La última renovación de los MacBook Pro, que llegó por sorpresa en pleno verano cuando menos nos lo esperábamos, ha sido muy agradecida. Por fin, los portátiles profesionales de Apple incorporan los núcleos Intel de octava generación y traen los cuatro núcleos en las 13 pulgadas y los seis núcleos en las quince pulgadas.
Sin embargo, esa potencia se ha hecho notar en el debate del llamado Thermal Throttling. Pedro Santamaría ya nos ha explicado el problema al detalle y Apple ya lo ha resuelto, pero la clave es simple: la potencia queda limitada cuando quieres colocarla en un ordenador extremadamente delgado y ligero. Así que viendo cómo Apple cada vez adelgaza más los MacBook Pro, nos preguntamos: ¿qué tiene pensado Apple para este ordenador a partir de ahora?
Cuando un milímetro de grosor implica demasiado sacrificio
Es algo que ya estaba oyendo de muchos aficionados con el diseño de la generación anterior de los MacBook Pro: "por mí, que no lo hagan más delgado y así pueda ser más potente y tenga mejor refrigeración cuando lo mejoren". Apple ha llegado a un punto con el grosor de sus portátiles en el que más de uno opina que en los modelos profesionales quizás se haya llegado a un máximo.
Ahora mismo el MacBook Pro mide 1,49 centímetros de grosor, pantalla incluída. Los ingenieros de la compañía se las han arreglado para colocar ahí los últimos procesadores de Intel y mantener la misma carga de batería, reduciendo el espacio que ocupa la placa base y cediendo espacio a esas baterías.
Seguramente aguantemos con este diseño durante años, pero no puedo evitar hacerme la pregunta de qué va a hacer Apple para la siguiente generación de máquinas. ¿Va a seguir adelgazando el MacBook Pro todavía más? ¿O bien hemos llegado al tope de delgadez y a partir de aquí se va a optimizar el espacio interno para ganar batería y rendimiento?
Hay que tener en cuenta que estoy planteando esto suponiendo que Apple va a seguir haciendo los MacBook Pro con la misma filosofía que hasta ahora: también puede pasar que haya un cambio a otras arquitecturas a largo plazo. Un cambio que permita dispositivos aún más delgados y con una potencia mayor. Pasará más tarde que pronto, pero pasará.
Y lógicamente nos encantaría tener ordenadores MacBook Pro del grosor de una hoja de papel, pero ese ideal de tener la mayor potencia posible en un ordenador lo más fino posible no tiene cabida. Si quieres algo más delgado, tienes que sacrificar potencia. Incluso las diferencias de rendimiento de los iMac y de los MacBook Pro pueden basarse en este principio.
Algo me dice que la prioridad a corto y medio plazo para los MacBook Pro ahora mismo es conservar ese grosor e ir añadiendo todas las novedades de hardware que vayan apareciendo. De los 32 GB de memoria RAM máximos podríamos llegar incluso a los 64, y los procesadores Intel podrían dar paso a los ARM profesionalizados que todos tenemos en nuestras cabezas. Más adelante, ya dentro de bastantes años, podríamos ver un rediseño del que no me atrevo a decir nada. ¡Vete a saber cómo van a ser los ordenadores que vamos a utilizar en cinco o diez años! Quizás ni siquiera lo califiquemos ya como ordenador.
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