Anoche asistimos a un evento extraño. Y no porque fuera emitido a la 1 de la madrugada aquí en España, sino porque se repitieron ciertas dinámicas que, en un fantástico alarde de ilusión, creímos que Apple erradicaría. Al final ha sido justo al contrario, aunque ese MacBook Pro con chip M3 sea "el laptop personal más potente jamás construido".
Me explico: el nuevo MacBook Pro parte de los 2.029 euros. Viene equipado con una CPU de 8 núcleos, 8 GB de memoria unificada —soldada— y un SSD de 512 GB. Hablamos del modelo de 14 pulgadas, el que monta el nuevo chip M3. Un equipo muy bien rematado en aluminio anodizado 100% reciclado que te pide otros 230 euros si quieres añadir otros 8 GB extra. O 460 euros del ala si necesitas pasar a 24 GB.
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Hoy día, con herramientas devoradoras de RAM como los contenedores de mensajería instantánea —Rambox, Franz, Ferdium y similares, para más señas— o los muchos navegadores basados en Chromium, esos 8 GB me parecen una broma de mal gusto. "Pues gástate el dinero", dirá algún lector. No es mentira: el MacBook Pro de 16 pulgadas arranca con unos solventes 18 GB de RAM, 512 GB de almacenamiento SSD y 3.049 euros de precio base. Y desde luego marcan un récord con esos 128 GB de RAM, algo inaudito en un ordenador portátil.
128 GB de memoria unificada implican un mapa de memoria apabullante, una autopista con cientos de carriles para que la nueva arquitectura pueda reducir la latencia a mínimos históricos e incrementar la eficiencia energética. El nuevo procesador M3 es como el motor del Rimac Nevera, ese bólido capaz de ponerse de 0 a 100 km/h en apenas 1,85 segundos.
Ser capaz de alcanzar un punto dulce en tan poco tiempo implica que el equilibrio entre demanda y desempeño energético ha evolucionado enormemente. La arquitectura de estos SoC ha sido creada para trabajar con una memoria unificada gigantesca, con sectores en mente como la Inteligencia Artificial. Menos vatios por cálculo, un ideal al que aspirar siempre. El ray tracing o el mesh shading (aceleración mediante hardware) solo son posibles gracias a esta nueva oblea. Aunque el verdadero cambio llega con el Dynamic Caching, una forma distinta de entender la gestión de memoria temporal y el aprovechamiento de la caché en distintos estados del flujo de información.
La realidad, sin embargo, es que este chip de 3 nanómetros responsabilidad de TSMC —y de sus exclusivas máquinas de fotolitografía ultravioleta extrema (UVE)— no sorprende tanto. Supone un salto, pero uno más timorato y quizá contenido por las propias limitaciones tecnológicas e industriales de este nuevo proceso de fabricación. Tampoco debería preocuparnos. Al fin y al cabo, el grueso de los usuarios a los que van dirigidos estos equipos portátiles, el mercado donde más ha crecido Apple, no operan con herramientas que requieran un cómputo computacional industrial.
Lo que sí necesitamos es RAM. Más RAM a precios dignos. Estamos en 2024 y todavía tenemos que desembolsar 230 euros por una ficha de 8 GB de RAM. La producción ha encontrado un equilibrio suficientemente holgado como para esperar por 2.000 euros un MacBook Pro de 14'' con 16 GB de RAM de serie y un modelo con 24 GB por poco más. Nos merecemos eso.
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