Era de esperar teniendo en cuenta el historial de la compañía y que hablamos de un accesorio de 1.500 dólares (impuestos no incluidos), pero por si alguno lo dudaba, el gigante de los buscadores ha confirmado que Google Glass no será exclusivo de Android y también podrá utilizarse junto al iPhone de Apple. Google no ha ahondando precisamente en detalles, pero si consideramos el número de apps que tienen en iOS, es harto probable que ambos dispositivos lleguen a operar de modo bastante estrecho.
Google Glass carece de conexión de datos y se comunica con nuestro smartphone mediante Wi-Fi o Bluetooth para acceder a Internet, visualizar notificaciones y desplegar su potencial más allá de montar una cámara en nuestra cara. Como decimos, es un misterio el nivel de integración que tendrán las gafas de Google con el iPhone cuando finalmente se distribuyan a finales de año pero por mucho que la relación de Google con Apple no pase por su mejor momento, las puertas siguen abiertas por ambos lados.
Aun guardando las distancias, un ejemplo ya disponible en el mercado que demuestra la conexión entre iOS y un gadget desarrollado por otra compañía ajena a Apple es Pebble, el reloj de tinta electrónica que mi compañero Aitor pudo probar hace unos días.
Pebble se comunica mediante Bluetooth con el iPhone y nos ofrece una segunda pantalla en la que permanecer al tanto de los SMS y correos que recibimos, las notificaciones de Twitter o Facebook, ver quién nos está llamando, controlar la reproducción de música o incluso utilizar la información GPS proporcionada por el teléfono para diversos fines. Su app para iPhone también sirve para actualizar el reloj, instalarle nuevas aplicaciones y configurar su funcionamiento así que como veis, si movemos esa pantalla de la muñeca a unas gafas, nos encontramos básicamente con Google Glass.
Me cuento entre los más escépticos con el proyecto de Google, no tanto por sus posibilidades de cara al futuro como por las dudas que plantea sobre privacidad, la triste realidad de que la vida diaria de la mayoría es bastante menos interesante de la que aparece en los vídeos demostrativos y mi reticencia a volver a llevar gafas años después de haber pagado un dineral para poder vivir sin ellas. Aún así, parece que tan solo es cuestión de tiempo antes de que empecemos a vestir tecnología, ya sea un reloj (incluso un reloj de Apple), unas gafas, o cualquier otra cosa con la que nos salgan.
Más opciones siempre son buenas noticias y lo que definitivamente podemos sacar en claro de todo esto es que el teléfono reclamará cada vez más protagonismo como el epicentro de nuestra vida digital.
Vía | 9to5mac
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