Acaban de salir nuevos MacBook Pro... y todos los aficionados a la marca corren a hacer lo mismo. Ya jugamos a ser dioses configurando el iMac Pro más caro que se puede comprar, pero... ¿qué ocurre cuando hacemos lo mismo con la configuración "tope" de los portátiles profesionales más caros de Apple? Soñar es gratis, así que vamos a echar un vistazo.
Por supuesto, elegiremos el modelo de 15 pulgadas por ser el MacBook Pro más grande y por lo tanto el más caro. Y de ellos elegiremos la mejor configuración base: un monstruo de seis núcleos que le da varias vueltas a las necesidades generales de cada producto.
Los 3.299 euros base que cuesta ese modelo base nos hacen reír. Nada, nada, vayamos al grano e hinchemos esta máquina hasta su máximo potencial. Intel Core i9 (¡Sí, i9!) de octava generación con seis núcleos a 2,9 GHz, 32 GB de memoria RAM y 4 TB de almacenamiento SSD. Se nos queda un señor MacBook Pro por 7.959 euros, siendo el máximo responsable de este encarecimiento los 3.840 euros que cuesta ampliar el almacenamiento SSD hasta su máxima capacidad.
Caro, ¿no? Pero no nos convence. Aquí hemos venido a jugar. Así que subamos la apuesta e incluyamos la Blackmagic eGPU junto con... dos monitores LG UltraFine 5K. Son 695 euros más dos veces 1399 euros... y se te queda un fantástico entorno de trabajo por 11.452 euros. 11.651 si le añades la guinda de la nueva funda de piel. El iMac Pro tope de gama sale más claro, pero sus especificaciones son más potentes.
Podría recomendaros que utilicéis la financiación del ese MacBook Pro, pero admitámoslo: lo más probable es que no necesitemos toda esa potencia. Mejor invertimos el dinero en algo más de primera necesidad... o esperamos a septiembre y octubre para todas esas renovaciones de las que habla Ming-Chi Kuo.
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