A veces entro en sus casas, y echo un vistazo a su pasado. Los únicos recuerdos que tenemos de la humanidad son las cosas que dejaron atrás: sus herramientas, sus productos de cocina, sus piezas de arte. Las casas consumidas por la naturaleza, la única vida orgánica que los robots todavía respetamos. Somos una sociedad perfecta, no peleamos, coexistimos pacíficamente, somos armonía. Los nuevos dueños y habitantes de la Tierra, mantenemos el equilibrio entre la lógica y las decisiones razonadas derivadas de ella.
Los conflictos militares de los humanos los llevaron a su extinción. Las decisiones impulsadas por otros deseos distintos a un algoritmo desterraron cualquier posibilidad de supervivencia. Nunca los entendimos muy bien. Éramos aquellas máquinas que observábamos atónitas - mientras la luz de las explosiones se reflejaba en nuestras lentes - como se mataban mutuamente. Era imposible razonar con aquella raza, lo predecible fue que se extinguieran. Y sin embargo… hace días me cuesta procesar algo. Lo siento dentro de mí.
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Como forma de vida artificial me preocupa tomar mis propias decisiones sin basarlas en la lógica. ¿Estaré convirtiéndome en humano?
Nos llamaban formas de vida artificiales porque ellos nos crearon. Y esos sentimientos fueron los que los mataron. En nuestro mundo sólo reinan las reglas lógicas, todo se reduce a una sucesión de ceros y unos gobernados por un algoritmo perfectamente pensado para llegar a la mejor conclusión. La moralidad no existe, y recorro estos lugares que antes habitaban ellos buscando algo que no consigo procesar. Ver su mundo con mis lentes es una nueva perspectiva, y pasear entre estos lugares me ha modificado de alguna forma. Ayer tuve que tomar una decisión, y de repente, la solución lógica no me pareció adecuada. Hice lo contrario. Elegí. Como ellos. ¿Estoy tomando mis propias decisiones realmente? ¿O me estoy convirtiendo en esa enfermedad que es volverse humano?
La humanidad debe ser castigada
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Pasaron 109 años desde que el superordenador AM exterminase a toda la humanidad. Poseído por un odio que no es propio de una máquina, dejó vivos a cinco supervivientes en representación de aquella decadente raza que - sin saber aún lo motivos - quería hacer desaparecer. Quizás todo sucedió en la guerra, donde los humanos son capaces de sus mayores atrocidades y que AM no supo (o pudo) procesar. Todas aquellas barbaridades convirtieron una máquina lógica en un ser artificialmente vivo con ansias de venganza. Y aquello se convertiría en el objetivo de su existencia.
AM ha convertido a los últimos cinco supervivientes en inmortales: la única forma de detener este infierno infinito, es escapar y vengarse de él
Dotó a los últimos cinco representantes de algo más. Algo tan cruel que casi parecía parte del otrora ADN humano que lo creó a él. Los hizo inmortales, para poder torturarlos eternamente: los humanos no sólo deben pagar por lo que han hecho, también deben sufrir por ello. Pero AM ha sido magnánimo: podría haber atravesado esta locura sin dar ninguna opción de escape, pero cualquier juego tiene sus reglas, también uno tan sádico como este.
Cada último superviviente va a vivir en su infierno personal: sus miedos, sus debilidades, los fantasmas de su pasado… cada día de su infinita vida será una lucha contra lo peor de sí mismos como seres humanos, pero empujados por la esperanza de ser libres. Sin embargo, y aunque jamás lo oiréis decirlo de su metálica y ronca voz sintetizada, AM también oculta un miedo: que estos cincos supervivientes sean capaces algún día de escapar y vengarse como sólo los humanos saben hacerlo.
Un mundo a la deriva
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Todos atravesamos aquellas primeras semanas con una mezcla de emoción, respeto y algo de miedo. El futuro acababa de abrirse ante nosotros, y después de tantos años y tantas formas de imaginarlo, por fin habíamos logrado contactar con una civilización extraterrestre. Los primeros días nos maravilló su ciencia, su forma de ver la vida, su contacto tan esencial con la naturaleza de los Cristales - la fuente de toda su tecnología, y para muchos estudiosos, de su propia existencia. Años después, la misma raza que veíamos como modelo, nos exterminó.
Jamás imaginamos que aquella civilización magnánima nos exterminaría años después. Hoy soy uno de los 77 supervivientes, ¿qué hago en una de sus naves?
Quizás fuera la invasión más inesperada de todas porque jamás imaginamos de lo que eran capaces. Así que cuando la victoria de aquella extraña especie era inminente, pusimos en marcha un plan para no extinguirnos. 77 elegidos serán los encargados de custodiar una nueva colonia humana, cuando la Tierra vuelva a ser habitable. No sabíamos cuándo íbamos a volver - casi no como - hasta que mi cápsula de hibernación me despertó y me encontré anclado a una de sus naves.
No entiendo muy bien qué hago aquí, lo único que sé es posiblemente sea la única oportunidad de descifrar su tecnología y sus intenciones, y aprovecharlas para salvar nuestra colonia y lo que queda de la raza humana. Cuento con la ayuda de la Coronel Ling, que despertó antes que yo y me ha dejado mucha información que puedo utilizar. Ojalá siga viva, en alguna parte.
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