Una gestión eficiente de las ventanas en nuestro Mac es fundamental para poder trabajar de forma productiva y cómoda. El Mac, por su naturaleza, se distingue claramente del iPad, y ya no digamos del iPhone, en el flujo de trabajo que nos ofrece, y poder gestionar adecuadamente la información que tenemos en pantalla en todo momento es algo tan primordial como personal. Permitidme que os cuente mi experiencia.
¿Lo que a mí me funciona? La forma más sencilla
Desde mi primer Mac siempre he usado un MacBook Pro. Diferentes modelos, cada vez mejores, pero siempre un portátil. Nunca he trabajado, de forma regular, con pantallas externas, motivo de más para escoger siempre 15 pulgadas hasta que Apple ha dado el salto a las 16 pulgadas del MacBook Pro M1 Pro que estoy usando actualmente.
Creo que es un contexto importante, pues diferentes configuraciones requieren diferentes tamaños de pantalla, diferentes organizaciones, pero a mí siempre me ha gustado saber que puedo cerrar la tapa de mi Mac, llevármelo y que esté donde esté tendré exactamente lo mismo que tengo en casa.
Dicho esto voy a ir directamente al asunto que nos ocupa: ¿Cómo gestiono el tamaño y posición de las ventanas? De la forma más fácil posible. Las abro cuando las necesito e inmediatamente después las cierro. Son muy pocas las ventanas que suelo tener abiertas, principalmente Safari.
Uno de los motivos de este artículo está en el nuevo sistema de Stage Manager u Organizador Visual que llega con macOS Ventura. Lo he probado varias semanas y, aunque me parece muy interesante, creo que le daré un uso muy moderado. Y gran parte de mis motivos vienen del iPad.Permitidme que me lleve la conversación a un terreno personal y diga que en el iPad es donde mejor me concentro. Escribo mucho en el iPad, leo, juego y lo hago muy libre de distracciones. ¿Por qué? Eso es lo que me pregunté hace ya varios años: por la forma de trabajar de una sola app al mismo tiempo. La misma forma que el iPhone, lo se, pero tratándose de un teléfono no podemos hablar de largas sesiones de trabajo en él.
El estilo de trabajo del iPad para mí es el más cómodo y sencillo. Una sola app en pantalla salvo cuando tengo que consultar algo en Safari mientras escribo, por ejemplo, y como máximo la app Música o Recordatorios en Slide Over para cambiar de canción o marcar tareas como completadas. Y esta gestión es la que exporté, hace ya tiempo, al Mac.
Vaya por delante que nunca cierro aplicaciones. No lo he hecho desde mi primer Mac con Intel y menos motivo tengo ahora para hacerlo con mi supercalifragilístico M1 Pro. Todas las apps del Dock están siempre abiertas: Mail, Mensajes, Recordatorios, Notas, Calendario, Mapas, Música, Podcasts, Apple TV, Slack, Affinity Photo, Safari y un largo etcetera. Partiendo de aquí tengo dos tipos de apps, las que abro y cierro y las que uso a pantalla completa.
Safari, por ejemplo, siempre, sin excepción, lo uso a pantalla completa. Ya es una costumbre, quiero el mayor tamaño disponible para el contenido, y menos que eso se me hace extraño. Lo mismo ocurre con iA Writer, desde donde os escribo, una app que quiero utilizar sin ver ninguna distracción. El resto de apps de uso puntual quedan en el escritorio, cerradas u ocultas (Comando + W o bien Comando + H).
Poco me cuesta tocar Slack para hablar con el equipo de Applesfera, acudir a la app Recordatorios para ver qué tengo pendiente o abrir Affinity Photo para crear una imagen de portada para un artículo. Mientras, se que Safari siempre estará a un gesto de distancia. Siempre abierto, siempre a pantalla completa e inmediatamente a la derecha del Escritorio.
Minimizo pocas aplicaciones. Lo hago, sobre todo, cuando quiero recordar que tengo que hacer algo con ellas. Prefiero no ocupar el espacio del Dock así y utilizarlo solo para ordenar qué estoy haciendo. Del mismo modo, prácticamente siempre tengo una sola app en pantalla. Sea a pantalla completa o como ventana flotante en el escritorio trato de centrarme en una sola información.
Se que puedo valerme de Atajos para que, de un solo clic, se abran varias ventanas al mismo tiempo. El tema está en que al hacerlo estas quedan en el escritorio, y dado que es cuando necesito más espacio, al ver dos apps, debo, manualmente, colocarlas a pantalla completa dividida. Algo que ya ha pasado a ser una costumbre, sobre todo, en el dueto iA Writer-Safari.
Así, el tamaño de las ventanas pasa a un segundo lugar. Siempre procuro que sean lo suficientemente grandes como para que las barras laterales queden desplegadas y a la vista, pero poco más. El sistema siempre recuerda el tamaño, más al no cerrarlas. Y en mi distribución tengo, además, visible el escritorio, concretamente la parte derecha, con lo que puedo arrastrar archivos rápidamente ahí donde los necesite.
Apps de terceros para mejorar la gestión de las ventanas hay muchas. Atajos, en mi caso, sustituiría muchas de ellas, pero a lo que voy, lo que realmente quiero comunicar, es que a veces menos es más. Menos información me ayuda a concentrarme. Menos apps abiertas mantiene el flujo de trabajo sin interrupciones. Y un centro de notificaciones con los widgets bien configurados nos mantiene alerta de Calendario, Recordatorios y otras apps de consulta regular.
Al final, hay tantas formas de organizar nuestras ventanas como ventanas podamos abrir. Particularmente llevo años con lo que el iPad me ha invitado a hacer cuando trabajo con él. Centrarme en una sola actividad más que en el tamaño y posición de su ventana para hacer milo cosas a la vez.
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