exigentes que tengan sus pinitos en la fotografía y vídeo digital o quieran potencia para jugar.
El Mac Pro, así pues, queda para los usuarios puramente profesionales. Los editores de vídeo y audio que trabajan en un estudio, los creadores de animaciones en tres dimensiones... son aquellos que no se comprarán el ordenador por sí mismos si no que más bien lo hará la empresa por la que trabajan. Es decir: el Mac Pro ha dejado de ser el ordenador a elegir para el usuario general que tenga exigencias. Sencillamente no aprovechará del todo su arquitectura. Ya no es, hablando claro, un ordenador para el que quiera que su juego arranque en dos o tres segundos en vez de treinta.
Sólo hay que comparar los anuncios de Apple de entonces y de ahora: antes veíamos a un padre de familia típico editando sus vídeos con iMovie utilizando un PowerMac. Ahora ese usuario utiliza un MacBook, o un iMac. O ya ni siquiera eso, porque Apple centra casi todo su marketing en los iPhone y los iPad.
Apple no se olvida de sus usuarios más fieles, pero es obvio que las cosas han cambiado mucho y que la estrategia de venta de ordenadores ya no es la de antes. La clave es que los usuarios "tradicionales" entiendan que la época dorada del ordenador ya ha pasado y que aún así pueden adquirir ordenadores muy potentes que siguen cumpliendo con sus necesidades.
Imagen | Carl Berkeley En Applesfera | ¿Puedo poner mi Mac Pro tumbado? Apple dice que sí, pero tomando algunas precauciones
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