Dungeon Hunter 5 es la madre de todos los vicios (del free-to-play)

Sé que muchos de vosotros os rasgáis las vestiduras cada vez que toca hablar por aquí de un free-to-play y, sí, yo también estoy con vosotros, pero no es menos cierto que para criticar algo hay que probarlo y, si finalmente no es lo que esperabas, se desinstala y listo. Lo comento porque muy probablemente es lo que me acabará pasando con Dungeon Hunter 5.

Lo de la madre de todos los vicios del titular no es baladí, el hack'n slash/rogue de Gameloft recoge todo lo potencialmente criticable de un juego free-to-play en un mismo sistema. Tenemos cartas para equipamiento, objetos y armas, cofres para comprar, vida y sistema de energía... hasta han incluido una base a fortificar para que amigos y rivales no puedan robarte todo el oro habido y por haber.

Dungeon Hunter 5 es uno de esos casos que, además, duelen. Lo tiene todo para triunfar como juego de pago, con buenos gráficos y una jugabilidad que, sin llegar a la profundidad de un Bayonetta o un Metal Gear Rising, está bastante bien, pero conforme empiezas a avanzar las orejas del lobo asoman y te encuentras vislumbrando un futuro en el que sólo la espera y el grindeo extremo podrán salvarte de la quema.

El tema de repetir misiones como un cosaco para conseguir mejores equipamientos no debería ser un problema (¿eh, Destiny?), pero unido a las esperas se convierte en un proceso que, no sé vosotros, pero yo no pienso mantener. Visto así tampoco está mal, te lo tomas como uno de esos juegos que descargas para mantener entretenida una tarde lluviosa primaveral y luego a otra cosa, mariposa.

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